Ysrrael Camero (ALN).- Los datos del mes de febrero respecto al empleo en España son preocupantes, aunque previsibles. El número de parados superó los cuatro millones, mientras que los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTES) se acercan a los 900.000 trabajadores. La dificultad para hacer compatible salud y economía conlleva una presión creciente sobre los gobiernos, tanto al nacional como a los autonómicos, para que reactiven la movilidad.
La ilusión de recuperación económica del último trimestre de 2020 se apaga con las cifras de febrero del presente año. Efectivamente, la tercera ola de la pandemia parece haber ralentizado aún más la economía. En febrero el número de parados subió en 44.436 personas, lo que implica que España supera los cuatro millones de parados, cifra que no se veía desde el año 2016. Esto representa un crecimiento del 23,5% respecto a las mismas fechas del año pasado.
Los sectores donde más ha crecido el desempleo son la agricultura, la pesca y los servicios. Sólo el sector de la construcción está generando mayor empleo. Donde más crece el desempleo es en Canarias, Aragón, Rioja y Navarra, siendo también afectadas de manera sensible Andalucía, la Comunidad Valenciana y Madrid. En cambio, tanto en Extremadura como en el País Vasco se reduce el desempleo.
El incremento del número de afiliados a la seguridad social también es un dato importante. Su número aumenta apenas en poco más de 20.000 personas, con lo que se acerca a los 19 millones de afiliados en España. Los sectores que más crecen en afiliados son los de la agricultura, la construcción y la industria. Se ha perdido afiliación en las Islas Canarias, Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana. Madrid, Murcia, Aragón y Cataluña han crecido.
Se incrementan los contratos en el sector de construcción, pero empiezan a decrecer más los contratos indefinidos que los contratos temporales, lo que probablemente indica que hay sectores que están tocando fondo. Las comunidades autónomas que reducen más la contratación son Asturias, Galicia y Valencia, mientras que sólo se incrementa el número de contratos en las de Madrid y Murcia.
Este impacto negativo en el mundo del trabajo golpea especialmente a las mujeres y a los jóvenes. Se incrementa la feminización del paro, al subir en un 1,38% el número de paradas, y reducirse en 8,72% el número de contratadas, por encima de las cifras de los trabajadores hombres. El paro juvenil se incrementa por encima del promedio general, observándose también que aumenta el paro en los mayores de 45 años, nuevamente vinculado con la extinción de muchos contratos fijos. A estos números debemos incorporar los 900.000 trabajadores que se encuentran en Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), la mitad de los cuales están vinculados a la hostelería.
Es probable que estemos enfrentando las consecuencias económicas de la tercera oleada de la pandemia del coronavirus. Entre una y otra ola pandémica se desarrollan polémicas sobre la necesidad de salvar determinada temporada, primero fue salvar la Navidad, ahora es salvar la Semana Santa. La preocupación dista de ser religiosa, porque su detonante es la necesidad de permitir la movilidad, de que se restablezca el consumo y que se salve al pequeño y mediano comercio dedicado a la restauración y la hostelería, es decir, el bar de la esquina, la panadería de la otra calle o la pequeña posada en la playa.
Esta noticia emerge en un contexto difícil. La actividad económica de la zona euro se redujo por cuarto mes consecutivo. De acuerdo al Índice compuesto de gerentes de compras (PMI), realizado por IHS Markit, mientras Italia y Alemania registraron un crecimiento económico modesto, España siguió destruyendo empleo durante el mes de febrero de 2021. La clave estuvo en la recuperación del sector de las manufacturas alemán e italiano, que equilibró un sector de servicios detenido por la pandemia.
La lentitud en la vacunación en Europa hará más tardía la normalización de la movilidad, dado que continuarán medidas sanitarias restrictivas, lo que podría ser una muy mala noticia para economías dependientes del turismo, como España.
El punto no es tanto saber si se podrá salvar la Semana Santa, sino si será posible restablecer el flujo de turistas europeos para el próximo verano. Este aspecto ha sido particularmente agresivo con Canarias y las Baleares, que dependen fuertemente de los turistas europeos.
Para Nadia Calviño, la vicepresidenta encargada de los asuntos económicos, el comportamiento de la economía demuestra que sin salud no hay crecimiento económico sostenible, por lo que hace más hincapié en garantizar que la desescalada de la pandemia prosiga y no retroceda, porque sólo así se podrá lograr un verano hospitalario para la reactivación del sector turismo.
Ayudas a los empresarios
En medio de estas noticias se aviva la polémica en torno a las ayudas directas, solicitadas por los empresarios. Calviño ratifica que se han otorgado alrededor de 120.000 millones de euros en créditos. Ante la alternativa de entrega de dinero en mano, la vicepresidenta ha señalado que el Estado ha asumido los costes empresariales, lo que significa una ayuda directa.
Gracias a los fondos europeos se espera alcanzar los 150.000 millones de euros en ayudas futuras, logrando agilizar una transferencia de recursos a los empleadores, y reforzando la solvencia empresarial.
España se encuentra a la espera de los efectos del Plan de recuperación sobre la actividad económica, aunque no será sino hasta el mes de junio que vendrán los primeros 10.000 millones de euros. Se sostiene que, a lo largo del año 2021 con mucha dificultad se podrá invertir alrededor de 14.000 millones de estos euros. El acceso a estos fondos se realizará sobre proyectos y cumpliendo los requisitos definidos por la misma Unión Europea.
El golpe de la pandemia sobre la economía está resultando bastante grave. La reducción en el consumo trae consigo una menor inversión, así como estamos viendo una reducción de las exportaciones. Para el año 2021 se espera una recuperación de apenas el 6%, muy por debajo de las cifras que anunciaba el gobierno. El comportamiento esperado para el año 2022 sería similar, un crecimiento que debe trasladarse al empleo.
El gobierno ha centrado sus planes en una recuperación de la economía, posterior a la pandemia, que reduzca la vulnerabilidad del aparato productivo respecto a los choques externos. Esto significa que una parte de los fondos europeos se dedicaría no sólo a la recuperación del aparato económico previamente golpeado, sino a la creación de un sector de economía verde y digitalizada que sea más resiliente ante las nuevas crisis. Para el gobierno parece ser la única manera en que la estructura económica española puede salir más fortalecida de la pandemia. Sin embargo, este cambio estructural no sólo necesita recursos, sino tiempo y continuidad, elementos que se perciben escasos.