Redaccoón (ALN).- La asistencia de la vicepresidenta del Gobierno de Nicolás Maduro a un acto protocolar de la principal cámara de empresarios de Venezuela despertó la semana pasada una ola de críticas en la oposición, que acusó a los líderes del sector privado de sufrir del “síndrome de Estocolmo”.
La participación de Rodríguez en el evento empresarial levantó una polvareda de mensajes contra la cúpula de Fedecámaras. Desde el mismo acto, el politólogo y expreso político Nicmer Evans dijo estar ejerciendo su “mayor ejercicio de tolerancia” al escuchar in situ los discursos de sus “carceleros”.
Luis Vicente León, economista y presidente de la firma Datanálisis, considera que Fedecámaras debe garantizar la operación y “subsistencia” de las empresas, así como el abastecimiento de bienes, productos y servicios para el país.
Atribuye la invitación a Rodríguez a que es el Gobierno de Maduro el que tiene “el control del país”. Un sector mayoritario de la oposición venezolana afirma que Juan Guaidó, el último presidente del Parlamento electo en 2015, es el mandatario interino del país por la presunta usurpación del cargo de Maduro.
“Su rol no es político, es empresarial. Es con el Gobierno de Maduro con quien debe negociar cambios y leyes, importaciones, circulaciones [de transporte] e impuestos”, comenta León a la Voz de América.
Para el politólogo y coordinador de asuntos internacionales del partido opositor Vente Venezuela, Pedro Urruchurtu, la invitación a Rodríguez al evento de Fedecámaras es “lamentable” y esconde la intención del oficialismo de “vender la idea de que hay una reapertura económica”.
“Es muy peligroso. El régimen busca dejar a un lado el esquema sancionatorio para usar estos supuestos empresarios para lavarse la cara”, apunta a la VOA.
Descarta que haya frutos positivos del encuentro. “En Venezuela, no hay estado de derecho, libre mercado, no hay instituciones. Es un acomodo de la élite del propio régimen, que se abre para recibir a otros cómplices”, asegura.