Antonio José Chinchetru (ALN).- Philip Roth narró, mediante una ucronía distópica, cómo la llegada al poder de un populista podría poner en peligro la democracia en Estados Unidos. No solo eso. La conjura contra América parece en muchos aspectos un cuadro de la Venezuela chavista. Cuando un popular y populista personaje con fuerte presencia mediática se presenta a las primarias del Partido Republicano de Estados Unidos, nadie se toma en serio sus aspiraciones a ser el candidato del “GOP” a la Casa Blanca. Su nominación, imponiéndose a políticos profesionales ya afianzados, toma por sorpresa a muchos estadounidenses y a los medios de comunicación. La reacción de los líderes demócratas y la prensa afín es de desprecio ante ese candidato al que ven como un arribista sin opciones reales de ganar en unas elecciones. No faltan, por tanto, comentarios burlescos y muestras de prepotencia ante el inesperado aspirante a la Presidencia del país.
A pesar de las discrepancias entre Trump y el imaginado presidente Lindbergh, existen algunos paralelismos muy reales
Si la candidatura fue inesperada, su victoria en los comicios resulta todavía más sorprendente para los medios de comunicación, la mayor parte de ellos afines a los demócratas. Eso sí, los mismos periodistas y analistas que horas antes de las elecciones daban por segura una derrota del republicano, comienzan a explicar su victoria como si fuera algo que resultaba del todo previsible. Podríamos estar hablando de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2017, pero no es así. Lo contado hasta ahora es la primera parte de La conjura contra América, una ucronía distópica publicada por Philip Roth en 2004.
La conjura de América retrata procesos que se han vivido en regímenes populistas / Foto: Flickr
En esta obra, el eterno candidato al Premio Nobel de Literatura construye un escenario histórico que jamás se dio. El héroe de la aviación y filonazi Charles A. Lindbergh se presenta a las elecciones presidenciales de 1940 y derrota a Franklin Delano Roosevelt. A partir de ese momento se produce un proceso de paulatino desmantelamiento del sistema democrático estadounidense. Todo ello se cuenta a través de la mirada de un Philip Roth niño. Éste ve cómo su familia sufre un creciente antisemitismo al tiempo que se rompe. Esto último es producto del adoctrinamiento nacionalista al que es sometido su hermano y el colaboracionismo con el nuevo régimen por parte de su tía y su marido.
Lindbergh y Trump, parecidos y diferencias
A pesar de las más que evidentes discrepancias existentes entre Donald Trump (no es un filonazi ni un furibundo antisemita) y el imaginado presidente Lindbergh, existen algunos paralelismos muy reales. Están los ya comentados más arriba, pero hay otros. El mandatario de la novela es un nacionalista que apela a las clases trabajadoras blancas arruinadas por la crisis que ha padecido el país. Además, tiene evidentes simpatías por el líder de una gran potencia agresiva que hasta ese momento es percibido por la mayor parte de los estadounidenses como un peligro para EEUU y el mundo. Si Lindbergh no oculta su afinidad con Hitler, Trump ha dado muestras de gran afecto por Vladimir Putin.
Lindbergh apela en la novela, como hace Trump en la realidad, al “America First” (EEUU primero). Ambos señalan, además, a un importante grupo de población como un cuerpo ajeno a la nación hacia el que se alimenta el odio. Si en uno se trata de los judíos, en consonancia con el antisemitismo nazi que comparte el presidente imaginado, en el otro los señalados son los inmigrantes hispanos y los musulmanes. Es cierto que Trump no ha llegado, y es más que dudoso que lo haga, a tomar contra latinos y seguidores del Islam medidas como las que se relatan contra los hebreos en esta obra. Pero el proceso de marcar un “enemigo interior” al servicio de intereses extranjeros es similar. Tampoco faltan, en ambos casos, insultos a los medios de comunicación críticos con el Gobierno.
Algunos de los procesos emprendidos por Lindbergh en esta novela se han vivido en la realidad
Mecanismos de control populista
La conjura contra América tiene otros paralelismos más allá de Estados Unidos. Algunos de los procesos emprendidos por Lindbergh en esta novela se han vivido en la realidad en países sometidos a regímenes populistas como el chavista. Se crean organizaciones de adoctrinamiento de niños y adolescentes, por ejemplo. O se usan las fuerzas de seguridad para investigar y acosar a quienes no son afines al Gobierno, entre otras cosas.
Roth alerta en esta magistral obra de que la democracia corre peligro si se elige a un gobernante que no cree en ella. Sin embargo, hay lugar para la esperanza si el edificio institucional es lo suficientemente sólido, como podrán comprobar los lectores de La conjura contra América.