Leticia Núñez (ALN).- El expresidente de Ecuador vuelve a Bélgica, donde le espera su familia. En ella se refugiará tras haber perdido la consulta popular el pasado domingo y haber sido insultado mientras hacía campaña por el ‘no’. A todo ello se suma un último elemento: los indicios de responsabilidad penal encontrados por la Contraloría en la realización del programa de televisión que Correa presentaba cada sábado para criticar a sus opositores.
Viajó a Ecuador para hacer campaña por el ‘no’ y se va con siete ‘síes’. El expresidente ecuatoriano Rafael Correa regresó este miércoles a Bélgica, donde reside con su familia, tras ser derrotado en la consulta popular promulgada por Lenín Moreno. En su particular paraíso belga le esperan su mujer e hijos, en quienes se refugiará. No sólo se lleva un fracaso, también varias lluvias de huevos por parte de los ciudadanos. Todo ello mientras la Fiscalía estrecha el cerco sobre algunos de sus antiguos colaboradores.
Eso sí, Correa se fue de Ecuador como llegó hace un mes, fiel a su estilo provocador. Antes de partir desde el aeropuerto de Guayaquil, acompañado por unos 50 seguidores según informó el diario El Universo, aprovechó para publicar un último mensaje en Twitter: “Algunos querían que no me dejen salir del país, sólo por su odio, porque no hay razón alguna. Otros, igual de perversos, pero más inteligentes, piensan no volver a dejarme entrar. Para eso también fue la consulta. Saben que, sin sus trampas, los barreríamos en las elecciones”.
Ya el pasado 4 de enero, Correa aseguró que el referéndum proponía “una dictadura, poderes totales a Lenín Moreno”. Un mes después, no ha cambiado de idea: “Es un grave rompimiento y alteración del orden constitucional” (Leer más: Correa vuelve a Ecuador para intentar salvar sus aspiraciones de eternizarse en el poder).
Correa dijo a la Fiscalía que aprobó la venta de petróleo a China, pero que desconocía los detalles
Entre ambas fechas, al expresidente le llovieron huevos e insultos mientras hacía campaña por el ‘no’. Por ejemplo, en La Maná, a 115 kilómetros de Quito, donde un grupo de personas lanzó huevos y tomates contra el camión que transportaba a Correa, mientras le gritaban “fuera, fuera”. Nada que ver con los tiempos en que gobernó el país durante la pasada década. El exmandatario se refirió a ello en las redes sociales y expresó: “Nuevamente los tirapiedras generando incidentes. ¡Cómo ha cambiado el país! Ahora los violentos se sienten dueños de la patria”.
Ya dice el refrán que quien siembra vientos recoge tempestades. Y así lo señala al diario ALnavío Luis Verdesoto, catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Quito: “No hay maldad que quede sin recompensa. Eso es lo que le está ocurriendo a Correa. En los pueblos le tiraron huevos, sus ministros son acosados en los supermercados… Hay una reacción contra una forma autoritaria que duró 10 años”.
Pero no sólo se va con una derrota que complica su futuro (no podrá presentarse a la reelección), también regresa a Bélgica un poco más acorralado. Este martes, la Contraloría remitió un informe a la Fiscalía con “indicios de responsabilidad penal” en contra de varios funcionarios de la Secretaría Nacional de Comunicación (Secom), entre otros motivos, por irregularidades en la contratación de proveedores y servicios para la realización de los denominados enlaces ciudadanos o sabatinas.
“Algunos querían que no me dejen salir del país, sólo por su odio”, dijo Correa antes de irse de Ecuador
Es decir, los espacios televisivos que cada sábado Correa utilizaba para criticar a sus opositores, así como para transmitir propaganda del Gobierno.
Los auditores del organismo de control, que analizan los contratos desde junio de 2013 hasta mayo de 2017 (cuando Correa dejó la Presidencia a Lenín Moreno) observaron, según informa El Universo, que “no se justificaron el pago de bonos y la entrega de un vehículo por parte de Gamavisión a Carlos Ochoa” cuando este fue director de noticias del citado medio de comunicación. La Contraloría pide la destitución de Ochoa, ahora superintendente de Comunicación, y le ha impuesto una multa de 7.720 dólares.
Sobre esto también se pronunció Correa. “Enlaces ya estaban auditados desde el 2010 al 2015. Vuelven a hacer y les exigen a auditores que pongan responsabilidades penales. ¿Qué dicen los DDHH? ¿Y la Asamblea? Todos saben que Celi [el contralor Pablo Celi] es el instrumento de persecución de este Gobierno”, criticó el expresidente en Twitter.
Enlaces ya estaban auditamos desde el 2010 al 2015 (adjunto).
Vuelven a hacer y les exigen a auditores que pongan responsabilidades penales.
¿Qué dicen los DDHH?
¿Y la Asamblea?
Todos saben que Celi es el instrumento de persecución de este Gobierno. https://t.co/yzza57ZJ9o— Rafael Correa (@MashiRafael) 6 de febrero de 2018
Poco después, agregó, también en la red social: “Destitución y juicio político a superintendente de Comunicación. ‘Informe’ de Contraloría con responsabilidades ‘penales’ a los chicos que organizaban los enlaces ciudadanos. El mensaje es claro: no te metas con la prensa corrupta, están en el poder. ¡Qué te hacen, Patria mía!”, clamó.
Destitución y juicio político a superintendente de Comunicación.
“Informe” de Contraloría con responsabilidades “penales” a los chicos que organizaban los enlaces ciudadanos.
El mensaje es claro: no te metas con la prensa corrupta, están en el poder.
¡Qué te hacen, Patria mía!— Rafael Correa (@MashiRafael) 6 de febrero de 2018
Por si fuera poco, Correa completó este viaje a Ecuador declarando el lunes ante la Fiscalía de forma libre y voluntaria por el caso Petrochina (entre 2009 y 2014, Ecuador se comprometió a vender 764 millones de barriles de petróleo a China, equivalente a la producción del país de casi cuatro años). El expresidente mantiene que este caso es “persecución política” por parte del Gobierno.
En una rueda de prensa tras rendir testimonio, Correa indicó que en 2010 aprobó una operación que consideró “beneficiosa” para Ecuador, pero dijo que desconocía los detalles, como los costes de los fletes, porque de eso se encargaba su equipo técnico, del que, subrayó, “no tenía por qué desconfiar”.