Leticia Núñez (ALN).- En menos de tres meses desde que llegó a la Presidencia de Ecuador, Moreno ha dado una vuelta al tablero político que ha provocado una pugna con Correa. Los expertos señalan que “nadie esperaba un distanciamiento y mucho menos tan pronto”, pero lo cierto es que los cambios en política exterior, y más concretamente respecto a Venezuela, así como en materia económica y en el trato con la oposición, ya son una realidad.
El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, está sorprendiendo a propios y extraños. Incluido su ‘tutor’ Rafael Correa. En contra de lo que se esperaba y de lo que se dijo en la campaña electoral, el nuevo mandatario, en el cargo desde el pasado 24 de mayo, procura día a día desmarcarse de su antecesor. Y vaya si lo ha conseguido. Aún no ha cumplido 100 días en el gobierno y el que muchos apodaron como “cachorro de Correa” parece decidido a firmar el divorcio. Las distancias son más que notorias. A pesar de pertenecer al mismo partido, Moreno le ha dado una vuelta al tablero político ecuatoriano: se ha reunido con líderes de la oposición, ha devuelto la sede a la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador que le había retirado el gobierno anterior y ha despedido a todas las cabezas de los medios de comunicación públicos, consideradas cercanas a Correa.
“Nadie, ni de uno ni de otro lado, podía prever que Lenín fuese a hacer esa traición tan grande que le está haciendo a su antecesor”, advierte de primeras Luis Espinosa Goded, profesor de economía en la Universidad San Francisco de Quito (Ecuador), en declaraciones al diario ALnavío. “Creíamos que Moreno era la continuación de Correa porque el propio Correa le presentaba así y Moreno también se presentaba a sí mismo de esa forma. Nadie esperaba esto”, agrega. Máxime porque Moreno fue vicepresidente de Correa de 2007 a 2013.
Si bien es cierto que no pertenecían a la misma familia política y que en los mentideros de la política ecuatoriana se rumoreaba que la relación nunca fue excelente, el correísmo eligió a Moreno como candidato a las presidenciales en detrimento del vicepresidente Jorge Glas porque las encuestas, según Espinosa Goded, “decían que el único que tenía opciones era Lenín”. Se había dedicado a la misión Manuela Espejo para ayudar a personas con discapacidad y su popularidad llegó a rondar el 90%, por encima del 70% de Correa, un nivel que no alcanzó ningún otro presidente. Eso sí, “le impusieron a Glas como vigilante de la ortodoxia oficialista”. Pues bien, con el binomio presidencial conformado, los dos vicepresidentes de Correa, la continuidad del legado parecía asegurada.
“La posición clásica de incluir a Ecuador en el eje de la izquierda radical latinoamericana ya no es cierta”
Pero, ¿qué ha podido suceder para que se haya producido la ruptura? Y, ¿por qué tan pronto? Aquí Espinosa Goded contempla dos escenarios. En primer lugar, que Lenín “haya jugado a hacer política maquiavélica” y desde que asumió la Presidencia “decidiese estar callado para traicionar al correísmo”. Es decir, que lo tuviera planificado. Y en segundo lugar, y a su juicio más factible, que “no tuviera la intención de matar al padre de una manera tan grave pero que al conocer las cifras reales de la economía y ver que la situación era tan catastrófica, haya tomado la decisión de enfrentarse frontalmente porque está harto de esa herencia”.
En el primer balance económico que ofreció Moreno, calificó la situación del país como “crítica”. Lejos quedan las buenas palabras y gestos que se dedicaron ambos políticos en la campaña electoral del pasado mes de abril. En ese momento, Moreno negó que el país estuviera inmerso en una crisis y sostuvo que Correa dejaba “la mesa servida”, en referencia a una supuesta economía saneada. Ahora asegura que esa misma mesa “no estaba servida” y culpa a su antecesor de las dificultades. “Las decisiones que se tomaron [durante el gobierno de Correa] no fueron debidamente mesuradas y se puso al límite la sostenibilidad de nuestra economía”, remató.
En cualquier caso, Espinosa Goded se muestra sorprendido por la rapidez: “Ni esperaba este distanciamiento, ni muchísimo menos tan pronto”. Descarta un choque de personalidades porque, según dice, desde que Moreno se fue a Ginebra en 2013 para trabajar en Naciones Unidas “apenas se han visto”. Por eso, dice, “no es un distanciamiento político o personal, sino que ambos están intercambiando graves acusaciones de corrupción en Twitter”. Precisamente la corrupción es el primer terreno en el que Moreno trata de dar un giro de 180 grados respecto a Correa.
Corrupción: “¡Vamos a adecentar la política!”
El presidente parece volcado a combatir esta lacra. El pasado 3 de agosto retiró de sus funciones al vicepresidente Jorge Glas luego de que éste se viera salpicado por el escándalo de corrupción Odebrecht. Habría unos audios que lo vinculan con la trama de sobornos que se fraguó desde la empresa brasileña. “La política es el arte de servir a los demás. ¡Vamos a adecentar la política en el Ecuador!”, dijo Moreno.
De hecho, este lunes la Fiscalía ecuatoriana pidió a la Corte Nacional de Justicia que convoque una vista para presentar cargos contra Glas. El fiscal general, Carlos Baca, explicó ante los medios que existen “elementos de convicción” para señalar al hasta ahora vicepresidente por el delito de “asociación ilícita”. Correa, por su parte, dice que se intenta vincular a Glas en el caso Odebrecht “sin prueba alguna” y que “no se respetan principios, tan solo presiones…”.
Asimismo, la semana pasada, el expresidente dijo que Moreno hizo campaña en el avión de un financista acusado de lavado de dinero.
El Frente de Transparencia y Lucha contra la Corrupción puesto en marcha por Moreno a finales de mayo tampoco fue del agrado de Correa. Dicha medida tiene el objetivo, según el mandatario, de “hacer una cirugía mayor a la corrupción”. La idea es que este frente reciba las denuncias de la ciudadanía, las procese y las entregue a las funciones de control del Estado. Sin embargo, Correa emitió una nueva crítica: “En democracia habrá que soportar ilustres desconocidos que llenos de vanidad y odio a la Revolución Ciudadana, se autodenominen ‘Comisión Nacional Anticorrupción’”.
“No han pasado ni 100 días de gobierno y el distanciamiento con el que se suponía que era su delfín no ha sido duro, sino durísimo”, insiste Espinosa Goded.
Política económica
Aunque “aún no ha tomado ninguna medida real”, según el académico, el presidente ya ha aplicado otras decisiones de menor magnitud. Decidió vender un avión presidencial, vehículos de lujo comprados por el Estado, y reducir un 10% los sueldos de los funcionarios de jerarquía superior. “Aunque no van a tener prácticamente ningún efecto en la economía, pues suman en torno a 170 millones de dólares (145 millones de euros) y el déficit para este año es de 4.700 millones de dólares (4.000 millones de euros), sí son medidas con gran impacto político”, dice Espinosa Goded. Y agrega: “Es un anuncio muy claro de que la retórica de Correa de que todo gasto público era bueno no es correcta y hay que empezar a reducirlo”.
“La forma de gobernar de Lenín Moreno ya no es con una voz de autoridad pura”
Lenín Moreno también se disculpó por ciertas políticas públicas de la Administración anterior en áreas de educación y salud.
Los próximos pasos que el mandatario ecuatoriano podría dar en materia económica resultan una auténtica incógnita. “Al presupuesto de 2017 le faltan 4.700 millones por cerrar y quedan cuatro meses. Todavía no ha presentado su plan económico, simplemente ha anunciado que va a haber un plan fuerte”, explica el profesor. En su opinión, Moreno tendrá que anunciar “una drástica reducción del gasto público” e intentar generar ingresos, “aunque no sé muy bien cómo porque la herencia de Correa está envenenada y es muy difícil salir de este atolladero”.
Política exterior
Como en los dos apartados anteriores, “el cambio en política exterior está siendo radical y muy importante”. Como ejemplo, el académico cita el nombramiento de María Fernanda Espinosa como canciller. “Era su íntima amiga, con ella se fue a Suiza y con ella se volvió. Espinosa está casada con un antiguo asesor de Daniel Ortega (presidente de Nicaragua) y todos la veían como la izquierda dura”. Pues bien, ahora choca que la ministra de Exteriores hable bien públicamente de la crisis de Venezuela mientras Moreno “habla mal”.
La semana pasada, el presidente ecuatoriano dejó la cautela de anteriores declaraciones y calificó de “preocupante la situación que atraviesa nuestra querida hermana República Bolivariana de Venezuela”. El mandatario señaló que “por encima de todo derecho, por encima de cualquier postura ideológica o política, la vida es sagrada e intocable, la muerte de seres humanos es un hecho que debemos lamentar y rechazar enérgicamente”. La crítica de Moreno al régimen de Nicolás Maduro no quedó ahí. También se mostró preocupado por “la cantidad de presos políticos”.
Esto es algo que sorprende a Espinosa Goded. Señala que las acciones de Moreno “son tremendamente desconcertantes porque no sabemos si no se ha puesto de acuerdo con su canciller, que era su íntima amiga”. En este sentido, agrega que, aunque no saben muy bien qué está pasando, “desde luego que Moreno también en esto está dando un cambio de rumbo radical”.
Ahora, la posición clásica de incluir a Ecuador con Bolivia, Cuba y Venezuela en el eje de la izquierda radical latinoamericana “no es cierta”, según el experto. No obstante, matiza que “tampoco podemos decir dónde está ubicado Ecuador ahora mismo”. Llegados a este punto, añade un factor más: Moreno dio esta semana por finalizadas las funciones de los embajadores en destinos clave como EEUU, Venezuela y Cuba. “Lenín tiene esa manera de hacer los cambios, muy a lo poquito, pero evidentemente la retirada de los embajadores y sus declaraciones de condena a Venezuela empiezan a dar pasos hacia atrás muy firmes con respecto al posicionamiento de Correa, que era la línea dura Bolivia-Nicaragua-Cuba-Venezuela. Ya no está exactamente en esa línea, no sé dónde está ahora, ni lo sé yo ni lo sabe nadie, quizá incluso ni el propio Moreno, pero es un cambio muy importante”, zanja el profesor al respecto.
Diálogo con los medios de comunicación
Aunque Moreno apenas lleva tres meses en el Palacio de Carondelet, lejos quedaron las amenazas e insultos a los periodistas. Para Espinosa Goded, “no cabe duda” de que la relación con los medios de comunicación “está cambiando radicalmente”. Lo está haciendo en dos sentidos: “Ahora Lenín ofrece ruedas de prensa, algo que no era habitual, y el organismo de represión está totalmente callado a pesar de que la Ley de Comunicaciones no ha cambiado”.
En su primera intervención como presidente, Moreno dijo que la intención era mantener “una relación fresca, fluida y dialogante” con los medios. Ahora, se está produciendo un diálogo abierto para cambiar la citada ley. “El ambiente ha cambiado como la noche y el día. Se respira más libertad y están saliendo a la luz más casos de corrupción”, señala el profesor, para después recordar que “Correa persiguió a los periodistas que denunciaron casos de corrupción y ahora la propia Fiscalía dice que ocurrieron”.
Trato con la oposición
Finalmente, Moreno también ha marcado distancia respecto a Correa en el trato que mantiene con la oposición. “La llamada al diálogo está surtiendo efecto porque la forma de gobernar ya no es con una voz de autoridad pura”, dice Espinosa Goded. No obstante, matiza que no está teniendo efectos plenos por “el fantasma de la corrupción y de Jorge Glas”.
“No han pasado ni 100 días de gobierno y el distanciamiento entre Moreno y Correa es durísimo”
Preguntado por el silencio de Guillermo Lasso, rival de Moreno en los comicios presidenciales, el académico contempla dos opciones. La primera, que esté “realmente cansado” después de una campaña “extenuante tanto a nivel financiero como físico”. Y la segunda, “que esté disfrutando del espectáculo”. Dice Espinosa Goded que, si “sus enemigos políticos se están comiendo y destruyendo entre sí, Lasso no tiene porqué decir ni está boca es mía. Simplemente, coger palomitas y ver el show”. Asimismo, recuerda que Lasso “no es un animal político [hizo carrera en el Banco de Guayaquil] y no tiene la necesidad, como la tiene Correa, de hablar e intervenir”.
Por ahora, con un mandato de cuatro años recién estrenado y mucho camino por delante, a Moreno le sonríen las encuestas. Los resultados de los últimos estudios de cuatro encuestadoras, recogidos por el periódico El Comercio, coinciden en que el porcentaje de aceptación del presidente se mantiene alto. Una de las preguntas que se incluyó en una encuesta fue “¿A quién considera como rival político de Moreno?”. La respuesta mayoritaria fue “nadie”. El 79% de los consultados considera que no existe, a la vista, un antagonista. Paradójicamente, quizá lo tenga en quien fue su aliado en la campaña: Rafael Correa. El expresidente llegó a decir que la gestión de Moreno será efímera y éste le respondió que sufre de síndrome de abstinencia del poder. La pugna promete.