Pedro Benítez (ALN).- En un reciente mensaje difundido por su cuenta de Twitter, el expresidente de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) durante los años 2004 a 2014 y exministro de Energía y Petróleo (2002-2014), Rafael Ramírez, ha recordado que: los hidrocarburos fósiles suplen el 83% del consumo mundial de energía, “por lo que el petróleo sigue teniendo un rol fundamental en la economía mundial”.
Atinada precisión en medio de la crisis por la cual atraviesan las distintas economías del mundo ante los crecientes precios de la energía y que ha puesto, nuevamente, a los combustibles refinados del petróleo en el centro de las preocupaciones colectivas y gubernamentales.
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La guerra de Rafael Ramírez contra Nicolás Maduro
Lamentablemente para Venezuela, esa coyuntura que en otros momentos de la historia nacional hubiese sido una oportunidad, ahora se escapa en virtud del penoso proceso de declinación que desde hace años atraviesa la industria petrolera nacional. Proceso del cual el citado Rafael Ramírez fue protagonista principal.
Como la memoria colectiva (en particular entre latinoamericanos) es corta, es pertinente recordar que el Imperio romano no cayó en un día. PDVSA, otrora orgullo nacional como la empresa estatal mejor administrada del mundo y la cuarta entre las transnacionales petroleras muy por encima de Pemex o Petrobras, tampoco.
El caso más grande de corrupción en Venezuela
Bajo el actual régimen político imperante en el país entró en una espiral descendente de descapitalización humana, financiera y tecnológica. Pero además, según admite el propio presidente Nicolás Maduro, la corrupción sistémica que la terminó envolviendo.
En octubre de 2016 la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional (AN) de mayoría opositora presentó luego de varios meses de recopilación su “informe final” sobre las presuntas irregularidades administrativas ocurridas en la estatal petrolera durante los años 2004 a 2014. Ramírez fue su presidente y al mismo tiempo ministro de Petróleo. Este último detalle no hay que olvidarlo pues él se controlaba a sí mismo. Es decir, se pagaba y daba el vuelto.
Según el mencionado informe parlamentario en ese período se habrían desfalcado a la empresa un monto superior a los 11 mil millones de dólares en diversas operaciones, lo que se calificó como “el caso de corrupción más grande de la historia de Venezuela”.
Así fue la gestión de Rafael Ramírez
Por primera vez en la era chavista un poder público investigaba y denunciaba al sector clave de la economía venezolana y del régimen, la todo poderosa PDVSA. Hasta ese momento los señalamientos desde la opinión pública por corrupción o manejos cuestionables contra la gestión de la estatal petrolera eran abundantes. Incluso habían sido objeto de documentadas investigaciones; para destacar dos: Chavismo, poder y dinero de Juan Carlos Zapata y El gran saqueo por Carlos Tablante y Marcos Tarre.
Contrataciones por sobornos; manejo irregular de los recursos destinados al mantenimiento de refinerías (motivo por el cual el sistema de refinación colapsó); desfalco del fondo de pensiones de los trabajadores de PDVSA (540 millones de dólares); compras con sobreprecio de taladros importados de China; así como las importaciones también con sobreprecios de plantas eléctricas durante el inicio de la crisis del sector en Venezuela; son solo algunos de los casos denunciados durante la gestión de Rafael Ramírez.
Pero hay otros dos notables que por su magnitud hacen inexcusable su responsabilidad: la asignación millonaria de pólizas de seguro a su primo Diego Salazar y el manejo de la tesorería de exportación de la corporación (de los crudos que no se despachaban a Estados Unidos) en el banco portugués Espírito Santo, institución de alto riesgo que no tenía la solvencia adecuada para la magnitud de esas operaciones.
En julio de 2014 Espíritu Santo quebró. Nunca se investigó, ni la directiva de PDVSA aclaró, los montos que se perdieron allí. Se estima que la estatal tenía colocados 1.000 millones de dólares en notas estructuradas en el banco portugués.
Sin investigaciones del chavismo
Todos estos fueron escándalos que nunca fueron objeto de investigaciones oficiales hasta que la oposición ganó la mayoría de las bancas de la AN.
Sin embargo, paralelamente a la acción contralora de AN, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicias (TSJ) admitió un recurso interpuesto por la representante legal de Ramírez contra esa investigación y en cuestión de días resolvió suspender “los efectos de la investigación” iniciada. Un manto de impunidad cubrió la cuestionada gestión.
No obstante, un año después el tema dio un giro espectacular en manos del Fiscal General designado por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Tarek Wiliam Saab. Éste emprendió sus propias investigaciones e imputaciones en las que fueron destituidos y detenidos 42 empleados (de ellos 7 altos gerentes) de la Dirección de Exploración y Producción de PDVSA Oriente, señalados por distintos delitos. Además de seis directivos de CITGO, filial norteamericana de la estatal, incluido su presidente.
En esos procedimientos de Saab contó (como no podía ser de otra manera) con todo el apoyo de Maduro que se apresuró a designar un nuevo presidente para CITGO, en este caso Asdrúbal Chávez y de paso reconocer el profundo problema de corrupción de la estatal petrolera.
Mientras tanto la tensión pública entre Maduro y Ramírez fue en aumento con acusaciones cruzadas de traición y serios cuestionamientos a la gestión económica del país por parte de este último.
El inmenso poder de Rafael Ramírez
Ramírez fue el único funcionario en cien años de historia petrolera venezolana que tuvo en sus manos el Ministerio de Petróleo y PDVSA al mismo tiempo. Ni siquiera Juan Pablo Pérez Alfonzo, el mítico fundador de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tuvo un poder parecido.
Durante una década fue el segundo hombre fuerte del régimen, por encima de personajes como el diputado Diosdado Cabello o el general en jefe Raúl Isaías Baduel. Con el protagonismo nacional e internacional que se le dio a PDVSA, todo tenía que pasar por él. Desde los 100 mil barriles diarios de crudo que despachaban a Cuba, pasando por los suministros a Petrocaribe y el ALBA, las importaciones de alimentos de PDVAL (una filial de PDVSA creada para ese fin) hasta mantener lubricada la maquinaria clientelar del oficial Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Incluso en su rol de super gerente se le delegó la responsabilidad de Coordinador del Órgano Superior de la Vivienda, iniciativa que fue propagandísticamente clave en la reelección presidencial de 2012.
Por esas razones que cada vez que lo han cuestionado por su gestión al frente de la industria petrolera responde diciendo: “Si me acusan de corrupción, Chávez estaba allí”. “Todo lo que hice me lo ordenó o lo sabía el expresidente”.
A partir del momento en el cual se puso al frente de PDVSA ésta se dedicó a hacer muchas cosas bastante alejadas de su negocio pero demandadas por el proyecto político.
Malas decisiones
Entre otras decisiones del alto Gobierno, revirtió parcialmente la apertura petrolera de los años noventa, que había permitido por primera vez la llegada de inversión extranjera al sector desde la nacionalización de 1975, que permitió incrementar en 600 mil barriles al día la producción de crudo del país para 1998.
El cambio de las condiciones y los contratos llevó a que varios socios de PDVSA como Exxon y Conocco se fueran del país, mientras llegaban nuevas empresas rusas, chinas o vietnamitas.
Como consecuencia de todas estas acciones la producción petrolera venezolana nunca llegó siquiera a alcanzar la cuota asignada por la OPEP, y mucho menos las metas anunciadas por el propio Ramírez en el Plan Siembra Petrolera de elevar los niveles de producción a 5 millones de barriles día para 2014.
Durante su gestión la deuda financiera de la empresa estatal pasó de 3.720 millones de dólares a 43.384 millones, y las cuentas por pagar a proveedores de 4.313 millones de dólares a 21.404 millones. Todo eso en medio del mayor auge petrolero desde que el mundo es mundo. Y mejor no mencionar los desastres ambientales, las refinerías paradas, incendiadas, mal mantenidas y peor aseguradas.
Descapitalizar PDVSA
Por otra parte, se descapitalizó la capacidad humana y tecnológica de PDVSA, mientras se buscaron socios para explotar la Faja Petrolífera del Orinoco que demostraron no tener ni el capital, ni la experticia, ni la experiencia necesaria.
Es así como Venezuela pasó a ser antes de la mentadas sanciones, el único exportador importante de petróleo que cayó en hiperinflación y con serios problemas para brindarle a su población acceso adecuado a alimentos y medicinas, pese a que la propaganda oficial, desde la época de Ramírez, asegura que el país cuenta con las mayores reservas de hidrocarburos del planeta.
Es inevitable destacar su responsabilidad, porque aquellos polvos trajeron estos lodos.
El reemplazo de todos sus cargos y su dorado exilio como jefe de la misión diplomática venezolana a la ONU no fue, por lo visto, suficiente para su ego. Hay cierta justicia que la revolución lo haga el chivo expiatorio perfecto de todos sus fracasos. Después de todo, él estuvo allí.