Alfredo Carrasco (ALN).- Al llegar a Caracas, Julio Jaramillo se relaciona con César Roldán, dueño del sello La Moda del Disco (Discomoda). Graba un sencillo de música venezolana. Era disciplinado y exigente con los músicos. No confiaba en royalties por las ventas de los discos, por lo cual apenas concluía la grabación reclamaba que le pagaran sus honorarios. En el vestir era muy cuidadoso, siempre de flux y corbata.
A pesar de la fama y popularidad que lo acompañó desde sus 20 años, la principal característica de Julio Alfredo Jaramillo Laurido, mejor conocido como Julio Jaramillo, fue siempre la humildad y sencillez. No le resultaba fácil hablar en primera persona.
Nació en Guayaquil el 1 de octubre de 1.935 en un barrio pobre de la ciudad. A temprana edad descubrió su vocación de cantante. A los 15 años, debuta en una emisora de radio, luego de ganar un concurso
ante 12 competidores. Fue así, como por primera vez, escuchó los aplausos del público, que presenció en vivo la actuación.
Era un hombre de mediana estatura, pelo liso, rostro perfilado. De conversación pausada y palabra cortas. Se residenció en Caracas a finales de 1965 hasta 1978. Para esa época ya estaba consolidado como artista, principalmente en Perú , Colombia, México, Honduras y por supuesto, también en su natal Ecuador, en donde rivalizaba con Olimpo Cárdenas, cantante de gran popularidad.
Al llegar a Caracas, Julio Jaramillo se relaciona con César Roldán, dueño del sello La Moda del Disco (Discomoda). Graba un sencillo de música venezolana. Por la cara A incluye la canción Como Llora una estrella y por la cara B Pajarillo. Este disco resultó todo un fracaso, y por más esfuerzo que se hizo no hubo ventas, aunque más tarde Como llora una estrella fue interpretada con éxito por varios artistas.
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No podía ser de otra manera, me dijo Julio Jaramillo ante la música venezolana. Y es que Mario Suarez, Héctor Cabrera y Rafael Montaño, eran las estrellas en ese estilo.
Pero luego vino Fatalidad, que resultó ser el comienzo de su buenaventura en Caracas. Fatalidad era una melodía del compositor Laureano Martínez, un vals peruano que había sido grabado por Olimpo Cárdenas. Se le sustituyó la guitarra por un requinto y en un modesto estudio se grabó de nuevo. En una semana se vendieron 8 mil copias y hubo necesidad de imprimir muchos más discos.
A julio Jaramillo lo entrevisté por primera vez en los estudios de la caraqueña Radio Rumbos, en la que conducía el programa Julio Jaramillo y sus canciones. Se transmitía todos los días a las 6 de la tarde, hora estelar. Estuvo algunos años en el aire.
Era disciplinado y exigente con los músicos. No confiaba en royalties por las ventas de los discos, por lo cual apenas concluía la grabación reclamaba que le pagaran sus honorarios. En el vestir era muy cuidadoso, siempre de flux y corbata. Buen aficionado al hipismo, los domingo a primera hora, sellaba su cuadro del 5 y 6 para apostarle a las carreras que se desarrollaban en el hipódromo de La Rinconada de Caracas. Sellar un cuadro era parte de la tradición de millones de venezolanos. Julio Jaramillo iba seleccionando durante la semana los caballos a los que apostaría.
Solía presentarse en Le Garage, un cabaret que lleva el francés Roland Rialod, ubicado en el este de Caracas. Riolad era uno de los pioneros en fundar y abrir cabarets en Caracas. En Le Garage también se presentaron Javier Solís, Daniel Santos y Leo Marini, entre otros.
A Julio Jaramillo se le veía en los almuerzos y cenas en los restaurantes Las Tres Carabelas y Los Hermanos Alvarez; el primero, de comida española, ubicado en La Candelaria; y el segundo en el centro de la ciudad.
En una larga conversación me refirió que había quedado huérfano de padre a los siete años, que desde entonces su vida no fue fácil. Eran cinco hermanos que tuvieron que trabajar duro, y que a él por su condición de cantante le resultó menos difícil. Sin embargo, la vida del artista tiene su incertidumbre. Todo no siempre es éxito.
Llevaba una vida de bohemio. Le gustaba la noche. Iba de un lugar a otro. Y en referencia a la bebida y la tendencia al alcohol, señaló que cuando actuaba la gente quería compartir, por lo cual le brindaban un trago que no podía despreciar. Eso se podía tomar como una descortesía y “yo me debo al público”, me dijo.
En cuanto a los hijos que se le atribuían apuntó que solamente reconocía alrededor de 18. Pocos en comparacion con su papá, Apolonio Jaramillo, que tuvo 32.
Julio Jaramillo, El Ruiseñor de América, grabó 4.000 canciones en sus 23 años de vida artística. Falleció en 1979 a consecuencia de una operaciòn de vesícula, en su Guayaquil querido, a los 43 años de edad. El año antes había salido de Caracas.
Su vida, para muchos, se convirtió en leyenda y todavía disfrutan de su voz , escuchando sus canciones. Aun suenan éxitos eternos como Rondando tu Esquina, No me Toquen ese Vals, Nuestro Juramento, Fatalidad y tantas otras.