Leticia Núñez (ALN).- Con dos mandatos cumplidos, Rafael Correa no puede presentarse de nuevo a la reelección. Gobernó con una situación económica inmejorable hasta mediados de 2014, cuando el precio del petróleo se desplomó. Moreno, candidato del oficialismo, se medirá a siete rivales. Ecuador inaugura el calendario electoral de 2017 para América Latina y el Caribe y lo hace con una única certeza: habrá un nuevo presidente en el país. Rafael Correa dejará su cargo el próximo 19 de febrero al no poder presentarse de nuevo a la reelección. Se va con la economía en rojo. Han sido diez años de mandato. Una década en la que se generó obra pública e infraestructuras y en la que gobernó con una situación económica inmejorable hasta mediados de 2014, cuando el precio del petróleo se desplomó: el barril cayó de 100 dólares a 20.
Aunque “la década ganada” fue la frase más repetida por Correa en su último informe a la nación, las cifras lo contradicen. Definido como un torbellino capaz de conectar con los paisanos más humildes y de seducir a muchos más con un discurso donde empatía y agresividad iban de la mano, Correa saldrá del Palacio de Carondelet justo el año que peor le ha ido a la economía ecuatoriana. De hecho, cerrará con decrecimiento. El producto interior bruto de Ecuador se contrajo un 1,6% de junio a septiembre y, según las previsiones del Banco Central nacional, terminará el ejercicio de 2016 con una caída del 1,7%. En declive desde junio de 2015, la economía ecuatoriana recibió la caída más fuerte a principios del año pasado tras sufrir un descenso del -4,1% de enero a marzo. El embate de la coyuntura internacional por el desplome del precio del petróleo, la apreciación del dólar y adversidades internas han sido un cóctel demoledor.
El oficialismo cuenta con una ventaja fundamental: la fragmentación de sus rivales
Aunque el Gobierno de Correa, en el cargo desde 2007, se ha negado de manera reiterada a hablar de crisis, lo cierto es que los atrasos en los pagos a proveedores del Estado, el cierre de empresas y los despidos tanto en el sector público como en el privado han sido una constante. Sin ir más lejos, la construcción facturó 953 millones de dólares menos hasta septiembre; el comercio, 672; y la agricultura, 90.
“Una situación llena de retos”
“Estamos viviendo una profunda crisis económica que no resultará fácil de saldar para ninguno de los candidatos”, apunta en declaraciones para ALNavio.com Gabriela Falconí, catedrática y consultora de comunicación política de la Universidad San Francisco de Quito. Una idea que comparte Adrián Bonilla, doctor en Relaciones Internacionales en la Universidad de Miami. “Cualquiera que sea elegido, más allá de su propensión ideológica, tendrá una situación llena de retos”, explicó Bonilla a este diario. Experto en las políticas exteriores de los países andinos y las agendas de seguridad en América Latina, cree que el primer asunto que tendrá que afrontar el nuevo presidente de Ecuador será “financiar el déficit fiscal”. A lo que Falconí añade: “Poner la casa y las deudas en orden le tomará mucho tiempo”.
En esta línea, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya ha mostrado su preocupación por las perspectivas de empleo para toda América Latina y el Caribe. Según revela un informe del organismo publicado en enero, el desempleo en la región crecerá un 0,3% y se situará en el 8,4%. El organismo apunta a Brasil como culpable de las posibles malas cifras. “Los últimos dos años no han sido buenos para América Latina y, por supuesto, en esto ha influido Brasil por su enorme tamaño. Brasil es la China de la región”, aseguró el director del Departamento de Investigación de la OIT, Moazan Mahood, en declaraciones a la agencia Efe.
Pese a su legado de deudas, Correa se despedirá de la Presidencia con la esperanza de que la castigada economía ecuatoriana crezca a lo largo de 2017. Su principal esperanza: la estabilización de los precios del petróleo a nivel mundial y la entrada en vigor del pacto comercial con la Unión Europea. “En términos de infraestructura su balance es positivo, pero en materia de política financiera, derechos políticos y libertades públicas o políticas de educación y transparencia persisten muchos cuestionamientos”, señala Bonilla.
“Moreno ha sido menos polémico que el resto de los ‘hombres fuertes’ del Gobierno, aunque ello no lo exime de estar involucrado en denuncias de corrupción”, asegura una analista
A toda esta retahíla de golpes económicos se sumó la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto que sacudió la costa norte y causó más de 600 muertos. Entre “las medidas excepcionales” para atender la emergencia, el Presidente decidió subir el IVA del 12 al 14% y que quienes ganasen más de 878 euros al mes (alrededor de 1.000 dólares) aportaran un día de sueldo. “No es un problema de tres días, de tres semanas, de tres meses, esto va a ser un problema de años”, remató sobre la “peor desgracia” que ha afrontado Ecuador en los últimos 70 años.
Un par de ases bajo la manga
Más allá de lo económico, el objetivo del correísmo el próximo 19 de febrero es evitar una segunda vuelta electoral. Para ello, el candidato oficialista, Lenín Moreno, debería obtener más del 50% de los votos, algo improbable según las últimas encuestas, o conquistar el 40% de sufragios y una distancia de 10 puntos respecto a su adversario más cercano. El oficialismo cuenta con una ventaja fundamental: la fragmentación de sus rivales. Se enfrenta a una oposición débil y dividida en siete candidaturas, cuyos principales referentes son Guillermo Lasso, Cynthia Viteri y Paco Moncayo. El porcentaje de indecisos supera el 45%.
Otro de los ases que Correa se guarda bajo la manga es la consulta popular sobre paraísos fiscales que se realizará el mismo día de las elecciones. Los casi 13 millones de ecuatorianos que tienen la obligación legal de votar deberán decidir también si para desempeñar un cargo público se debe prohibir tener bienes o capitales, de cualquier naturaleza, en un paraíso fiscal.
¿Restará votos la corrupción?
Sin embargo, los constantes escándalos de corrupción podrían pasarle factura a su movimiento político, Alianza País, y, por tanto, a su candidato, Moreno. “Es evidente que habrá un voto de castigo, no sé si solamente por el tema de la corrupción ya que a veces pienso que en ciertos países no termina de interpretarse como algo malo. Creo que el castigo más grave vendrá por la pérdida del poder adquisitivo de los ecuatorianos. Se habla de que nuestra capacidad ha caído un 30%. Nos están tocando el bolsillo y ahí es cuando la gente quiere cambios”, asegura Falconí. Una opinión con la que Bonilla no está de acuerdo: “La campaña se ha caracterizado por esparcir los espacios de la corrupción a todas las fuerzas políticas. No parece que vaya a ser un tema central para los votantes”.
Correa ha advertido a la oposición que volverá a presentarse a las elecciones en 2021 si liquidan su proyecto educativo
La consultora de comunicación política destaca que Moreno tiene a su favor la puesta en marcha de la misión Manuela Espejo, cuyo gran objetivo era la inclusión de personas discapacitadas. “Su figura en general ha sido la de un hombre más tranquilo y menos polémico que el resto de los ‘hombres fuertes’ del Gobierno, aunque ello no lo exime de estar involucrado en denuncias de corrupción”, zanja al respecto.
Correa, por su parte, insiste una y otra vez en que “nada ni nadie” parará la Revolución Ciudadana que él impulsó. Tampoco le tiembla el pulso para advertir a la oposición que si liquidan su proyecto educativo volverá a presentarse a las elecciones en el año 2021. Mientras medita su posible regreso, ahora solo falta por ver si ese plus carismático que ha protagonizado su mandato permite a Moreno alzarse con el triunfo en una sola vuelta como él ya consiguió en 2009 y 2013.