Pedro Benítez (ALN).- El coronavirus tiene una utilidad política casi infinita. Los funcionarios militares de Nicolás Maduro lo están usando para (entre otras cosas) justificar el trato que se les está dando a los venezolanos del éxodo que retornan desde Colombia. Se les tiene retenidos en la frontera en condiciones infrahumanas. Un trato muy distinto al que el gobierno de Colombia dispensó cuando esos mismos venezolanos hacían la ruta inversa.
Rumanos que se quedan varados en España, africanos atrapados en las costas del Mediterráneo que temen seguir hacia Italia, afganos en Irán: Unas de las víctimas directas de la pandemia son los inmigrantes. En muchos casos no pueden retornar a sus países por el cierre de las fronteras, en otros ese movimiento sencillamente no hay manera de detenerlo. Es el caso de los 2.219 kilómetros de la frontera colombo-venezolana.
A medida que la economía de Colombia se paraliza por las medidas de restricción para combatir la pandemia, miles de venezolanos que han emigrado a ese país en condiciones precarias en los últimos cuatro años pierden sus fuentes de ingresos. Estos son los que sobreviven en la economía informal en las distintas urbes colombianas y que en condiciones desesperadas salieron huyendo de la debacle económica venezolana. Son parte de aquellos a los que la “revolución chavista” prometió redimir.
El dramático cambio de las circunstancias los ha obligado a devolverse con la premisa de que “es preferible pasar trabajo en tu tierra que en el extranjero”.
En el pasado fin de semana se estimó en unos 600 los venezolanos que cruzaron el Puente Internacional Simón Bolívar para retornar a sus hogares. La gobernadora del estado Táchira, Laidy Gómez, afirma que unos 10.000 lo harán próximamente.
Pero el recibimiento dispensado por las autoridades militares nacionales de Venezuela no ha sido precisamente de brazos abiertos. Por el contrario.
En el estilo típico del chavismo donde el discurso va por un lado y las acciones por el otro el ministro de Comunicación e Información de Maduro, Jorge Rodríguez, a la vez que les ofrecía el trato más humano que el socialismo puede dar anunciaba un toque de queda para los municipios fronterizos Bolívar (San Antonio) y Pedro María Ureña (Ureña), de 4:00 p.m. a 10:00 a.m., prohibiendo la circulación de personas y vehículos allí durante esas horas.
Los que han cruzado la frontera legalmente han sido retenidos impidiéndoles el acceso a la ciudad de San Antonio o los han desviado a una instalación militar. Según han denunciado ellos mismos en videos difundidos por las redes sociales se encuentran sin agua potable ni alimentos, con mujeres y niños, en condiciones más que desesperadas.
De haber actuado así el gobierno colombiano en los últimos años cuando hacían la ruta inversa se hubiera desatado un escándalo mundial.
Por supuesto, los funcionarios de Maduro tienen un muy buen argumento para retenerlos, puesto que a los migrantes venezolanos que regresan hay que aplicarles los test para detectar si tienen el virus y eventualmente aplicar cuarentena a los afectados.
No obstante, según han informado Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez y la vicepresidente Delcy Rodríguez ellos disponen de todas las capacidades necesarias para atender de manera rápida y efectiva a esta población en movimiento, como no las tiene ningún otro gobierno latinoamericano.
Así por ejemplo, el ministro Rodríguez asegura que 17.294.092 venezolanos respondieron la encuesta del Sistema Patria de Prevención de Covid-19. De ellos 104.331 ya han sido visitados, 10.847 tienen síntomas y se les está haciendo la prueba rápida.
Maduro asegura tener respaldo de China y Rusia
Además, afirma tener casi 20.000 profesionales de la salud desplegados en todo el país. Para ello Maduro asegura contar con el respaldo de China en una“asociación estratégica” para enfrentar la pandemia.
“Gracias a China, gracias al presidente Xi Jinping; gracias al embajador de China en Venezuela; gracias al embajador venezolano en China; gracias a la asociación estratégica profunda China-Venezuela”, recalcó en un contacto telefónico con un programa transmitido por el canal oficial, Venezolana de Televisión (VTV), el sábado pasado. Allí mismo agregó que: “Hoy llegó el segundo avión del puente aéreo de China con 500.000 pruebas para detectar el coronavirus”.
“En 15 minutos se realiza esta prueba (…) hoy comprobamos la efectividad de las pruebas rápidas, lo cual nos va a permitir masificar las pruebas a partir de mañana domingo en adelante, dentro de la metodología de la encuesta Carnet de la Patria y la metodología de la visita casa por casa (…) en las próximas horas llegarán un millón más de pruebas además de muchos más equipos”.
No pareciendo suficiente lo anterior afirmó que el presidente Vladímir Putin había enviado un avión militar de Rusia “con todos los equipos”.
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“El presidente Putin me mandó un mensaje que me llegó ayer en la noche entregado por el embajador, ratificando todo su apoyo estratégico integral a Venezuela, en todas las áreas”.
Con tal despliegue de recursos logísticos no parece necesario restringir indefinidamente sin las más elementales condiciones sanitarias a centenares (pronto serán miles) de ciudadanos venezolanos provenientes de Colombia, Ecuador y Perú que desean retornar a sus hogares.
A menos que todo lo afirmado por Maduro, y los hermanos Rodríguez, sea falso y que la verdadera razón de su actitud (más allá de la precariedad de recursos y del caos de Estado venezolano) sea la de crear el efecto disuasión sobre los miles de venezolanos que estén pensando retornar.
Porque una de las consecuencias inesperadas de esta crisis mundial es la de haber puesto fin de golpe a la masiva migración venezolana, que en los últimos años había sido la válvula de escape a las tensiones sociales dentro del país. Cada emigrante venezolano que por las razones que sea regrese a Venezuela es un descontento adicional contra el régimen chavista.
Esta conclusión puede lucir retorcida, pero es la lógica con la que el chavismo ha operado en Venezuela durante dos décadas.