Redacción (ALN).- Tres kilométricas filas de carros confluyen este miércoles en el cruce de las avenidas 12 y 11 con la calle 70 de Maracaibo, en Venezuela: una se forma hacia el norte; otra, al oeste; y la última, hacia el sur. Centenares de vehículos están estacionados, uno tras otro, a decenas de cuadras de las distintas estaciones de servicio a donde sus choferes anhelan llegar.
“Cada cinco días, estamos así, en una cola. Nos acostumbramos, nos adaptamos”, dice a la Voz de América José Montero, un comerciante venezolano de 38 años que espera al lado de su auto, acostado sobre un trozo de cartón en un piso de piedras y raíces, a los pies de un frondoso árbol.
Maracaibo, considerada por años la capital petrolera del país por ser epicentro del estado más próspero en producción e inversiones en ese sector, Zulia, se asemeja a “un estacionamiento” debido a los vehículos detenidos por días en sus calles y avenidas a la espera de combustible, ironizan sus ciudadanos.
La anárquica escena de los primeros días de julio rivaliza con la promesa reciente de un alto vocero del gobierno de Nicolás Maduro de que esas extensas colas de vehículos en las gasolineras del país terminarían el mes pasado.
Tareck El Aissami, ministro de Petróleo, aseguró hace dos semanas a la agencia Bloomberg que las largas filas en las estaciones de servicio “desaparecían” a finales de junio tras la prevista reactivación, para esa fecha, de 100 por ciento de la producción doméstica de combustible en las refinerías de Venezuela.
El gobierno venezolano culpa de la prolongada crisis de su industria petrolera a las sanciones impuestas por la Casa Blanca desde 2017 para provocar un cambio político en el país. El propio Maduro denuncia “un bloqueo”. Según El Aissami, esperan invertir 1.200 millones de dólares en reavivar la economía petrolera.
Un grupo de choferes, que esperan desde el día anterior junto a José a que uniformados marquen en los vidrios de sus automóviles sus números de turno para tener acceso a la gasolinera La Estrella de Maracaibo, rompe en risotadas al escuchar la pregunta sobre la promesa del ministro venezolano.
“¡No confiamos en nada! Cuando ellos (los ministros) hablan, pasa todo lo contrario. Se va a acabar la gasolina”, dice en tono sarcástico, John Vince, de 64 años.
VOA