Zenaida Amador (ALN).- El impacto de las decisiones adoptadas en el XXV Encuentro del Foro de Sao Paulo celebrado en Caracas, Venezuela, todavía no termina de percibirse con claridad. Algunos le atribuyen la raíz de los conflictos que azotaron a la región desde agosto, pero poco más. Sin embargo, el impacto buscado es de más largo aliento, porque intenta allanar el camino para la continuidad de la izquierda latinoamericana en el poder recurriendo a varias vías, entre ellas la ideologización.
Nicolás Maduro, que fue el anfitrión del citado encuentro, se ha aplicado en eso de darle cumplimiento a los puntos acordados. Recientemente anunció la creación de la Universidad Internacional de la Comunicación, con sede en Caracas y que comenzará actividades en el primer tramo de 2020. “Debe ser una universidad para la creación, para la conciencia, para la defensa de la verdad y para la batalla mundial”, aseguró.
Resulta paradójico que un proyecto de esta naturaleza provenga de un reconocido violador de la libertad de prensa a nivel internacional. El informe sobre la situación de Venezuela, elaborado en julio por la alta comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones, Michelle Bachelet, señaló que las autoridades venezolanas han “tratado de imponer una hegemonía comunicacional imponiendo su propia versión de los hechos y creando un ambiente que restringe los medios de comunicación independientes” y, para ello, han perseguido, atacado y detenido periodistas, mientras bloque sitios web de noticias independientes e incluso las principales redes sociales.
Pero la razón que mueve a Maduro es precisamente seguir dándole piso estratégico a la proyección de su modelo político. En el XXV Encuentro del Foro de Sao Paulo quedó muy claro que “es imprescindible instituir una escuela de comunicación política de las fuerzas progresistas, populares y de izquierda latinoamericana y caribeña, que nos permita compartir conocimientos sobre las tramas de poder detrás de los medios, la necesidad de democratizarlos y las oportunidades propiciadas por las nuevas tecnologías de la información”.
Su foco es apuntalar medios como Telesur (creado por el chavismo y financiado por los gobiernos aliados) y otros (gráficos, radiales y televisivos) que se enmarcan en “la resistencia contra el modelo hegemónico”. De allí la importancia, a los efectos de los miembros del Foro, de formar “cuadros políticos en comunicación”.
“Es necesario sostener en forma permanente una pedagogía comunicacional, porque el mercado” -eufemismo que nos remite al accionar del capital financiero y las multinacionales-, no solamente se posiciona por ser el dueño del capital y la tecnología, sino porque “construye” cotidianamente a través de los medios de comunicación que controla, un “sentido común”, un “consenso social”, una “voluntad social permeable a sus intereses”, se lee entre los acuerdos del encuentro celebrado en Caracas.
El plan chavista del Foro de Sao Paulo parece que no es tan perfecto
El laboratorio universitario
El anuncio de la creación de la universidad tuvo lugar al cierre del primer Congreso Internacional de la Comunicación que tuvo lugar en Caracas en los primeros días de diciembre bajo el lema ‘¡Ahora hablan los pueblos!’. Este evento es parte de la onda de revolución comunicacional que la izquierda quiere expandir por Latinoamérica. “Ha empezado una nueva ola de liberación de los pueblos y no podrá detenerlo el imperialismo ni con golpes de Estado, ni con persecución”, afirmó Maduro.
De hecho, ya está previsto el segundo Congreso para febrero de 2020 en Managua. En tal sentido la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, informó que la Universidad Internacional de la Comunicación también tendrá sede en ese país a través del Consejo Nacional de Universidades “para promover la verdad de los pueblos en las universidades”.
El ministro para la Educación Superior de Venezuela, César Trómpiz, explicó que la recién creada universidad operará en alianza con países como Perú, Argentina, Bolivia, Cuba y México con el objeto de “satisfacer la capacidad de comunicar y construir nuevos códigos culturales y de relación entre los pueblos” e “integrar los esfuerzos comunicativos de los pueblos en lucha”.
Diosdado Cabello, presidente de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente, complementó el anuncio asegurando que para la universidad se podrían utilizar las instalaciones del diario El Nacional, ya que mantiene una querella legal por difamación con sus editores que, en un primer fallo a su favor, les ordena pagarle 1.000 millones de bolívares. Aunque el caso no ha agotado todas las instancias legales, Cabello lo da por cerrado. “Apenas tenga la sentencia, me dicen dónde firmar para entregar el edificio para la Universidad Internacional de la Comunicación”.
Nicolás Maduro recibe un balón de oxígeno de la izquierda latinoamericana
Tejiendo la red
El primer Congreso determinó que la Universidad Internacional de la Comunicación está “concebida como una comunidad de saberes a través de una plataforma de formación, investigación, producción de conocimientos y de contenidos, para aportar al proceso de liberación de los pueblos, a la búsqueda de la igualdad, el buen vivir y la justicia social”.
Se trata de un bastión de lucha para darle visibilidad a las luchas populares, lo que demanda, igualmente, la creación de Redes Internacionales de Comunicación donde los partidos políticos, movimientos sociales y organizaciones del Poder Popular articulados a través del Foro de Sao Paulo y sus alianzas podrán confluir usando sus distintas plataformas de comunicación.
Ya el Foro de Sao Paulo había concluido que “es vital avanzar más rápidamente en consolidar una red de comunicadores continental, generar intercambios de información, recuperar iniciativa y contrarrestar el accionar de los grupos monopólicos”.