Juan Carlos Zapata (ALN).- La Asamblea Nacional llama al pueblo no solo a desconocer la Asamblea Nacional Constituyente que se ha dado la dictadura militar que encabeza Maduro, sino también a luchar contra ella, lo cual “exige la articulación de acciones efectivas e inmediatas orientadas a deponer tal forma despótica de gobierno”.
El diputado y expresidente de la Asamblea Nacional Henry Ramos Allup lo define como un texto de redacción impecable y orientación precisa. Se refiere al Acuerdo emitido por la Asamblea Nacional desconociendo la Asamblea Nacional Constituyente. La que la dictadura en Venezuela se dio a sí misma mediante comicios fraudulentos celebrados este domingo 30 de julio. Es dictadura, según Ramos Allup, porque el régimen de Nicolás Maduro es militar, sustentado por militares, tutelado por militares y en el que mandan militares. Por tanto, hay que repetirlo: se trata de una dictadura. Y es desde esta condición que parte el Acuerdo del Parlamento. Que la “supuesta e ilegítima ‘elección”’ de esa Asamblea Nacional Constituyente solo fue posible “con el apoyo de la mayoría de los rectores del Consejo Nacional Electoral, magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y la alta cúpula de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”.
Justo, la Fuerza Armada se lleva el segundo considerando para seguir en la línea de lo manifestado por Ramos Allup. “Que las autoridades de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana han asumido el protagonismo en los anuncios relativos al proceso electoral, invirtiendo el principio constitucional de sujeción de la autoridad militar a las autoridades civiles; lo cual es una muestra del militarismo que se nos pretende imponer, en contravención a los valores cívicos y republicanos plasmados en la Constitución vigente de 1999”.
En esa misma dirección, otro considerando del Acuerdo tiene que ver con la Fuerza Armada y también con la fuerza policial. Se trata de la represión. Consustancial a la dictadura, al militarismo, a la combinación diseñada por Hugo Chávez y seguida por Nicolás Maduro como fórmula de poder: la llamada unión cívico-militar que la dirigencia venezolana prefiere señalar como la unión militar-cívica. El considerando reza así: “Que el pueblo de Venezuela, en ejercicio de su derecho a la resistencia, realizó diversas protestas pacíficas durante la jornada del 30 de julio de 2017, con el deplorable saldo de 16 personas asesinadas, cientos de heridos y numerosas personas detenidas de manera arbitraria, ante la represión a la cual ha acudido el régimen de Nicolás Maduro para tratar de imponer su fraudulenta e ilegítima Asamblea Nacional Constituyente”.
Es dictadura, según Ramos Allup, porque el régimen de Nicolás Maduro es militar, sustentado por militares, tutelado por militares y en el que mandan militares
Pese a la redacción y la orientación impecable y precisa, el considerando no sujeta el problema en su magnitud. Pues no basta con apuntar la represión de un día. Del solo día de la elección. Y es que la represión que lleva ya más de 100 muertos, miles de heridos, y miles de detenidos, algunos de ellos incluso procesados por la justicia militar, lo cual confirma la naturaleza militar del régimen, comenzó desde abril, desde la primera jornada de protesta, cuando el régimen se desnudó en su condición dictatorial, cuando el Tribunal Supremo de Justicia dictó las sentencias que rompieron el hilo constitucional, y cuando el Consejo Nacional Electoral y el mismo TSJ le dieron el visto bueno a la convocatoria de la Constituyente.
Esa ruptura ha sido avalada por la cúpula militar, por el estamento militar. Y como constancia cruda del respaldo al golpe continuado diseñado por Maduro y el grupo que lo apoya en el poder, cuenta la operación represiva y de terror, llevada a cabo por la Guardia Nacional Bolivariana, por la Policía Nacional Bolivariana, por la policía política, Sebin, y los grupos paramilitares. De modo que la represión de los días previos y del propio 30 de julio, no responde al evento específico del fraude electoral sino al proceso más complejo de instaurar la dictadura. De tal manera que la Constituyente vendrá a ser el paso, el eslabón categórico, de este proceso dictatorial. Ese día la represión escala con el saldo de muertos ya anotado, pero aún no se puede pronosticar si se ha llegado al extremo porque en dictadura no hay límites en cuanto a represión y fuerza se refiere. De hecho, ya escala la persecución. Ya volvieron a la cárcel los dirigentes Leopoldo López y Antonio Ledezma, quienes gozaban del beneficio de casa por cárcel.
Pronóstico reservado
El pronóstico aún es más complicado de aventurar, si se toma en cuenta lo que señala el siguiente considerando del Acuerdo: que “la asamblea nacional constituyente es un fraudulento e ilegítimo proceso que solo pretende derogar la Constitución de 1999 por mecanismos distintos a los previstos en ella, con el propósito de instaurar en Venezuela una dictadura de corte totalitaria”.
En una dictadura militar se irrespeta el orden jurídico, el Estado de derecho. La Constitución es letra muerta. En una dictadura totalitaria se sobrepasan las formas, los límites, tal como desde ahora se manifiesta la dictadura madurista, en cuanto combina la concepción del poder copiada del modelo cubano, más los códigos de la cúpula militar que en Venezuela se ha declarado chavista, revolucionaria, socialista y antimperialista.
Pero hay algo más que marca la diferencia respecto a experiencias del pasado, a dictaduras del pasado. El exguerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos lo ha escrito con detalles en El País de Madrid: “Los militares venezolanos tienen más generales que Estados Unidos, ocupan miles de puestos de gobierno, han armado paramilitares, se han involucrado en el narcotráfico, han intervenido y expropiado empresas, se benefician de la corrupción, controlan el mercado negro, reprimen, apresan, torturan, juzgan y encarcelan opositores. En 17 años los militares han matado casi 300 venezolanos por protestar en las calles. En la historia de las dictaduras latinoamericanas no ha existido una élite militar que haya podido enriquecerse tanto como la venezolana y todo esto lo han defendido como ‘revolución popular’ los extremistas de izquierda en todo el planeta. La plata venezolana logró que intelectuales de primer y tercer mundo establecieran que los antes ‘gorilas derechistas’ fueran reconocidos como un fenómeno revolucionario”.
Por lo pronto, la Asamblea Nacional acuerda “Rechazar la masacre y los delitos aberrantes cometidos contra los venezolanos, quienes en ejercicio legítimo de su libertad de expresión, de protesta y de resistencia, manifestaban en rechazo de ese fraude constituyente y expresar la solidaridad de este cuerpo parlamentario para con las víctimas de la represión, los detenidos y los familiares de los fallecidos, así como con todo el pueblo de Venezuela”.
Medida de la naturaleza dictatorial del régimen militar-cívico, es el considerando que ratifica que la elección fraudulenta pretendió “dar legitimidad al proceso constituyente”, hecho imposible ya que “el procedimiento se inició con la usurpación de la soberanía popular, la cual nunca fue consultada sobre la convocatoria de la asamblea constituyente, según lo ordena el artículo 347 constitucional”. Nada en contra hizo la Fuerza Armada. Por el contrario, el Ejército custodió el fraude. La Guardia Nacional, el Sebin, los grupos paramilitares y la Policía Nacional, escalaron en la represión. De allí la felicitación emanada del cabeza de la dictadura, Nicolás Maduro. La siguiente cita es del diario oficialista Correo del Orinoco: “El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, felicitó al Plan República, a los miles de soldados de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y a todo el Alto Mando Militar por la impecable labor desarrollada durante el proceso electoral para escoger a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC)”. Cuestionó que hubo efectivos retirados que aseguraron que la FANB estaba en contra de la Constituyente y dijo que “habrán sido oficiales de la Fuerza Armada, pero no conocen el alma bolivariana y chavista de la Fuerza Armada, y si la Fuerza Armada es retada, saldrá a tener un Plan República impecable”.
Aún no se puede pronosticar si se ha llegado al extremo porque en dictadura no hay límites en cuanto a represión y fuerza se refiere
Dicho esto, el Acuerdo asume “un cambio importante en el escenario político y constitucional venezolano”, que está en “el intento definitivo de instaurar la dictadura de corte totalitario amparada en la figura de la Asamblea Nacional Constituyente”, por lo cual esta nueva realidad “exige la articulación de acciones efectivas e inmediatas orientadas a deponer tal forma despótica de gobierno, contribuyendo así al restablecimiento efectivo de la Constitución en Venezuela, en el marco de los artículos 333 y 350 de esa Constitución, con la legitimidad democrática derivada de la consulta popular del 16 de julio y el apoyo de la comunidad internacional comprometida con la defensa universal de los derechos humanos y de la democracia constitucional”.
Para comenzar, la Asamblea Nacional propone que “todos los actos y procesos derivados de tal constituyente deben ser desconocidos por los ciudadanos y los funcionarios públicos, quienes están en el deber de restablecer la vigencia de la Constitución de 1999, todo ello, conforme a sus artículos 333 y 350”.
Entre los acuerdos, agrega que “Asimismo, se ratifica el derecho de resistencia del pueblo de Venezuela frente a esa fraudulenta e ilegítima Asamblea Nacional Constituyente, así como el deber de los funcionarios e integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de desobedecer todos los actos derivados de la fraudulenta constituyente, y contribuir activamente para restablecer la vigencia efectiva de la Constitución de 1999”.
#SesiónAN desconocemos fraudulenta constituyente. https://t.co/da2VpRAJqw
— Henry Ramos Allup (@hramosallup) 1 de agosto de 2017
Este último mensaje hoy puede antojarse una paradoja. Y es que al menos la cúpula militar, hasta ahora, ha cerrado filas, asumiendo el modelo y la dictadura. Sin embargo, en política las puertas no se cierran, aunque el mismo Ramos Allup ha dejado constancia en varios discursos de que no hay que esperar de los militares una solución militar a lo que ya es una dictadura militar.