Pedro Benítez (ALN).- La Administración de Donald Trump pareciera esperar la realización del proceso electoral mediante el cual Nicolás Maduro pretende revalidar el mandato por seis años más para dar el siguiente paso en la estrategia de presiones al régimen de Venezuela: un embargo petrolero. Pero tal como van las cosas con la industria petrolera venezolana puede ser que de aquí a ese momento haya muy poco que embargar. Las acciones del gobierno de Maduro están provocando un autoembargo petrolero.
Diversas fuentes vinculadas a la Administración de Donald Trump aseguran que un embargo petrolero a Venezuela es una opción considerada seriamente en la Casa Blanca. El exembajador de Estados Unidos en Venezuela y exsubsecretario de Estado Otto Reich dijo en entrevista con CNN que sólo la oportunidad para su implementación y el efecto que esa medida tendría en agravar la crisis humanitaria venezolana lo han frenado.
Sin embargo, para los asesores más duros dentro del Gobierno republicano privar al régimen de Nicolás Maduro de la principal fuente de ingresos en divisas es una posibilidad a la que no van a renunciar. Después de todo, la gran debilidad estratégica de este último es la fuerte dependencia económica de Estados Unidos.
En la Casa Blanca calculan que ni China ni Rusia estarían en disposición de rescatar a un gobierno económicamente en ruinas
Todavía la superpotencia americana sigue siendo el primer destino de las exportaciones petroleras de Venezuela (en 2016 le vendió aproximadamente 741.000 barriles al día y en 2017 disminuyó a 539.047 barriles al día según Thomson Reuters). Las exportaciones petroleras a China (el segundo cliente) son para pagar préstamos que Caracas ya usó, es decir, no le aportan ingresos en divisas fuertes que necesita desesperadamente. Por otro lado, las exportaciones a China y a India implican para Venezuela costos adicionales en fletes marítimos de hasta 40 días, mientras que los cargamentos de crudo venezolano tardan tres días en llegar a las refinerías de la costa de Golfo de EEUU.
Los otros envíos de hidrocarburos que la industria petrolera venezolana todavía despacha a Cuba y otros países del Caribe son con grandes descuentos que no le reportan dividendos.
En cambio, las exportaciones petroleras a Estados Unidos son canceladas a tiempo y al precio del mercado en unos momentos en los que, por cierto, la cotización internacional del crudo va en alza. En otras palabras, los ingresos del gobierno de Maduro están en manos de Washington.
Un embargo petrolero es, lógicamente, el siguiente nivel de presión en la escalada de sanciones personales emitidas contra funcionarios del gobierno madurista (Leer más: ¿El embargo petrolero a Venezuela provocará la caída de Nicolás Maduro?).
No faltan los que alegan los costos que para la propia economía estadounidense podría implicar la suspensión de importaciones por parte de su tercer suministrador de crudo extranjero. Hasta el año pasado Venezuela satisfacía el 9% de las importaciones petroleras de Estados Unidos.
No obstante, ese país puede reemplazar las importaciones con crudos de Colombia, Brasil, Canadá y de los países árabes. Incluso esa sería una oportunidad para los propios productores nacionales; recordemos que la producción petrolera estadounidense acaba de rebasar los 10 millones de barriles al día.
Por otra parte, en la Casa Blanca calculan que ni China ni Rusia estarían en disposición de rescatar a un gobierno económicamente en ruinas. China por falta de interés; Rusia no por falta de ganas sino de capacidad económica (Leer más: China, Rusia y Cuba no parecen dispuestas a hacer por Nicolás Maduro lo que la URSS hizo por Fidel Castro).
Cierre de refinerías
Un dato revelador de esto último, y al mismo tiempo sintomático de la situación de la industria petrolera venezolana, es la aseveración formulada por el directivo de la Federación Única de Trabajadores Petroleros de Venezuela, Iván Freites, según la cual podrían cerrar en las próximas semanas tres de las seis refinerías que operan en Venezuela: Cardón, ubicada en el estado Falcón, en el occidente; Puerto La Cruz, en el estado Anzoátegui, en oriente; y El Palito, emplazada en el estado Carabobo, en el centro del país.
Los motivos serían la escasez de crudo para procesar y la falta de personal. El imparable aumento en los precios de todos los bienes en Venezuela y el colapso del valor de la moneda han destruido los salarios, provocando la deserción masiva de empleados y trabajadores de las empresas privadas, pero particularmente del sector público que incluye la fundamental industria petrolera.
Las acciones del Gobierno de Venezuela están provocando un colapso de las exportaciones petroleras sin necesidad de coacción externa
Esta situación ha provocado recientemente protestas incluso dentro de la sede de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en Caracas.
A su vez una continua caída de la producción petrolera viene afectando al sector por falta, principalmente, de nuevas inversiones. Según los expertos la industria petrolera requiere invertir uno de cada tres dólares que genera para mantener e incrementar la producción. Desde hace años PDVSA no ha mantenido ese ritmo. Como consecuencia la producción de crudo venezolano está hoy por el orden de 1,6 millones de barriles al día, la mitad de hace dos décadas.
Para remediar esta situación el Gobierno venezolano ha intentado atraer socios de países amigos que inviertan en la explotación de pozos, e incluso en la operación de las factorías; una de las cuales, el Complejo Refinador Paraguaná, es la segunda más grande del mundo y en ella se encuentra ubicada la refinería de Cardón.
Entre otras ventajas PDVSA habría entrado en negociaciones en 2017 con las empresas Rosneft de Rusia y Petrochina para entregarles la operación de algunas de esas instalaciones en condiciones de arrendamiento. Esto es parte de una política que lleva varios años orientada a levantar la industria petrolera venezolana.
Pero como vemos esto ha sido infructuoso. Según la versión del dirigente sindical, tanto Rosneft como Petrochina han declinado dada la magnitud de las inversiones que se requieren para recuperar estas instalaciones, muy deterioradas por falta de mantenimiento.
Esta situación del parque refinador venezolano ha provocado, además, que de un tiempo para acá el país haya pasado de exportador a importador de gasolina, siendo su principal proveedor… Estados Unidos.
Y he aquí otro ángulo del tema, pues la Administración Trump podría embargar no sólo las importaciones de petróleo desde Venezuela, sino las exportaciones que Estados Unidos hace de productos refinados al país suramericano.
Sin embargo, tal vez no se llegue nunca a esa decisión, pues las acciones (o falta de ellas) por parte del gobierno de Caracas están provocando un colapso de las exportaciones petroleras sin necesidad de coacción externa. La hiperinflación está paralizando progresiva pero inexorablemente al país. Así las cosas, Maduro se adelanta al embargo petrolero de Trump.