Juan Carlos Zapata (ALN).- Era amigo de Cilia Flores, esposa de Maduro. Y se les murió en la cárcel. Era hombre de confianza de Nicolás Maduro. Y se les murió en la cárcel. Era expresidente de PDVSA. Y se les murió en la cárcel. Era exministro de Petróleo. Y se les murió en la cárcel. Era expresidente de Citgo. Y se les murió en la cárcel. Era el experto que iba a salvar a PDVSA. Y se les murió en la cárcel. Nelson Martínez lo había alcanzado todo en la industria petrolera de Venezuela. Fue acusado de corrupción y se le murió este miércoles a Maduro, en la cárcel del régimen más cruel que haya padecido Venezuela en toda su historia republicana. Maduro ya supera la crueldad de la dictadura de Juan Vicente Gómez, el dictador que inspiró el personaje de El Otoño del Patriarca de Gabriel García Márquez.
Alguien ya lo anticipaba hace dos semanas, luego de la sentencia que un juez de Florida impuso al extesorero de Hugo Chávez, al boliburgués Alejandro Andrade: son preferibles 10 años en una cárcel de los Estados Unidos que un año en una prisión de Nicolás Maduro. Nelson Martínez llevaba un año bajo arresto, acusado de corrupción, y se murió. Sufría de un problema cardiaco crónico, y se murió. El fiscal general de Maduro, Tarek William Saab, dijo que el expresidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y exministro de Petróleo había recibido la atención médica debida. Pero se les murió en la cárcel. Y nadie debe morir en la cárcel. Ni un delincuente común. Ni un procesado por corrupción. Ni un mafioso. Se puede morir en la cárcel, a menos que la sentencia sea a cadena perpetua o a muerte. No era el caso de Martínez. Sin embargo, su caso, confirma que en el régimen chavista los detenidos, con sentencia o no, están condenados a muerte, o al menos, todos se sienten condenados a muerte hasta que no salen de aquellos calabozos de tortura. En octubre pasado, otro caso le dio la vuelta al mundo. El del concejal opositor, Fernando Albán. El régimen dijo que se había suicidado. El fiscal general ni el Gobierno ni nadie del chavismo ha podido demostrarlo. Solo faltó que de Nelson Martínez también dijeran que había optado por el suicidio.
La muerte de Nelson Martínez tendrá impacto directo en los boliburgueses. En aquellos que prefieren el exilio. Aquellos que prefieren esconderse. Que prefieren acogerse a un programa de testigo protegido en los Estados Unidos. Aquellos que prefieren purgar 10 años en el imperio del que tanto denostaron. O prefieren prisión en España, o en cualquier otra cárcel del mundo. Menos en Venezuela. Por eso se fue Andrade. Por ello se fueron los boliburgueses petroleros Nervis Villalobos, Rafael Reiter, y se fueron Claudia Díaz, la exenfermera de Chávez y su esposo, el exguardaespaldas de Chávez, Adrián Velásquez. Villalobos y Reiter están detenidos en España. Por ello los empresarios Roberto Rincón y su hijo Roberto Rincón, ligados a negocios turbios con PDVSA, prefirieron Estados Unidos. Villalobos, Reiter Díaz y Adrián Velásquez, prefieren España. Sobre Díaz y Velásquez pesan solicitudes de extradición. Y el abogado de Díaz en Madrid dijo a ALnavío que, si regresa a Venezuela, el régimen de Maduro la mata, que le puede ocurrir lo mismo que al concejal, que lo lanzaron del décimo piso de la cárcel política.
El presidente de Citgo no quiere que la empresa se venda
Lo que le ha ocurrido a Martínez confirma la decisión de otros que se han declarado culpables en los Estados Unidos. Y confirma la decisión del expresidente de PDVSA, Rafael Ramírez, que escogió esconderse en un lugar de Europa, un sitio de Italia, aunque el gobierno de Maduro ha hablado de España.
Hay que apuntar que Martínez fue hecho prisionero junto a Eulogio del Pino, el expresidente de PDVSA que el ahora muerto sucedió en el cargo, siendo como era Nelson Martínez, ficha y elemento de confianza de la pareja presidencial. Nelson Martínez fue un hombre importante en la estructura corrupta de PDVSA y en la estructura de la geopolítica petrolera de Hugo Chávez, cuando este andaba por América Latina financiando obras. Allí estaba Martínez. Había sido, pues, uno de los héroes de Chávez en la toma de PDVSA y en la conversión en una empresa chavista. Para los intereses chavistas.
Por cierto, otro boliburgués, primo de Ramírez, el exZar de PDVSA, también está detenido. No se fue del país porque otros boliburgueses que aún siguen rampantes y campantes en Caracas y que gozan de gran poder, de un poder conferido por Maduro y la esposa, Cilia Flores, le ofrecieron protección, se la ofrecieron y no pudieron cumplirle. Pero estos boliburgueses de poder en medios, en banca, en seguros, en el Tribunal Supremo de Justicia, en las finanzas gubernamentales, están sobre aviso. Están señalados. Están apuntados. Ya están vigilados. Porque el régimen teme que al menos uno de ellos se pueda ir. A servir de testigo protegido en Estados Unidos. Porque él, que es abogado, jefe de una mafia judicial a la que llaman la Banda de los Enanos, también sabe que es preferible una sentencia de 10 años en el imperio a purgar un año en una cárcel de Maduro. Se trata de Raúl Gorrín, dueño de Globovisión.
«Si a la exfermera de Chávez la llevan a Venezuela la matan, la tiran por la ventana»
Ramírez fue de los primeros chavistas en condenar la muerte de Martínez. Escribió en su cuenta se Twitter: “Acaba de morir Nelson Martínez, exministro de petróleo y presidente de PDVSA. Secuestrado y maltratado durante un año por órdenes de Maduro que sabía de su enfermedad crónica. Lo humillaron y le negaron su derecho a la defensa y a la vida. Maduro tú eres el responsable”. Denuncia contundente, pese a que Ramírez y Martínez los distanció la cercanía del segundo con Maduro y que Martínez se opuso a la venta de Citgo cuando Ramírez la planteó en 2014. Entonces, Maduro y la esposa escuchaban lo que les decía Martínez, por lo que Citgo no se vendió y la empresa, con sede en Estados Unidos, el principal activo de Venezuela en el exterior, que hoy corre peligro de perderla, resultó siendo el principio del fin de Martínez, señalado de haber ejecutado operaciones de deuda sin la debida autorización del gobierno en Caracas. O sea, de Maduro y su esposa. Por el mismo hecho fueron detenidos el nuevo presidente y cinco gerentes de Citgo, a quienes se les tendió una trampa en Caracas, invitándolos a una reunión operativa cuando en verdad los esperaban con el fin de detenerlos. Caso oscuro que involucra una operación de 4.000 millones de dólares. Caso oscuro que seguirá oscuro, pues como dice Ramírez, a los implicados, en este caso Martínez, se les niega el derecho a la defensa, o no son expuestos en tribunales para evitar que digan su verdad, su versión. Se supo entonces que la mañana del 30 de noviembre de 2017, Eulogio Del Pino, y Nelson Martínez fueron detenidos. La firma Torino Capital dijo que en el Gobierno acusaban a Martínez de estar en conocimiento de una operación de refinanciamiento de deuda llevada a cabo en Citgo, en la que se ofrecía como colateral los activos de la filial y que no contaba con el aval del presidente de la república, lo cual fue catalogado por la Fiscalía como un delito.
Los boliburgueses se irán. Lo harán como Andrade. No confiarán en la protección de Maduro. Además, mucho de ellos saben que la historia de las operaciones que los involucra, ya está armada, pues ha sido expuesta, ventilada, declarada y constatada en los Estados Unidos y España, en Andorra. Los boliburgueses también saben que en Venezuela no hay justicia. Ni siquiera para ellos ya que la “justicia” es selectiva. Tal como la aplicó Hugo Chávez con otros boliburgueses. Saben que la lucha contra la corrupción de Maduro no es sincera como tampoco lo era con Chávez. Porque la corrupción está institucionalizada. Es un entramado. Es un poder. Porque la corrupción es un instrumento de cooptación, o de presión a conveniencia.
Y esto queda expuesto con el trato preferente que recibe un capo de la droga como Walid Makled que hasta sube mensajes a Instagram y amenaza a chavistas disidentes, a chavistas bolibiurgueses, a enemigos ahora del régimen de Maduro. Makled, a quien se le brinda poder en una cárcel del régimen a cambio del silencio cómplice. Porque así lo quiso Chávez cuando lo extraditó de Colombia. Porque así lo quiere Maduro. Tal vez lo único que quería Nelson Martínez fue lo que no se le dio. Atención médica oportuna y un proceso justo. Dos cosas imposibles en la Venezuela de Nicolás Maduro.