La oposición venezolana abandonó la ruta electoral desde que el Gobierno asaltó las facultades constitucionales de la Asamblea Nacional controlada en dos tercios por lasfuerzas democráticas.
A pesar de ello, en diciembre de 2017, cuando se celebraron comicios locales para escoger alcaldes y concejales, varios dirigentes rompieron con la línea de sus partidos y coordinaron con la sociedad civil de sus entidades la participación en elecciones.
El resultado fue el esperado. El chavismo gano la mayoría de los espacios, con excepción de unos pocos. Y esos pocos eran municipios controlados de manera histórica por la oposición: Chacao, Baruta y El Hatillo, reductos de clase media al este de Caracas, y otros casos en el interior del país. Esas localidades de clase media son los que usualmente utiliza la oposición como punto de concentración para actividades de calle y ruedas de prensa.
Los cuadros regionales y locales piensan repetir la fórmula de 2017. Quieren conservar sus espacios. Independientemente de lo que digan los partidos a los cuales pertenecen, que por cierto, ya han fijado en el pacto unitario una hoja de ruta de rectificación en la que abandonan el plan de corto plazo fracasado de la salida de Nicolás Maduro del poder y proponen, en su lugar, negociaciones que conduzcan a elecciones libres.
EL TIEMPO SE AGOTA
En Venezuela están previstos comicios regionales y locales para noviembre. El tiempo se agota. Y un grupo de alcaldes, concejales y hasta gobernadores ya se anticipan a los hechos: si la gente no va a votar, se perderán espacios históricamente conquistados y se pueden perder otros recientemente ganados, lo que derivaría en una erosión todavía más grande de la oposición como actor en el tablero de ajedrez de la política.
Alcaldes como Gustavo Duque (Chacao, Primero Justicia) han llevado a cabo gestiones en sus municipios ganándose, además, el reconocimiento vecinal. Aspectos como la recolección de basura, seguridad, redes de apoyo recíproco vecinales y asfaltado de vías, entre otros asuntos, son logros que exhiben tanto Gustavo Duque como otros burgomaestres que el domingo celebraron un acto por la “salvación de Venezuela”, que contó con la asistencia de al menos 3 mil partidarios de la sociedad civil.
“Estamos unidos junto a mis hermanos alcaldes, concejales, dirigentes vecinales y a David Uzcátegui para generar ese cambio que necesita nuestra entidad. Estamos enfocados en las soluciones de los distintos problemas de nuestra gente. Todo lo que hemos logrado en El Hatillo, en Baruta, en Chacao y Los Salias podemos lograrlo también en Miranda. ¡Despierta Miranda! ¡Miranda Posible!”, dijo Gustavo Duque, en clara referencia a la posibilidad de que el estado Miranda (otrora bastión opositor hoy dominado por el chavismo gracias a la abstención) sea conquistado nuevamente por las fuerzas democráticas.
“Invitamos a todos los venezolanos a unir fuerzas para la recuperación y la salvación de nuestro país en donde existan garantes y garantías. Un acuerdo integral que contemple medidas políticas, económicas y sociales para salir de la tragedia en la que estamos. Un acuerdo sin condiciones previas. De buena fe que ponga el acento en la gente, en los millones de venezolanos que hoy sufrimos”, dijo el alcalde de El Hatillo, Elías Sayegh, según cita de medios locales.
LAS CARTAS ESTÁN ECHADAS
El Hatillo es el municipio más acomodado del estado Miranda. De los siete concejales que integran el parlamento municipal, uno pertenece a las filas del gobierno. Entró en el cuadro de ganadores en 2017 porque la abstención jugó en contra en una localidad en la que el 90% de sus habitantes se identifica abiertamente con la oposición.
De manera tal que las cartas están echadas. Independientemente de lo que ocurra en la coalición que domina Juan Guaidó y las negociaciones con el Gobierno, los cuadros medios y bajos de la oposición no están dispuestos a perder los espacios ganados.
Y piensan ir a elecciones. Con las tarjetas de sus partidos o con tarjetas alternativas. Pero acudirán.