Juan Carlos Zapata (ALN).- Juan Carlos Escotet, banquero, Andoni Goicoechea, el de la cadena Goiko Grill, Miguel Ángel Capriles López, promotor inmobiliario, Boris Izaguirre, escritor, influencer. Ellos son noticia. Pero los venezolanos copan más espacio. En la política. En los servicios. En el comercio. Hasta la base de la pirámide del éxodo se hace sentir en España.
Sin ser la más numerosa. Sin ser las más antigua entre las de Hispanoamérica, la comunidad de venezolanos en España toma posiciones de relevancia en diversos sectores y niveles. La situación de crisis y emergencia, el éxodo, el impacto regional y global, hace que Venezuela sea noticia todos los días.
España se identifica con la tragedia de Venezuela. Es el ejemplo de lo que no debe suceder. Y no debe repetirse. Es tema espejo, incluso, para la situación interna, para ganar votos, para atacar adversarios afines al chavismo aunque ahora se desmarquen, a medias, del régimen de Nicolás Maduro.
Ayuda al seguimiento del caso Venezuela que los líderes políticos y presidentes y expresidentes se hayan involucrado de alguna manera con el proceso. José Luis Rodríguez Zapatero con las iniciativas de diálogo. Felipe González y José María Aznar, de oposición radical hacia Maduro. En la presidencia del gobierno, Mariano Rajoy sostuvo una línea clara de condena al régimen, en momentos de la represión más brutal y cuando la tragedia humanitaria se hacía más patente. Pedro Sánchez, con un gobierno menos fuerte, ha mantenido la línea, y fue el ministro Josep Borrell el que marcó la pauta hacia el mundo de que Maduro era un presidente que dejaba de ser legítimo el 10 de enero, en vista de que la reelección de 2018 fue el resultado de unos comicios fraudulentos. España le debía esta solidaridad a Venezuela.
Maduro, Hugo Chávez, Juan Guaidó, son nombres que resultan familiares en la cotidianidad del español. También Leopoldo López, conocido como el preso más famoso del mundo, hoy huésped -asilado- de la residencia del embajador de España en Caracas. Y, por otras razones, Rafael Ramírez, el exZar de PDVSA en tiempos de Chávez, o más recientemente, el Pollo Carvajal, el general exjefe de inteligencia militar de Chávez, que se resiste a ser extraditado a los Estados Unidos.
Ayuda al seguimiento del caso Venezuela que los líderes políticos y presidentes y expresidentes se hayan involucrado de alguna manera con el proceso. José Luis Rodríguez Zapatero con las iniciativas de diálogo. Felipe González y José María Aznar, de oposición radical hacia Maduro. En la presidencia del gobierno, Mariano Rajoy sostuvo una línea clara de condena al régimen, en momentos de la represión más brutal y cuando la tragedia humanitaria se hacía más patente. Pedro Sánchez, con un gobierno menos fuerte, ha mantenido la línea, y fue el ministro Josep Borrell el que marcó la pauta hacia el mundo de que Maduro era un presidente que dejaba de ser legítimo el 10 de enero, en vista de que la reelección de 2018 fue el resultado de unos comicios fraudulentos. España le debía esta solidaridad a Venezuela. Y parte de los partidos políticos se la reclamaba con el argumento de que Venezuela acogió la migración española con los brazos abiertos en la guerra y en la postguerra civil. Canarios, gallegos, catalanes y madrileños, entre otros, se instalaron en Venezuela donde hicieron país, y riqueza.
Resulta que ahora, el hijo de un migrante, Juan Carlos Escotet, es el principal banquero de Galicia. Escotet nació en Madrid y de meses fue llevado por sus padres a Caracas. Corría 1959. Escotet se hizo banquero en Venezuela, fundó el Grupo Banesco para luego cruzar el Atlántico y hacer banca en Europa. Es el dueño de Abanca. ¿Hay un ejemplo parecido en otra comunidad de migrantes hispanoamericanos? Porque una cosa es ser inversionista y magnate -el mexicano Carlos Slim es el más evidente- y otra que empujado por la realidad política y económica haya que instalarse en un nuevo país. Escotet ha logrado consolidar posiciones en España, tanto que ahora es el venezolano de mayor fortuna en el mundo, 5.000 millones de dólares.
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Tampoco hay caso parecido al de Andoni Goicoechea que se convirtió en el primer venezolano del éxodo en volverse millonario. Fundador de Goiko Grill, vendió el 80% de la cadena de hamburguesas al fondo L. Catterman, que la valoró en 150 millones de euros. Goicoechea, como lo expresa el apellido, es descendiente de migrantes españoles que hicieron vida en Venezuela. Tiene 30 años.
El inventario se extiende hacia la industria, los inmuebles, el comercio. El impacto en la inversión inmobiliaria es real. En este sector destaca Gran Roque, una empresa liderada por Miguel Ángel Capriles López, que vendió a tiempo el grupo editorial, Cadena Capriles, heredado de su padre. La familia Cohen también llegó a Madrid, compró un arruinado centro comercial al que convirtió en Sambil. Pero los Cohen son inversionistas, de ningún modo migrantes.
Ahora, no sólo en los negocios destacan los venezolanos. Este 2019 se dio un suceso inédito para una comunidad hispanoamericana. Por un lado, Leopoldo López Gil, padre del asilado Leopoldo López, fue electo eurodiputado en las listas del Partido Popular. Y, por el otro, María Luisa Alonso, alcanzó un escaño en el Congreso en las listas de Ciudadanos, representando a La Rioja. López es un perseguido político cuya familia ha migrado tanto a Madrid como a Estados Unidos. Allá en Caracas, queda el líder del partido Voluntad Popular. Alonso, de padres españoles, es madre de una hija nacida en España. Con su curul en el Congreso, hizo historia en el ámbito de las comunidades hispanoamericanas. Está por verse si ella podrá retener la diputación en las elecciones de noviembre. En todo caso, el camino está abierto. Hay una conexión política entre el éxodo y los partidos de España, y en este punto hay que destacar el activismo de la dirigencia venezolana que escogió Madrid como ciudad del exilio.
Antes de que por Madrid apareciera el mexicanos Carlos Slim, Gustavo Cisneros era conocido y reconocido en España. Desde los tiempos en que la Organización Diego Cisneros adquirió Galerías Preciados. Cisneros fue el primer empresario de Venezuela en apostar de forma decidida por la internacionalización de los negocios. Lo hizo desde los años 70. Abrió caminos. Adquirió notoriedad e influencia política, en España como en Estados Unidos, y otros destinos. Aunque más alejado de los negocios, eso no significa que el apellido Cisneros no tenga presencia en España. La tiene con Patricia Phelps de Cisneros y el arte. Patricia, esposa de Gustavo, donó en 2018 y 2019 parte de su colección de arte latinoamericano al Museo Reina Sofía. Otra Cisneros que aparece involucrada en arte y donaciones en Ella Fontanals de Cisneros. En 2018, para no quedarse atrás, donó su colección de arte latinoamericano al centro Tabacalera de Madrid. Ella Fontanals está casada con Oswaldo Cisneros, primo de Gustavo. No son migrantes, pero es como si lo fueran. Desde hace años cuentan con vivienda en Madrid y Gustavo Cisneros posee la nacionalidad española. Y si de arte y cultura se trata, hay que hablar del director de orquesta Gustavo Dudamel, cuyas presentaciones en Barcelona y Madrid agotan las entradas. Por lo demás, el éxodo de músicos, de los que como Dudamel se formaron en el sistema venezolano creado en la democracia, tiende a estar más presente en las orquestas sinfónicas de España.
Luego aparecen los negocios medianos y pequeños. Franquicias, restaurantes, panaderías, fábricas de exquisiteces, y hasta bodegas de vino y hoteles. El fenómeno se extiende. Hay restaurantes para todos los gustos. Y puede presentarse el hecho de que en cinco cuadras de una calle, por ejemplo Santa Engracia, en Madrid, se cuenten hasta 10 locales, cuyos dueños son venezolanos del éxodo. Hay emprendedores en actividades de distribución. En ventas online. Aquí está la gran apuesta. Porque, en su mayoría, se trata de familias que ya quemaron las naves. Muchas vendieron los activos que poseían en Venezuela, y tomaron el riesgo del empezar otra vez. En estas apuestas hay también apellidos conocidos y con patrimonio, pero no son la norma. En cambio, es necesario resaltar a Parclik, una startup fundada por Luis Paris Carmona e Iván Rodríguez, que intenta conquistar la industria del parking en Europa, un negocio que mueve 30.000 millones de euros al año. Carmona y Rodríguez son innovadores.
Hay un universo de profesionales y ejecutivos ya integrados en las grandes empresas, en la banca o en iniciativas propias. Hay venezolanos en las estructuras de Santander y BBVA. Hay venezolanos en las estructuras de Repsol y Telefónica. Pero también médicos y odontólogos en hospitales públicos y privados, y en medianos centros de medicina y odontología fundados por ellos mismos. Hay venezolanos en las editoriales. En los medios de comunicación. Y está Boris. Boris Izaguirre, que llegó antes del éxodo pero es como si fuera del éxodo también. Es el más mediático de todos los que escogieron España para vivir. Es un influencer.
Hay todo un ejército de jóvenes –y menos jóvenes- recorriendo Barcelona y Madrid en bicicletas y motos, y a veces a pie. Chicas y chicos. Universitarios recién graduados o que dejaron los estudios para probar suerte. Constituyen el ejército veloz y eficiente de Glovo, Deliveroo y UberEats. Ellos también asumieron el riesgo. Forman parte de la base más amplia de la pirámide del éxodo. Por el número, se considera que han monopolizado esta actividad. Y también por la forma como se hacen sentir: desempeñan el trabajo con alegría y optimismo, y haciendo sonar en los altavoces inalámbricos, la salsa, el merengue y la música llanera.