Juan Carlos Zapata (ALN).- Un documento de hace más de un lustro apunta que el malogrado Banco del Orinoco NV era prioritario en el esquema de Víctor Vargas Irausquín. Tanto que, según el escrito, el banquero prefirió operar un banco en Curazao antes que en Nueva York. Esta decisión que no cuadra en la mente de ningún otro banquero tiene su historia. Un relato que todavía no llega al final pero que apunta que no será feliz. De hecho, lo que era prioridad hoy es otra cosa. Para Vargas, el Banco del Orinoco ya no existe. Es un banco fantasma.
El Banco del Orinoco ha sido intervenido y la decisión ha provocado un efecto en cadena. Cayó el Orinoco y se llevó el Allbank de Panamá. Cayeron ambos, y la situación del instituto padre en Venezuela, el Banco Occidental de Descuento, ha sido objeto de otra medida de intervención que, la autoridad, de forma sorpresiva intenta negar 24 horas después de haberla tomado, lo cual arroja más sombras sobre el banquero. Aunque sorprenda, no debe extrañar lo que hace la Superintendencia de Bancos de Venezuela, Sudeban, pues se trata de Víctor Vargas, un hombre cercano al régimen, y cuyos movimientos dejan atónito a más de uno.
Curazao era un designio, y pasó de ser prioridad a pesadilla. Ahora todo en Vargas entra en revisión. Los gastos. La fortuna. El esquema de expansión. La forma de hacer banca. Las relaciones que ha sostenido durante dos décadas con el chavismo. Vargas se ufanaba de ser millonario, tal vez lo haya sido, pero en estos momentos no se sabe si lo es. En Venezuela los bancos no valen nada. Menos un banco intervenido, o en el estatus comprometido en el que se encuentra el BOD. Tampoco ningún activo vale nada en el país, y Víctor Vargas posee dos mansiones en Caracas y una finca de caballos y polo en el interior de Venezuela, además Seguros La Occidental y empresas en los ramos de construcción, industria y petróleo, entre otras, que generan un total de 15.000 empleados, según ha dicho el propio Vargas.
Desde joven, Víctor Vargas, exempleado bancario, quería ser banquero. Y lo logró. No sólo eso, se convirtió en referencia. Se convirtió en un hombre rico, y así él mismo lo reconoce, y lo afirma. Millonario de gustos y gastos excéntricos. En 1990, cuando todavía no se le conocía como potentado, después de haber vendido el modesto Banco Barinas, quiso incursionar en el mercado de los Estados Unidos, adquiriendo el Capital National Bank de Nueva York. Pero cometió un error. Le mintió a la Reserva Federal, FED, sobre la naturaleza de la operación, la cual consistía en una toma de control. Pero también -apuntan fuentes allegadas al equipo del banquero-, sin tener responsabilidad directa en ello, se ve inmerso en una maraña de averiguaciones por fraude, autopréstamos y hasta lavado de activos. Asesores jurídicos de Víctor Vargas han detallado que “con ocasión de la compra del Capital National Bank, el Dr. Vargas y su equipo de trabajo detectaron irregularidades cometidas por los anteriores administradores de esta institución”, y, añaden, son Vargas y su equipo, los que las detectan y ponen sobreaviso a las autoridades de los Estados Unidos, las cuales inician “el procedimiento de investigación” que concluye en el arreglo que lo eximía de “toda responsabilidad”. Inclusive, apuntan los abogados, el Board of Governors de la Federal Reserve System, “se obligó a no intentar acción adicional alguna contra” Vargas “por los hechos objeto de investigación”, en el entendido de haber quedado “establecido que el Dr. Vargas no cometió infracción alguna contra las leyes norteamericanas”, y de allí que las mismas autoridades hayan “emitido un release a favor del Dr. Vargas, es decir, un descargo de toda responsabilidad por los hechos investigados”.
El Capital National Bank quebró, dos de sus socios fueron a prisión, y él se salvó del castigo al pactar como sanción que más nunca abriría un banco en los Estados Unidos. Por eso, cuando adquiere en 2006 CorpBanca de Venezuela a los chilenos de CorpGroup, Víctor Vargas se encuentra con el destino.
La otra historia del Banco del Orinoco
Los chilenos, comandados por Alvaro Saieh, habían llegado a Venezuela a mediados de los años 90, como lo hicieron Banco Santander y BBVA. El gobierno de Rafael Caldera estaba privatizando los institutos que cayeron en desgracia en la crisis financiera ocurrida entre 1993 y 1995. Saieh adquiere el Consolidado al que transforma en CorpBanca-Venezuela. CorpBanca hereda una agencia en Nueva York, todo un emblema de los mejores tiempos de la banca venezolana que operaba sin restricciones en el mundo. CorpBanca se sigue expandiendo, y compra el Grupo Orinoco. Es esta organización la que poseía el Orinoco en Curazao.
Casi en paralelo a la entrada de los chilenos, Víctor Vargas adquiere del malogrado Bancor, capitaneado por su cuñado Juan Santaella, el BOD. Luego se monta en un plan de expansión ya que las operaciones del instituto estaban concentradas en la región petrolera del Zulia, al occidente del país. Vargas suma Valencia entidad de ahorro y préstamo y el banco Norocco. Entonces, comienza en verdad a ser Víctor Vargas.
Los destinos de CorpGroup y Vargas se cruzan por objetivos diferentes. El grupo chileno quiere vender porque sospecha del modelo que se trae Hugo Chávez que ya lleva seis años en el poder. Saieh se anticipó a los problemas igual que lo hiciera Emilio Botín, que vendió el Banco de Venezuela al mismo gobierno de Chávez. Saieh pone en venta el grupo y Vargas, que necesita sumar algo grande, entra en acción. Compite y le gana la puja a Juan Carlos Escotet, el mismo de Banesco y Abanca. Ya Banesco era uno de los tres primeros grupos del país, pero le interesaba sobremanera lo que a Vargas el destino le iba a negar: el banco de Nueva York. Escotet quería poner al fin pie en los Estados Unidos, hecho que hasta ese momento no había podido concretar. Lo logró una década más tarde, en Miami.
El banquero de los millones
Vargas cierra la operación en septiembre de 2006. Y la realidad lo va a retroceder a 1990. El pasado le va a doler. Tanto que se convierte en un tema en el que resultaba imposible hurgar. Sin embargo no podía pasar por debajo de la mesa el hecho de que los chilenos se quedaran con Nueva York, conociéndose que Vargas poseía propiedades en los Estados Unidos, entre otras, un campo de polo y caballos en Wellington, su deporte favorito, y casi que pasaba más tiempo entre Nueva York, Palm Beach y Wellington, que en la misma Caracas. Ya era un hombre de fortuna. Con yates. Con aviones, pero los aviones más caros. Con helicópteros, los más grandes. Aquellos monstruos sorprendían a cualquier neófito en la materia. También tenía mansiones, muchas.
Por ese tiempo, cuando ya lo vinculaban a ministros de Finanzas y a otros funcionarios, como el presidente del Banco Central de Venezuela del gobierno de Chávez, concedió una entrevista a The Wall Street Journal en la que quiso despejar el origen de la fortuna para que así no lo confundieran con la fauna que venía en ascenso, la boliburguesía, o los ricos bolivarianos. Dijo que no tenía un avión sino tres. Y dijo que había sido rico de toda la vida, cuando no era verdad. Su origen es de clase media, de padre médico y madre abogada y jueza, y él mismo, como se dijo, fue ejecutivo bancario. De modo que la decisión de no ser banquero en la Gran Manzana no cuadraba con su estilo de vida. Justo hace cinco años, un periodista recordó el antecedente de los años 90, y los abogados de Vargas respondieron en aquel escrito:
-La verdad es que Cartera de Inversiones Venezolana, la empresa de Vargas que adquiere CorpBanca, no estaba interesada en conservar la sucursal de Nueva York, como era su derecho como compradora.
Puntualizaban que “la sucursal estaba incluida dentro de los activos adquiridos”, sólo que en la cláusula XVIII del documento suscrito entre comprador y vendedor, se convino “en liquidar la sucursal de Nueva York y transferir los activos y pasivos de la misma al Banco del Orinoco NV, que también formó parte de los activos adquiridos por” Vargas. El escrito del equipo jurídico de Vargas también señalaba que este “está legalmente habilitado para manejar un banco en los Estados Unidos de América, previa autorización de los entes reguladores respectivos, como ocurre en la mayoría de los sistemas financieros del mundo”.
Por supuesto, previa autorización, sólo que en su caso no iba a suceder. De hecho, sucedió lo contrario. Hace tres años a Vargas no le fue renovada la visa de los Estados Unidos, obligándose a vender la mansión de Palm Beach. Pero fiel a su estilo, ni más ni menos, adquirió a Gustavo Cisneros la casa que el primer magnate de Venezuela poseía para sus huéspedes en Casa de Campo, La Romana, República Dominicana.
En Venezuela los bancos no valen nada
Curazao era un designio, y pasó de ser prioridad a pesadilla. Ahora todo en Vargas entra en revisión. Los gastos. La fortuna. El esquema de expansión. La forma de hacer banca. Las relaciones que ha sostenido durante dos décadas con el chavismo. Vargas se ufanaba de ser millonario, tal vez lo haya sido, pero en estos momentos no se sabe si lo es. En Venezuela los bancos no valen nada. Menos un banco intervenido, o en el estatus comprometido en el que se encuentra el BOD. Tampoco ningún activo vale nada en el país, y Víctor Vargas posee dos mansiones en Caracas y una finca de caballos y polo en el interior de Venezuela, además Seguros La Occidental y empresas en los ramos de construcción, industria y petróleo, entre otras, que generan un total de 15.000 empleados, según ha dicho el propio Vargas.
Desde un principio el banquero negó la intervención, y la Superintendencia de Bancos la ha negado después. Pero ello se explica. Es una decisión que persigue que Vargas pueda seguir operando con cierto margen de maniobra y no sea objeto de sanciones por parte de los Estados Unidos. El margen de maniobra es para que pueda responder con los compromisos a los clientes, y a los enlaces del régimen chavista que lo han protegido.
Caen los bancos en Panamá y Curazao de un banquero amigo del chavismo
El esquema que entra en crisis
En Venezuela es difícil ser empresario igual que banquero. El Estado lo domina todo, y más el Estado chavista que lo arropa todo. Pero el Estado incompetente y despilfarrador entró en crisis. Ese Estado ya no puede seguir tapando despilfarro con más despilfarro. Al grupo de Vargas le ocurre algo similar. Cuando se acabó el esquema que montó Chávez que incluía un sistema cambiario oscuro más el modelo de endeudar a la República con voluminosas emisiones de bonos, notas estructuradas, productos financieros, porque los miles millones de millones de dólares que recibió por ingresos petroleros no le eran suficientes para financiar su delirio de líder mundial y eterno, el modelo de Vargas también comenzó a sufrir. El esquema de Chávez favorecía el modus operandi de conexiones y favoritismos. Ese modelo produce dinero. Mucho dinero. Pero hay el riesgo de que la fiesta del dinero aniquile el negocio.
“No hizo banca”, dijo uno que fue alto ejecutivo de la organización. “Se fue por lo más fácil. Dependía del rendimiento de los bonos de la República y Petróleos de Venezuela y con eso pagaba los altos intereses que ofrecía a los depositantes en dólares del Banco del Orinoco”. Ese esquema se trancó. No obstante, los demás banqueros se anticiparon. Anticiparon el default que iba a llegar. Que llegó con Nicolás Maduro y actuaron. “Eso arroja una idea del tipo de gerencia de que dispone Vargas”. Una gerencia que piensa en sí misma antes que en la organización, señala. Los otros banqueros que operan en el mismo entorno siguieron asistiendo clientes, separaron las operaciones nacionales de las internacionales, y no le recostaban los costos personales a los bancos. En lo que refiere a Vargas, se cuentan en varios millones de dólares los costos personales cada mes.
El Banesco de Escotet tomó la decisión de apostar por España y cuando el año pasado el régimen de Maduro intervino la entidad -la medida se extendió por un año- el banquero declaró que este apenas representaba un 1% del patrimonio total. Lo mismo hizo el Mercantil, que entre 2018 y 2019, terminó de separar el riesgo Venezuela de las operaciones en el exterior, afianzándose en el mercado de los Estados Unidos. Un grupo de la dimensión del BOD ha debido actuar en consecuencia, pues Vargas pujaba por ser el primer banquero del país. Hay que recordar que además de adquirir CorpBanca, también quiso comprarle al Santander el Banco de Venezuela por más de 1.000 millones de dólares, sólo que Chávez se le adelantó, pactó con Botín, dejando fuera de lugar a Vargas, quien, de paso, perdió las arras que había entregado, 150 millones de dólares. Y aun antes de cerrar con los chilenos, estuvo negociando con BBVA el Banco Provincial. La pregunta es: ¿Cómo es que si estaba empeñado en operaciones de este calibre, no se planteaba una estrategia más coherente y de mayor impulso? A raíz de los nuevos episodios, Vargas se ha limitado a señalar que desde hace un año se encuentra en proceso de racionalización de las instituciones, lo cual le permite planificar los próximos cinco años. ¿Está a tiempo?
El banquero que se pasó de la raya
El exministro de Rafael Caldera, Carlos Tablante, tiene una explicación. Que Vargas de banquero pasó a ser un operador político del régimen chavista. De allí las conexiones directas que estableció, entre muchos otros, con los ministros de Finanzas de Chávez, Tobías Nóbrega y Nelson Merentes (este también fue presidente del Banco Central de Venezuela), con el exTesorero Nacional y confidente de Chávez, Alejandro Andrade, hoy preso en los Estados Unidos, confeso de operaciones fraudulentas por más de 1.000 millones de dólares; y con Diego Salazar -hoy preso de Maduro-, primo del exZar de PDVSA, Rafael Ramírez, perseguido de Maduro y escondido en algún lugar de Italia.
En Curazao falló la supervisión bancaria que no tomó en cuenta el alerta de los depositantes que venían sufriendo desde hace cuatro años limitaciones para retirar sus ahorros. Un cuestionado y señalado, expresidente del Banco Central de Curazao, ahora curiosamente es aliado de Vargas en este proceso.
En Venezuela ha ocurrido lo mismo con la fiscalización. En Venezuela el entramado lo ayudaba en vista de lo que dice Tablante: cruzó la línea roja del operador político. Pero Vargas se defiende y señala que sí que está supervisado. Y eso es normal. Y eso es de todos los días. Eso es conveniente. Para que el banquero actúe mejor.
Como operador político, Víctor Vargas es el primero en montarse y romper el hielo en las negociaciones con los Bonos del Sur, aquellos con los que Chávez financió al gobierno de Néstor Kirchner, y con el que ambos expresidentes también se beneficiaron de manera directa.
Vargas es quien da la cara por uno de los bloques de poder de Maduro para comprar el grupo comunicacional Capriles, por más de 150 millones de dólares.
Hay una casualidad como parte de esto. Que es luego de la compra del Grupo Capriles en 2014 que el régimen de Maduro le da el visto bueno a la fusión entre BOD y CorpBanca, la cual llevaba esperando desde 2008, cuando se hizo el anuncio de crear una sola organización financiera. Cambiaban los ministros y la medida no llegaba. Murió Chávez, ascendió Maduro, volvió Merentes al Ministerio de Finanzas y el nuevo poder llegó con la necesidad de fortalecer la artillería de periódicos, emisoras de radio y televisión. Víctor Vargas estaba allí para ayudar. La fusión de los bancos sería la recompensa, con lo cual escalaba varios peldaños en el poder bancario. Vargas había servido de puente para el pago de los 158 millones de dólares por el grupo de medios. Increíble, 40 millones más de lo que pagó Jeff Bezos por The Washington Post.
-Si el banquero pagó, la plata no era de él. De eso estoy completamente seguro -dijo una fuente del poder chavista entonces.
Vargas también apareció involucrado en los seguros de la refinería de Amuay. En agosto de 2012, la refinería explota, hay muertos, hay heridos, hay una zona afectada, y Chávez y Maduro y Ramírez hablan de sabotaje por parte de la oposición. Los seguros y reaseguros los llevaba el boliburgués Diego Salazar, el primo de Ramírez. El chavismo no investiga. El chavismo no castiga la corrupción mientras el cuestionado se mantenga leal al proceso. Por el accidente se supo que la aseguradora de Vargas, La Occidental, estaba involucrada en el negocio. El manejo de los seguros hizo de Salazar un boliburgués de más de 1.000 millones de dólares en fortuna. Manejaba el negocio a discreción. En el siniestro de Amuay se descubrió que había pólizas no contratadas pero sí pagadas. El siniestro sumaba casi 2.000 millones de dólares. El gobierno de Chávez lo calculó en 1.000. En el marco de este entramado, era Seguros La Occidental, la que oficialmente debería haber dado la cara. En el mercado apuntaban:
-La Occidental era el fronting necesario del reasegurador y el intermediario del corretaje -Diego Salazar-, obligado a buscarse una empresa que asumiera el contrato local y al mismo tiempo formalizara el reaseguro necesario.
“La realidad de los hechos, que tiene pleno respaldo documental, es que la refinería de Amuay estaba protegida por una póliza de seguros colocada a través de Seguros La Occidental, y que fue cedida en un 100% en reaseguro a empresas reaseguradoras internacionales de primera línea”, precisa un documento interno del grupo de Vargas, y con el mismo queda confirmado el manejo de la póliza por parte de La Occidental.
El escándalo era mayúsculo. Los negocios afectados por el siniestro estaban asegurados con otras compañías que debían ejecutar el respectivo peritaje para proceder con el pago. Entonces PDVSA, con el propósito de evitar cualquier averiguación, anunció que se haría cargo de todos los gastos.
Así se le echó tierra al siniestro.
Así se apagó un fuego.
Así Chávez tapó la corrupción de Ramírez, Salazar y asociados.
La petrolera buscó la vía a través de PDVIC, o lo que es lo mismo, PDV Insurance Company LTD. (PDVIC), la subsidiaria encargada de manejar los seguros. Una vez que La Occidental cede la póliza al reaseguro, PDVIC, emite un comunicado en el que asume, alegando razones estratégicas, que los siniestros pasan a ser manejados directamente por la Gerencia de Riesgos y Seguros Corporativos, salvando a La Occidental de involucrarse en lo que atañe directamente al siniestro de Amuay, y a las otras aseguradoras, en cuanto a los afectados periféricos por la explosión. Es historia que pese a la solicitud de aseguradores y reaseguradores de realizar los peritajes correspondientes, PDVSA PDVIC optó por asumir el pago de las indemnizaciones. Era preferible esto a que se demostrara, por ejemplo, que el siniestro no fue producto del sabotaje o que el escándalo no se apagara -como sí se apagó el fuego.
El enredo para los clientes del Banco del Orinoco
El Banco del Orinoco era un capítulo y se convirtió en una historia. En una historia, según cifras del propio Vargas, de 778 millones de dólares. Dinero. Mucho dinero de empresas y particulares. Monto que, dijo Vargas, pagará en 60 días, según lo establece un plan de liquidación del instituto porque, de repente, Vargas anunció, al conocerse el 5 de septiembre la medida de intervención por parte de las autoridades de Curazao, que dos días antes, es decir, el 3 de septiembre, el grupo había ordenado la liquidación del Banco del Orinoco. Son estas movidas de Víctor Vargas, las que sorprenden. Dijo un banquero:
Vargas también apareció involucrado en los seguros de la refinería de Amuay. En agosto de 2012, la refinería explota, hay muertos, hay heridos, hay una zona afectada, y Chávez y Maduro y Ramírez hablan de sabotaje por parte de la oposición. Los seguros y reaseguros los llevaba el boliburgués Diego Salazar, el primo de Ramírez. El chavismo no investiga. El chavismo no castiga la corrupción mientras el cuestionado se mantenga leal al proceso. Por el accidente se supo que la aseguradora de Vargas, La Occidental, estaba involucrada en el negocio. El manejo de los seguros hizo de Salazar un boliburgués de más de 1.000 millones de dólares en fortuna. Manejaba el negocio a discreción. En el siniestro de Amuay se descubrió que había pólizas no contratadas pero sí pagadas. El siniestro sumaba casi 2.000 millones de dólares. El gobierno de Chávez lo calculó en 1.000. En el marco de este entramado, era Seguros La Occidental, la que oficialmente debería haber dado la cara.
-Genial, pero los números no le cuadran.
Él dijo que había propuesto incluso pagar en 30 días. Y que han venido pagando y por eso el banco se ha reducido. Señaló que han devuelto cantidades importantes de fondos. Hay que preguntarse, sin embargo, ¿podrá pagar en 60 días lo que no pudo en cuatro años?
Además, la solución que propone no es convincente. Que se puede cobrar en efectivo, explica. Pero también en haberes. Que hay suficientes haberes. Que hay un portafolio de inversiones para ello. Que el cliente puede recibir su parte, la que le corresponde de ese portafolio. El cliente puede liquidarlo a través de otro banco, Y si no, “Nosotros tenemos otras instituciones financieras que permiten recibir ese portafolio”. Entonces, el cliente cobrará. O se supone que cobrará. Pues hay otra dificultad, o más de una:
Que no es posible hacer transferencias debido a los problemas que sufren los bancos venezolanos con los corresponsales. Asunto “complicado”, a los ojos de Vargas.
La otra dificultad es la competencia legal por la liquidación. Un elemento que no estaba en la historia inicial.
Sin embargo, insiste, asegura, que el objetivo, es que cada quien “reciba lo suyo en 60 días”.
Vargas también asegura que en el BOD todo lo del Orinoco está provisionado. El 100%.
Los activos del Orinoco sumaban 1.100 millones de dólares y un patrimonio de 450 millones. La autoridad de Panamá dijo lo contrario cuando decidió la suerte de Allbank. Señaló mal manejo corporativo, modelo de negocio inviable e incertidumbre por el destino de los recursos de Allbank debido a la situación del Orinoco: el 25% de los activos líquidos de Allbank están en el Orinoco y la custodia de una tercera parte de los valores. Dicho esto, la Superintendencia de Bancos de Venezuela, basó la medida de intervención del BOD apelando a la vinculación de este con el Allbank y el Banco Orinoco de Curazao. La Sudeban, fue explícita: quiere evitar el efecto contagio que puede comprometer los activos del BOD y poner en riesgo “los intereses de los clientes”. Pero un Víctor Vargas sonriente, ufano, crítico, por obvias, obsoletas o fuera de lugar, de las medidas de la autoridad, señala que el riesgo es cero. El impacto es cero. “Porque ya provisionamos”.
El banco fantasma
El Orinoco es un destino y un adiós. Así como Vargas reivindica sus raíces familiares con Curazao (su abuelo Pompeyo Irausquín tiene una plaza y una estatua en la isla) ahora también señala que la liquidación del banco era una decisión tomada porque ya no le interesa ese mercado sino otros. Las dificultades de operar en Curazao, por el tema de las corresponsalías y la vigilancia por problemas de lavado de activos y dinero, lo obligaron a tomar la decisión “voluntaria” de liquidar la institución con el fin de que los clientes puedan recibir el 100% de sus haberes. Ya está nombrado el liquidador. Precisamente Emsley Tromp, el ex presidente del Banco Central de Curazao por 25 años, sobre quien cursó una investigación por delito de fraude fiscal. Dijo que se notificó a las autoridades pero las autoridades actuaron a través de un juez para que sea el Banco Central el que liquide la entidad.
Y tienen razón las autoridades, ya que los entes financieros están regulados tanto para su constitución como para su liquidación. Nadie puede decidir la liquidación si el proceso no está supervisado por la autoridad.
Pero Vargas dice: nosotros queremos liquidarlo como corresponde en cualquier jurisdicción. Queremos liquidar nuestros haberes. Llega a más. Lanza esta perla: Si nos hubieran permitido hacer la liquidación como la planteamos, no estuviéramos aquí, dijo en rueda de prensa la semana pasada.
El banquero amigo del chavismo se defiende: Curazao lo limitó y Panamá actuó de forma desproporcionada
Siguiendo la versión de Vargas, el Orinoco se convirtió en un asunto más que complejo. Tan complejo, que “el banco no existe como tal”. Porque el grupo está devolviendo la licencia. Y ahora hay un proceso judicial. O sea, todo se enreda. Un enredo pareciera que conveniente para el banquero pero nunca para los clientes.
-La diatriba es quién lo liquida -señaló Víctor Vargas, que de esto sabe.
“Desde que se entra en proceso de liquidación ya el banco no existe”, dijo Vargas. Y no hay intervención porque el banco no existe. De modo que el banco se transformó en un fantasma. Y suponiendo que no existe el banco, hay que apuntar, sin embargo, que Vargas sí existe. El dueño es de carne y hueso. Y con mucho cerebro e imaginación. Un operador financiero que lo conoce muy bien señala:
-Conozco dos personas que duermen a pierna suelta aun estando al borde del abismo. Víctor Vargas es uno de ellos.