Leticia Núñez (ALN).- A pesar de la aparente división entre los hijos de Alberto Fujimori, Kenji y Keiko, es innegable que el fujimorismo representa un factor decisivo de poder en Perú. Tiene una amplia mayoría parlamentaria en el Congreso y ha puesto contra las cuerdas al Ejecutivo de Pedro Pablo Kuczynski, al que ya ha tumbado cinco ministros en apenas un año y medio de mandato.
Pese a que el indulto que el presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, concedió a Alberto Fujimori ha dividido a la sociedad peruana y las protestas en las principales ciudades del país no cesan, la última encuesta realizada por Ipsos entre el 27 y 28 de diciembre revela que el 56% de los peruanos aprueba el perdón de PPK al exmandatario, mientras un 40% lo rechaza.
El mismo sondeo muestra que el 63% de los ciudadanos tiene claro que la conducta de PPK corresponde a una negociación para evitar su cese, que se votó el pasado 21 de diciembre y no consiguió la mayoría necesaria precisamente por el apoyo de 10 legisladores fujimoristas al presidente.
La consecuencia directa es que el indulto ha favorecido a PPK, cuyo apoyo ha subido a un 25% frente al 18% que registró el pasado 17 de diciembre. Pero esto no indica que el mandatario tenga la sartén por el mango. El fujimorismo no sólo habría tenido la última palabra en el indulto –la sucesión de hechos luce como un intercambio de favores pactado por PPK con Kenji Fujimori al estilo Lannister en Juego de Tronos-, sino que también la tiene en el Congreso, donde goza de una amplia mayoría parlamentaria. De hecho, Kuczynski se mantiene en el poder con apenas 15 diputados de los 130 del hemiciclo. Mientras, el fujimorismo cuenta con 71 representantes.
Llegados a este punto, cobra una especial relevancia el análisis del chileno Fernando Mires, profesor de Historia y doctor en Ciencias Económicas y Sociales, publicado en el periódico Tal Cual. Mires recuerda que “el fujimorismo es en primer lugar una era de la historia peruana. Y en segundo lugar, una forma de dictadura precursora de las actuales autocracias que asolan América Latina”.
El fujimorismo representa a la mayoría parlamentaria del país y es un factor decisivo de poder
Véase Venezuela. No conviene olvidar que el 27 de noviembre de 1992 un grupo de militares golpistas vinculados a Hugo Chávez se refugiaron en el Perú de Fujimori tras fracasar la intentona golpista contra Carlos Andrés Pérez. Apenas unos días más tarde, el 1 de diciembre, Fujimori concedió el asilo a esos 93 militares.
Después, cuando cayó Fujimori en el año 2000, su hombre fuerte, Vladimiro Montesinos, completó el viaje de vuelta. Es decir, se refugió en Venezuela. Fujimori se decía amigo de Chávez. Pero el mandatario venezolano era consciente de que la dictadura fujimorista contaba con el rechazo mundial.
Montesinos fue entregado por las autoridades venezolanas a la Justicia peruana en junio de 2001. “Afortunadamente capturamos vivo a Montesinos, un señor misterioso al que jamás he visto más allá de las fotos que la prensa ha publicado”, dijo entonces Chávez.
El poder del fujimorismo
Hay un tercer elemento sobre el fujimorismo. Se trata de un partido político mayoritario en el Perú actual. Un partido que, según Mires, “defiende el legado del exdictador, adjudica a su persona el innegable crecimiento económico del país y lo presenta como un hombre fuerte cuyo mérito histórico fue poner fin a la barbarie de Sendero Luminoso”. De hecho, el propio PPK subrayó en un mensaje a la Nación la noche del 25 de diciembre que “su gobierno [el de Fujimori] contribuyó al progreso nacional”.
Tras señalar que PPK no ha transgredido las leyes y que sus negociaciones con el fujimorismo “pueden no gustar”, Mires recalca: “Es imposible desconocer que el fujimorismo representa a la mayoría parlamentaria del país (…) y es un factor decisivo de poder”. Ahora es el fujimorismo de los hijos el que aspira a llegar a la Presidencia. “Keiko y Kenji peleados entre sí sin que nadie sepa todavía cuál es Caín o cuál es Abel”, subraya el docente.
Las fisuras en el fujimorismo parecen un hecho. No sólo por la votación en la que PPK se libró de la destitución gracias a los votos de Kenji (Keiko votó a favor). Antes, en julio, cerró dividido su primer año de oposición al gobierno, precisamente por la pugna por el control del partido Fuerza Popular entre los hermanos. Es cierto que el fujimorismo puso cuando y como quiso contra las cuerdas al Ejecutivo, que perdió cuatro ministros desde que asumió sus funciones en julio de 2016, pero también es cierto que comenzó a mostrar grietas en un bloque que parecía inquebrantable.
El fujimorismo, un bloque que parecía inquebrantable, comenzó a mostrar grietas en el verano de 2017
De hecho, las constantes muestras de rebeldía de Kenji a la unidad de la que hace gala Fuerza Popular terminaron con una sanción que lo inhabilitó por 60 días dentro de la agrupación parlamentaria, tal como recoge la agencia EFE.
Tampoco la oposición se encuentra unida. La Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), el partido político peruano que se proyectó a escala continental y de postura afín a la centroizquierda, con el que Alan García llegó a la Presidencia, aparece disperso. Hace un tiempo no se ponían de acuerdo sobre el posible indulto y ahora que es un hecho, Mauricio Mulder, férreo defensor de la vacancia a PPK, se dirigió a los parlamentarios que no apoyaron esta petición manifestando en Twitter que “no tienen derecho a cuestionar la impunidad”.
Por si fuera poco, Kuczynski, de 79 años, debería finalizar su mandato en 2021, es decir, con 84 años. Pese a que la elevada edad podría no ser un impedimento, la Constitución de Perú no contempla la posibilidad de reelección inmediata. Así pues, ¿qué se vislumbra en el horizonte próximo en Perú? ¿Quién tomará el relevo de PPK y se medirá al fujimorismo? E, incluso, parafraseando al Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa, ¿quién será el próximo “salvador” del país?
“El indulto es una prerrogativa del presidente. Punto”
Por su parte, la primera ministra de Perú, Mercedes Aráoz, anunció este martes que el Gobierno rechazará cualquier posible solicitud de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), perteneciente a la Organización de los Estados Americanos (OEA), para anular el indulto a Fujimori. “Somos obedientes de nuestros compromisos internacionales, pero tenemos una Constitución y la Constitución es expresa en materia de lo que es la capacidad del presidente de otorgar indultos (…) El indulto es una prerrogativa del presidente. Punto. No hay más”, señaló Aráoz en una entrevista publicada por el diario El Correo.
De esta forma, el Gobierno peruano desoye las críticas de la CIDH, que la semana pasada calificó el indulto como “una decisión contraria a las obligaciones internacionales del Estado de Perú” e hizo un llamamiento a que “se adopten las medidas necesarias para restablecer los derechos de las víctimas”.