Ernesto J. Tovar (ALN).- La confirmación de Caracas de que Nicolás Maduro asistirá a la VIII Cumbre de las Américas en Lima desató el amplio rechazo de casi todas las fuerzas políticas del Congreso peruano, mientras los países de la región afinan una estrategia diplomática con Washington. Al mandatario venezolano, calificado como dictador en Perú, le aguarda en Lima un clima hostil en lo político, lo diplomático y lo social.
Las cumbres presidenciales a las que Hugo Chávez acudía como una estrella mediática, con Nicolás Maduro como su canciller, son un lejano recuerdo en la diplomacia venezolana.
La compleja situación diplomática actual de Maduro, con frentes de batalla abiertos en Estados Unidos, Europa y toda América, revela que hay un universo de diferencias políticas, económicas y sociales entre la década en que la izquierda gobernó en Suramérica y el presente.
Prueba de ello es que esta semana se desataron declaraciones de condena entre la clase política peruana, al conocerse que el mandatario chavista acudirá a la invitación formulada para la VIII Cumbre de las Américas, a celebrarse en Lima en abril próximo y que tiene como tema principal “Gobernabilidad democrática frente a la corrupción”.
Estas manifestaciones de rechazo se suman a la ofensiva diplomática de varios países suramericanos ante la crisis venezolana.
Jorge del Castillo, congresista del Partido Aprista Peruano: “La presencia de Maduro es inaceptable. Es un violador de derechos humanos, un hambreador de su pueblo que pretende perpetuarse en el poder”
Maduro deberá enfrentar la posición contundente y casi monolítica del llamado Grupo de Lima (conformado por Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Chile, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú) que le exige condiciones democráticas y transparentes para realizar elecciones presidenciales limpias, y respeto a la Asamblea Nacional de mayoría opositora.
A su vez el Grupo de Lima tiene el respaldo de la Casa Blanca. El secretario de Estado de Donald Trump, Rex Tillerson, se encuentra de gira por América Latina y ha anunciado abiertamente la intención de consolidar un frente contra el régimen de Maduro, que se prepara para reelegirse en unas elecciones que podrían no ser reconocidas por la comunidad internacional por sus pocas garantías de equidad (Leer más: Rex Tillerson llama a todos los países a apoyar a los venezolanos frente a Maduro).
Pero también ha logrado la extraña proeza de unir a las siempre beligerantes fuerzas políticas del Congreso peruano, que presentaron una moción legislativa conjunta para solicitar al Ejecutivo de Pedro Pablo Kuczynski y al propio Grupo de Lima que se pida a los miembros de la Cumbre que declaren como “persona no grata” a Maduro.
El documento parlamentario, que recoge la posición de más de 100 congresistas (de un total de 130 curules en la Cámara), apunta que “Maduro es responsable de crímenes atroces que deben ser rechazados por la comunidad internacional, como el asesinato del policía insurgente Oscar Pérez, llevado a cabo por las Fuerzas Armadas, pese a su rendición pacífica”.
Se menciona también la persecución a líderes opositores, que los ha llevado al encarcelamiento arbitrario o el exilio, arriesgando además a sus familias.
El congresista Jorge del Castillo, del Partido Aprista Peruano, manifestó al diario ALnavío que “la presencia de Maduro es inaceptable. Es un violador de derechos humanos, un hambreador de su pueblo que pretende perpetuarse en el poder”.
A su juicio el jefe de Estado venezolano acumula un expediente que incluye “perseguidos políticos, asesinatos y grupos de choque paramilitares. Todos los argumentos que puedan existir para rechazarlo en el país”.
Los congresistas también aseguran que “los crímenes cometidos por el régimen del señor Nicolás Maduro son susceptibles de ser denunciados, procesados y juzgados por la Corte Penal Internacional, en observancia de lo que prevé el Estatuto de Roma”.
Por ello la casi totalidad del Parlamento peruano decidió en su moción “invocar al Estado peruano adherirse a la demanda propuesta por organizaciones civiles para que el señor Nicolás Maduro comparezca ante la Corte Penal Internacional, por los asesinatos, torturas y crímenes de Derechos Humanos cometidos contra ciudadanos venezolanos”.
Sólo las bancadas de los izquierdistas Frente Amplio y Nuevo Perú no se sumaron a la moción parlamentaria.
La hora de los halcones
La crisis venezolana se pelea también en la arena diplomática. Y con la era Trump parece que quedó atrás la posición más pasiva del Departamento de Estado norteamericano del expresidente Barack Obama; más aún con la reciente salida de Thomas Shannon, subsecretario de Estado para la Región y a quien se consideraba como un funcionario abierto a conversar con el régimen bolivariano venezolano.
Ahora, con una Casa Blanca republicana, el secretario de Estado Tillerson, exconsejero delegado de Exxon Mobil, se encuentra de gira por Suramérica afianzando los lazos de Washington con los presidentes de los mayores países del subcontinente. Y tras visitar Argentina, Perú y Colombia, hay un denominador común en el discurso de Tillerson y sus pares: la intención de promover un cambio democrático en el tablero político venezolano, presionando y empujando a Maduro.
Congreso de Perú: “Los crímenes cometidos por el régimen del señor Nicolás Maduro son susceptibles de ser denunciados, procesados y juzgados por la Corte Penal Internacional”
En Buenos Aires Tillerson dijo, al lado del canciller argentino Jorge Faurie, que “nuestro desacuerdo no es con el pueblo venezolano, sino con el régimen de Maduro”. Y en un encuentro con el presidente Mauricio Macri también reiteró una posibilidad que sería devastadora para el Gobierno de Venezuela: que Washington piensa imponer sanciones comerciales al petróleo venezolano (casi la única fuente de divisas del país), del cual Estados Unidos compra alrededor de 550.000 barriles por día, cifra que constituye un tercio del total del volumen exportado por el país suramericano.
También debe considerarse la importación que hace Venezuela de insumos y productos petroleros terminados desde Estados Unidos, ante la inoperatividad del grueso de su parque refinador, que ha llevado a Caracas a comprar unos 88.000 barriles diarios en noviembre pasado a Estados Unidos, y promediando 66.000 barriles por día entre junio y noviembre de 2017.
Sin embargo, Tillerson resaltó que Washington está al tanto de que un bloqueo comercial al petróleo venezolano podría empeorar la ya trágica situación humanitaria de la población, azotada por hambre y escasez de medicinas para todo tipo de enfermedades.
Posteriormente en Lima, con la canciller Cayetana Aljovín, Tillerson felicitó a sus anfitriones por “el papel muy importante que juega el Grupo de Lima ante la terrible destrucción de los procesos democráticos en Venezuela”.
Y en su tercera parada, en Bogotá, con el presidente colombiano Juan Manuel Santos, el jefe de la diplomacia estadounidense manifestó que “hemos hablado de cómo trabajar juntos y con otros en la región, como el Grupo de Lima y la OEA para restablecer la democracia en Venezuela”.
Los siguientes destinos de Tillerson serán México, que con su canciller Luis Videgaray ha encabezado la actividad diplomática contra Maduro, y Jamaica, país que tiene un importante interés compartido con Venezuela en la refinería Petrojam, de 35.000 barriles diarios, y en la que la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) participa con 49% de las acciones.
Según datos del Gobierno de Perú, en el país hay unos 100.000 venezolanos, cifra que crece sin parar con el agravamiento de la crisis política y económica.
Los venezolanos arriban a Perú por vía aérea, pero también cada vez más por autobús en un viaje inseguro e incómodo de ocho días sin descanso, huyendo del hambre y la escasez de medicinas.
Y ante el anuncio de la posible llegada de Maduro a Lima, grupos de venezolanos opositores afirman que manifestarán en las calles en rechazo al mandatario.
“Desde que el dictador Maduro anunció que vendría se convocó en la comunidad venezolana a una manifestación pacífica en el marco de la legalidad del Perú durante el mes de abril en repudio a su visita” señaló a El Comercio la activista venezolana Paulina Facchín.
A falta de dos meses para la Cumbre, y con la incertidumbre sobre la negociación entre el Gobierno y la oposición venezolana en República Dominicana que podría incidir en una fecha y condiciones para elecciones presidenciales, el cuadro para Maduro fuera de Venezuela es de muy pocos aliados y muchos críticos.