Daniel Gómez (ALN).- El presidente electo de México promete ahorro y desarrollo. Con respecto a lo primero, prepara un plan de austeridad para los funcionarios del gobierno. Para lo segundo, promete grandes proyectos de infraestructura y energía. Y aunque Andrés Manuel López Obrador no cierra las puertas al capital privado, lo cierto es que muchas de sus promesas necesitan dinero público.
Una refinería nueva. Modernizar las viejas. Un corredor ferroviario de 300 kilómetros. El Tren Maya. Nuevas carreteras. Mejores hospitales.
Estos son algunos de los proyectos que el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, está planteando antes de asumir el mandato el próximo 1 de diciembre. Proyectos que para hacerse realidad requieren al menos 32.400 millones de dólares de inversión. El monto asusta, aunque advierte que no todo se hará con dinero público.
Este domingo, López Obrador anunció la construcción del Tren Maya. Un ferrocarril de 1.500 kilómetros que enlazará los principales centros arqueológicos en el sureste. Plantea construir el corredor en cuatro años para así conectar los estados de Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Una apuesta destinada al turismo que, como dijo el mandatario, requiere inversiones de 7.640 millones de dólares
“Es un programa de todos con participación de los gobiernos municipales, estadales, del Gobierno federal, de la sociedad civil, de inversionistas nacionales, y, si se necesita, de inversión extranjera”, dijo.
No cierra las puertas a los inversores privados porque los necesita. Porque López Obrador no sólo prometió proyectos. También prometió recortes en la Administración. Dice que bajará el sueldo a los funcionarios, incluido él. Que venderá el avión presidencial y que la burocracia se reducirá al mínimo.
“No va a haber duplicidades. No podemos derrochar, se tiene que ahorrar. Por eso, ahora vamos a tener toda la coordinación de medios, general, en la Presidencia”, dijo hace dos semanas en una rueda de prensa.
El diario mexicano El Universal accedió a un estudio hecho para el presidente en el que se calcula cuánto ahorrará con este plan de austeridad: unos 2.000 millones de dólares al año. Un monto importante que en ningún caso compensa el desembolso prometido.
Refinerías, centrales hidroeléctricas y ferrocarriles
Y es que López Obrador maneja 25 proyectos que considera “prioritarios” para México. De esos 25, sobre algunos ha dado aclaraciones y sobre otros no. El estado de cada uno está disponible en el portal mexicano ADN Político.
Al igual que sobre el Tren Maya, López Obrador sí ofreció detalles. También hizo lo propio con el programa de modernización de la refinería. “Queremos producir las gasolinas porque tenemos la materia prima, tenemos el petróleo crudo”, dijo la semana pasada el presidente electo a un grupo de empresarios en un acto en Monterrey.
Y como López Obrador quiere producir gasolina pretende construir una refinería. En Dos Bocas, Tabasco, un estado petrolero que es, además, su tierra natal. La refinería, detalló, “producirá 400.000 barriles de gasolinas al día”, costará “unos 8.000 millones de dólares” y la construirán “en tres años”.
También agregó que se reformarán las seis refinerías de Pemex, que en este momento procesan alrededor de 40% de su capacidad total (de 1,6 millones de barriles al día). Para ello comprometerá 2.500 millones de dólares contemplados en los presupuestos de 2019 y 2020.
Mejorar las infraestructuras de las zonas rurales costará 5.400 millones de dólares
Aumentar la producción de energía hidroeléctrica en 8% es otro asunto que se plantea el equipo del presidente. Dice que hay que potenciar la infraestructura actual e instalar nuevas centrales hidroeléctricas. 112 centrales que requieren “una inversión de capital privado” de 6.309 millones de dólares.
López Obrador también contempla la creación de un corredor interoceánico en el istmo de Tehuantepec. Un canal para ferrocarriles de carga y descarga de 200 kilómetros, cuyo fin es catalizar el flujo de mercancía entreAsia y EEUU. Para ello requiere una inversión inicial de, al menos, 2.073 millones de dólares.
De cara al sexenio, López Obrador contempla 5.400 millones de dólares de inversión en su plan de modernización y construcción de infraestructuras. 90% de ese dinero irá destinado a mejorar los caminos en zonas rurales para activar la economía de esas regiones.
Otro compromiso del gobierno es garantizar la salud para todos. No ahondó en detalles, pero sí adelantó inversiones en esta línea. Unos 518 millones de dólares que servirán para reformar cerca de 50 hospitales abandonados.
Inversiones en el aire
No todas las promesas de López Obrador hablan de inversiones. Por el momento, no sabe qué hacer con las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México. Primero prometió cancelar la construcción si era elegido presidente. Ya como mandatario electo, apuntó que someterá el proyecto a una consulta pública vinculante “a finales de octubre”.
No precisó el día de esa consulta, pero mientras se acerca la fecha, pidió opinión a los expertos para que orientaran a la ciudadanía. Y estos fueron rotundos: la nueva terminal “es la única solución factible, viable y confiable”.
Eso recomendó el presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de México, Ascensión Medina, a López Obrador. Y como Medina, otros tantos expertos en la materia dijeron que lo mejor para el país sería mantener las obras del aeropuerto (Leer más: Los ingenieros mexicanos le dicen a López Obrador que continúe con el aeropuerto).
El nuevo aeropuerto contempla inversiones de 13.000 millones de dólares, según el actual gobierno. De los contratos ya firmados, 3.900 millones pertenecen al conglomerado del hombre más rico del país, Carlos Slim, quien tampoco dudó en manifestarse a favor de la construcción del aeropuerto.
López Obrador también ha ido bajando el tono respecto a la reforma energética. Primero prometió cancelarla. La respuesta de la Administración de Enrique Peña Nieto fue que las rondas petroleras habían captado 90.000 millones de dólares de inversión para las próximas tres décadas.
Semejante dato aflojó la postura del presidente electo, quien incluso elogió la reforma de Peña Nieto. “Lo que hemos visto en el proceso de licitación es que son muy buenos para el país, están bien hechos, y hasta hoy no tenemos quejas”.
Además, López Obrador incluyó en su gabinete a Alfonso Romo, un magnate de 69 años que hará de nexo entre el gobierno y el sector privado del país. El mismo Romo respalda la reforma energética. “No vamos a hacer ningún cambio drástico de entrada, lo que esté bien lo vamos a respetar y lo que esté regular lo vamos a corregir”, dijo todavía en época de campaña (Leer más: Conozca al magnate que López Obrador nombrará superministro).
Un voto de confianza del sector privado
Aun así, la incertidumbre sobrevuela México. Cerrado el asunto del acuerdo de libre comercio con EEUU, lo que preocupa al empresariado es el enfoque de las políticas de López Obrador. Si contará con el sector privado o, por el contrario, se dedicará a asfixiar las arcas públicas.
Los empresarios decidieron darle confianza. Y también un llamado de advertencia cuando fue electo. La mexicana más rica, el director del Grupo Bimbo, el presidente del Grupo Kaluz y otros seis influyentes ejecutivos lo felicitaron por el triunfo electoral. Lo apoyarán, colaborarán, pero eso sí, mientras respete su independencia (Leer más: El mensaje de paz y advertencia del empresariado mexicano a López Obrador).
Otros que siguen apostando por México son los bancos. Desde España, tanto BBVA, la primera entidad del país; como Banco Santander, el tercero más grande, contemplan millonarias inversiones para seguir fortaleciéndose en la pujante banca mexicana.
Hay un dato que les estimula. La Asociación de Bancos de México dijo hace dos semanas que el crédito creció 11,6% en el primer semestre de 2018, encadenando 17 años de subida sostenida en México. Si López Obrador mantiene sus promesas (y sigue contando con el sector privado), todo apunta a que los préstamos mantendrán su buena salud.