Redacción (ALN).- El fotógrafo e instructor de pilates Joseph DeRuvo tomó la drástica decisión de dejar de usar zapatos hace más de 20 años y sus pies están más sanos que nunca, en un caso que causa al menos curiosidad entre sus vecinos del estado de Connecticut, en Estados Unidos.
Todo comenzó cuando DeRuvo tenía 39 años y una bursitis, una enfermedad inflamatoria que puede producir dolor en los tejidos y músculos de diversas partes del cuerpo, le atormentaba.
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En el caso particular de Deruvo, la bursitis le producía grandes dolores en los pies, razón por la que decidió dejar de usar zapatos.
La patología, además, le provocó la aparición de unas protuberancias similares a los llamados juanetes -una deformidad progresiva que afecta a la parte delantera del pie- a los lados y en los dedos gordos.
Una alergia que complica su vida
La vida fue incluso más injusta con DeRuvo, puesto que la enfermedad era tratable con cirugía, pero tuvo que descartar esta opción por su alergia a los metales.
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Tras todo esto, la mejor opción fue dejar de usar zapatos para aliviar el dolor. Con todo, la decisión le ha provocado más de un problema. Por ejemplo, una vez lo echaron de un supermercado por no llevar zapatos. No valieron de nada sus explicaciones.
«Más personas se rompen el cuello con tacones altos que con los pies descalzos», le dijo DeRuvo al encargado que lo echó del supermercado.
Un cuerpo acostumbrado a no usar zapatos
El hombre también dijo que se ha acostumbrado a no usar zapatos, de tal manera que sus pies se han curtido y se han vuelto resistentes.
«La mayoría de la gente piensa que mis pies son de gente enferma, pero no saben que con el tiempo se han fortalecido. Aprendí que partes de nuestro cuerpo pueden volverse sorprendentemente fuertes, e incluso mi médico dice que mis tobillos son más fuertes que el promedio», dice DeRuvo en la entrevista con el New York Times.
La «paz» que ofrece el suelo
Finalmente, la filosofía de vida adoptada por el fotógrafo le permite mantenerse alrededor de su casa con su mujer e ir a los lugares donde no lo hagan sentir diferente por caminar con sus pies a la intemperie. “Caminar por los jardines es fácil, hacerlo entre personas es lo complicado“, explica DeRuvo al citado medio estadounidense.
“Cuando mis pies no tocan el suelo, me siento un poco más tenso que de costumbre. Pero cuando puedo sentir el suelo, realmente me ayuda y me da paz”, concluyó.
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Con información de El Periódico.