Leticia Núñez (ALN).- El mandatario peruano, de visita oficial en Madrid, reconoce que el caso Odebrecht ha tenido un costo económico para el país. También político. Los expresidentes Alan García y Alejandro Toledo están en el punto de mira de la Justicia por esta trama. Y, como el propio Kuczynski recordó, 14 de los 25 gobernadores peruanos fueron acusados de corrupción. Él lo tiene claro: “Es mejor tragar el sapo de una vez y limpiar la casa”.
Cuando está a punto de cumplir el primer año de su mandato, el presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, aterrizó en España en el marco de una visita oficial. El mandatario, un tecnócrata de 78 años, execonomista del Banco Mundial, rompió el hielo hablando de crecimiento e inversión. Lo hizo en el foro El Perú del futuro, organizado por el periódico El País. Sin embargo, la economía pronto dejó paso a la corrupción. PPK, como se conoce popularmente al líder peruano, no solo no se escondió, sino que habló de manera abierta de una lacra que su país experimenta en primera persona. Formado en Oxford y Princeton, y de una clara línea liberal, rompió una lanza a favor de la transparencia. Así, de primeras reconoció que “es mejor tragar el sapo de una vez y limpiar la casa”.
El sapo que tragó Perú responde al nombre de Odebrecht y la limpieza que ha efectuado se ha traducido en varios proyectos paralizados, como el Gasoducto Sur Peruano, en el que participaba la española Enagás. La inversión, alrededor de 7.000 millones de dólares (aproximadamente 6.245 millones de euros), ha sido la mayor en infraestructura en la historia del país. Además, el adiós a las obras dejó a 15.000 personas sin empleo. Fue ahí cuando Kuczynski habló de los “traspiés” que ha vivido el país con algunas empresas acusadas de corrupción. “Todavía estamos en ese proceso de Odebrecht”, es decir, en plena limpieza, como había advertido.
Y es que Perú ha sido una de las naciones más golpeadas por la trama de sobornos que la constructora brasileña tejió por todo el continente para asegurarse contratos de obras públicas. Varios funcionarios y ex altos cargos peruanos están en el punto de mira de la Justicia por esta trama, incluyendo a los expresidentes Alan García y Alejandro Toledo, este último con una orden de captura internacional. “Estoy muy dolido por estas noticias del expresidente Toledo. Es una traición al pueblo peruano y a sus colegas que se esforzaron tanto. Realmente es muy lamentable esto. Debe ponerse a derecho y regresar al Perú para responder a la Fiscalía”, indicó un rotundo PPK, el pasado febrero.
“Lamentablemente [la corrupción] es un problema universal”, según Kuczynski
En total, el escándalo de Odebrecht involucraría a Brasil, Argentina, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, el ya citado Perú y Venezuela, además de Angola y Mozambique. Asimismo, afecta a los gobiernos de más de 15 presidentes de la región.
Llegados a este punto, Kuczynski optó por hablar sin tapujos. Él mismo recordó que 14 de los 25 gobernadores del país han estado acusados de corrupción y “cinco o seis han pasado por la cárcel”. Pero no solo eso. El líder peruano lamentó que varios de ellos ya estén en libertad por decisión de la Justicia. Algo que, en su opinión, se traduce en la mala imagen del Poder Judicial. Por ello, defendió que para construir una democracia sólida es necesario “cambiar esto”. Dicho de otra manera: “El Poder Judicial debe ser respetado”.
Popularidad en aumento
Pero, ¿a qué se debe tal claridad? Quizá a que el presidente goza de una popularidad en alza. En mayo fue del 43%, según la última encuesta de Ipsos Perú para el diario El Comercio. Entre los sectores de la población con ingresos más altos, el índice se dispara al 80%. Además, el hecho de que la corrupción sea el segundo problema más importante del país, por detrás de la delincuencia, podría permitirle obtener cierto rédito político. Quién sabe si por eso habla de forma tan abierta. Eso y que su partido, Peruanos por el Kambio, apenas tiene una historia de seis años (se fundó en 2011) y, por tanto, no carga en sus espaldas con el lastre que pueden tener otras formaciones más veteranas.
Kuczynski es, además, uno de los pocos presidentes latinoamericanos que, al menos por ahora, no se han visto salpicados directamente por corruptelas, aunque en octubre la Fiscalía abrió una investigación a uno de sus asesores por, presuntamente, haber cometido ocho delitos.
En Brasil, por ejemplo, la corrupción tiene contra las cuerdas a Michel Temer. El pasado 18 de mayo, el país suramericano vivió su último sobresalto político después de que el diario O Globo publicara que existe una grabación en la que el presidente brasileño autoriza a comprar el silencio de un diputado corrupto. Mientras, en Argentina, Mauricio Macri libra una batalla política encarnizada por la posibilidad de que haya beneficiado a una empresa familiar a la hora de conceder autorizaciones para nuevas líneas aéreas en el país.
Odebrecht también salpicó al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, después de que una publicista brasileña asegurase que le pagó 11 millones de dólares en efectivo (9,8 millones de euros) no declarados por trabajos en la campaña electoral para la reelección de Hugo Chávez en 2012. Una vez que la Fiscalía brasileña levantó la confidencialidad sobre los documentos relacionados con la trama hace unas semanas, podría saberse si el presidente y su entorno están implicados.
Por ello y preguntado por si la corrupción en el sector público es algo sistémico, Kuczynski señaló que, “lamentablemente”, es un problema “universal”. “No solo es un tema de España o Perú”, agregó, en una conversación con Juan Luis Cebrián, presidente del consejo de administración del Grupo Prisa (editor de El País), en la que éste resaltó que España también es experta en este asunto.
“Hay que cambiar la mentalidad”
El presidente de Perú defendió que la solución pasa, por ejemplo, por ajustar ciertos estándares, “porque hay mucha gente que trabaja en el sector público que no es corrupta y está dispuesta a sacrificarse”. Entre esos estándares, PPK citó los sueldos de los funcionarios. El Gobierno anterior estableció que un empleado público no podía ganar más que el presidente (entre 3.000 y 4.000 dólares mensuales después de impuestos). “Ahora los funcionarios pueden ganar mucho más que el presidente de la República. Tenemos que cambiar esa mentalidad. Tampoco podemos contratar gente que no tiene una función clara. El Estado debe ser eficiente. Hubo 75.000 contratados para la administración pública, son personas que no necesitamos”, zanjó al respecto.
Como recordó el propio Kuczynski, 14 de los 25 gobernadores de Perú están acusados de corrupción
Un último elemento que explicaría su claridad al hablar sobre corrupción. Kuczynski aprobó “una ley de muerte civil” contra funcionarios corruptos cuando no llevaba ni 100 días en la Presidencia, que consiste en la inhabilitación de quienes hayan estado involucrados en escándalos de corrupción. “La corrupción se combate desde la cabeza, desde arriba. Y así lo estamos haciendo con acciones inmediatas. Los corruptos opondrán resistencia, lo sé, pero los venceremos”, culminó entonces.
Pese a las múltiples tramas, el presidente de Perú se despidió de Madrid con unas palabras de aliento: “Lo lindo es que contrariamente a lo que era 20 años atrás, ahora tenemos la plata. Nuestro reto es de organización y para tener organización tenemos que motivar al país para que no se deje llevar por intereses puramente personalistas”. “La lucha contra la corrupción, si bien es costosa, es fundamental”, concluyó.