Rafael Alba (ALN).- Tras un periodo de descanso y algunas vacilaciones el famoso concurso de talentos volverá a la parrilla de La 1. La última edición (OT 2018) arrancó con más del 20% de cuota de pantalla y fue perdiendo fuelle hasta cerrar con sólo un 16,5%, muy lejos del 30,5% logrado por su antecesora en la gala final.
Toca repetir la cantinela. “¿Crisis? ¿Qué crisis?”. Disculpen que vuelva a recordar en el inicio de estas líneas semanales, el maravilloso título de uno de los álbumes míticos de Supertramp, la banda más pop de la armada del rock sinfónico que cautivó a los adolescentes de la década de los 70 del pasado siglo. Pero es que, casi siempre, viene a cuento: Por lo menos, cuando nos referimos a las contradicciones que pueden presentarse entre algunos datos objetivos y la percepción que muchos líderes de opinión, o responsables políticos y empresariales, tienen de estos fríos números, cuando indican un claro declive que iría en contra de sus planes. Y si no juzguen ustedes mismos en este caso. Contra todo pronóstico y tras algunas vacilaciones, la nueva edición del archiconocido concurso de talentos Operación Triunfo, que será conocida gracias al hashtag OT 2020, volverá próximamente a la programación de La 1, la sufrida cadena pública, que sigue perdiendo credibilidad a velocidad de vértigo, pero aún puede resultar útil para los intereses pecuniarios de algunas empresas privadas.
¿Caídas en los datos de audiencia? ¿Dos conciertos en directo suspendidos por pinchazo en la venta de entradas? ¿Resbalones eurovisivos reiterados? ¿Popularidad decreciente de los ganadores? ¿A quién le importan esas minucias? A lo mejor a los aburridos defensores de la necesidad de que el dinero público no se utilice para propiciar negocios privados. Pero ninguna de esas cuestiones parecen haber disuadido ni a los actuales dirigentes de RTVE, con Rosa María Mateo, la administradora única a la cabeza, ni a la incombustible Toñi Prieto, responsable de Entretenimiento de la cadena pública, de la conveniencia de reincidir con la emisión de un formato que acumula críticas desde muchos sectores, anima las polémicas, y presenta un inquietante lado oscuro que, últimamente, no para de aumentar gracias a las revelaciones realizadas a los medios de comunicación por algunos exconcursantes de esta máquina de generar éxito que, en algunos casos, parece haber sido más bien una fábrica de juguetes rotos. O algo parecido.
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Para empezar, el dúo formado por Toñi Prieto y Tinet Rubira, el responsable de Gestmusic, la productora privada que se encarga de la realización del programa y la explotación de una parte de los productos marginales que genera, como las giras o los documentales, se defienden de los números negativos con un aluvión de cifras favorables. Asegura que, en realidad, todos estamos equivocados y la edición de OT 2017 (la ganada por Amaia, en la que fueron finalistas Alfred, Aitana y Miriam), tuvo menos éxito que la posterior, OT 2018 (donde triunfó un tal Famous, ¿se acuerdan de él?). De hecho, la última edición del concurso arrancó con más del 20% de cuota de pantalla y fue perdiendo fuelle hasta cerrar con sólo un 16,5%, muy lejos del 30,5% logrado por su antecesora en la gala final. Sin embargo, Prieto y Rubira lo niegan. En opinión de estos dos altos ejecutivos del sector audiovisual español, el impacto real en la audiencia de la segunda edición del concurso habría sido muy superior al conseguido por la primera. Y también tienen unos cuantos guarismos que ofrecerle al respetable para defender su tesis.
OT 2018 habría superado a OT 2017
Según ambos, OT 2018 habría superado con creces a la edición ganada por Amaia en lo referente al impacto cosechado por ambos programas en las redes sociales y las pantallas no lineales. Es decir, aquellas (como las plataformas de streaming de video) en las que el consumidor puede ver sus contenidos favoritos bajo demanda a la hora y en el día en el que le viene bien. O eso, según ellos, indicaría el aumento de clicks que se habría experimentado en YouTube y el número creciente de ‘megusta’ recolectados en las redes sociales. Dos motivos más que suficientes, según la opinión de Moreno y Rubira, para reincidir en el error. O en el acierto, claro, según se mire. Eso sí. Por si acaso, RTVE ha querido limitar los riesgos y para conseguirlo ha desligado completamente al programa de Eurovisión. Una prueba de fuego que, de momento, ningún triunfito, ni siquiera Rosa, también llamada Rosa de España, la mítica ganadora de la primera edición donde compitió, entre otros, con David Bisbal, David Bustamante y Chenoa.
Esta vez, Prieto y su equipo de expertos, han escogido a dedo y sin coartadas al cantante que representará a España en el concurso. Sin que se trate de uno de los participantes de OT, ni votaciones de la audiencia, ni de jurados bajo sospecha que eligen en directo, un difícil camino situado entre la espada y la pared. La dedocracia es lo que tiene, que aleja por completo del panorama cualquier posible sospecha de tongo. El premio le ha tocado a Blas Cantó, excomponente de Auryn. Una sabia decisión que evita críticas y desilusiones posteriores, por si, como solía suceder, el triunfito ganador hacía un lamentable ridículo en el certamen de marras. Un concurso que, incomprensiblemente, tiene legiones de seguidores en este país, los terribles eurofans, y que ha puesto en evidencia las presuntas e inexplicables conexiones entre la inefable Moreno y un sector determinado de la industria del entretenimiento hispana. Pero esa historia, que alguna vez ya hemos contado aquí, sería probablemente motivo de otro artículo. Por lo que no insistiremos en el asunto en esta ocasión.
Los multitudinarios castings de la nueva edición de OT han empezado ya y pueden seguirse por YouTube y comentarse en tiempo real. Una buena forma de recolectar ‘megusta’ y clicks, incluso antes de que el concurso eche a andar en su formato oficial compuesto, en esta ocasión, por 14 galas. Por cierto que los troles se han instalado a sus anchas en estas retransmisiones, hasta el punto que un conocido participante de OT 2017, Cepeda, ha calentado Twitter, con críticas a los responsables del programa por facilitar en las redes oficiales del concurso la actividad de estos insultadores profesionales. Internet es lo que tiene, que diría aquel. Claro que este uso indiscriminado de la carne de cañón de los aspirantes a famosos, y su ridiculización y escarnio público, no es una característica propia de este programa de Gestmusic. En realidad, todos los concursos de este tipo lo hacen. Y es cierto que pueden hacerlo, porque previamente a la emisión de estos contenidos, los afectados han firmado la autorización legal correspondiente y renunciado a la remuneración que les tocaría cobrar por el uso que la cadena pública hace de su imagen.
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Los ganadores y Universal Music
Estos quizá sean los peajes de la fama. O una parte de ellos. Aunque algún periodista inteligente, lleno de sentido común, en la rueda de prensa de presentación del programa haya preguntado a Moreno y Rubira que si ellos creían que el mercado estaba preparado para absorber a 16 nuevas figuras cada temporada. El responsable de Gestmusic aseguró que no. Pero que el concurso sólo tiene tres ganadores y que los otros 13, en realidad, son sólo parte del atrezzo. O algo así. Luego dijo que lo que sucede es que Universal Music es “muy generosa” y por eso le da una oportunidad a todos los concursantes. Por si alguno consigue luego abrirse paso. Pero, lo cierto es que para muchos expertos que trabajan en el sector audiovisual, la generosidad de la filial discográfica de la multinacional francesa Vivendi es más que dudosa. O al menos no puede compararse a la que demuestra la televisión pública, financiada con el dinero de todos los españoles, para con esta compañía cotizada gala, a quien concede, gratis que se sepa, un trimestre completo de prime time y promo en todos los programas de la casa, para propiciar el lanzamiento de sus nuevas estrellas.
Además, al parecer, muchos de los concursantes de las últimas ediciones, y también de las primeras, no están nada de acuerdo con que la discográfica en cuestión haya sido generosa con ellos. Tampoco, por cierto, creen que lo haya sido Gestmusic. No hace mucho, Rosa López, junto a otras tres concursantes de la primera edición de 2001, Gisela, Natalia y Geno, explicaron en el programa Aquellos maravillosos años que presenta Toñi Moreno en Telemadrid, que tras el concurso, fueron engañadas por los promotores de la gira en directo, y que tuvieron que romper sus contratos para ganarse la vida. Que hicieron barbaridades con ellas y que tras el primer concierto de la gira española que protagonizaron y que había agotado las entradas en sólo cuatro horas “sólo les dieron un bocadillo y un refresco”. Y el eco mediático de estas durísimas declaraciones se ha mantenido vivo y alimentado nuevas polémicas que han ensombrecido el regreso del concurso, que sus promotores esperaban triunfal y que, de momento, no lo está siendo tanto como ellos hubieran querido.
Para salir al paso de estas acusaciones, Rubira quiso hacer un ejercicio de transparencia y ofrecer en redes sociales las cifras reales de lo que ganaban los concursantes de OT en cada uno de los conciertos en directo en los que participaban. Unos conciertos que, en su opinión, salían muy caros, y no eran tan rentables como la gente podía creer. Pero cometió el error de no haber revisado bien los números antes de lanzarse a la piscina. Primero dijo que los sueldos oscilaban entre los 1.200 euros por gala del último clasificado en el concurso y los 3.500 del ganador. Pero estos guarismos fueron rápidamente desmentidos por Daimon, uno de los participantes en la última edición. Después Rubira tuvo que admitir su error y hacer públicas las verdaderas cifras. En esta nueva versión, el responsable de Gestmusic afirma ahora que las ganancias por concierto de los triunfitos “van de los 1.000 euros de los que salen las primeras semanas hasta los 5.000 euros que cobra el ganador”. Y “los tramos son de 1.000, 2.000, 3.000 y 5.000 euros brutos por concierto, según la semana de expulsión”.
Algunos periodistas, como los de la revista Hola, ya han echado las cuentas. Según esa tabla salarial, en la gira de OT 2017, Amaia habría ganado 125.000 euros y Mimi Doblas (ahora conocida como Lola Indigo) sólo 25.000. Pero si piensan que la navarra hizo su agosto, tal vez les convendría recordar que participó en 25 conciertos y que ella y sus compañeros llegaron a reunir más de 60.000 personas en la actuación que se celebró en Madrid en el estadio Santiago Bernabéu. Y también que la gran estrella emergente del momento, Rosalía, cuyo caché es un verdadero misterio, podría llegar a cobrar, según los cálculos más benevolentes que se han difundido en la red, unos 200.000 euros por show. Claro que esos no serían sólo los honorarios de la cantaora convertida en estrella del pop global, que también se presenta en público con una superproducción costosa. Pero es bastante probable que ella sola cobre mucho más por concierto que todos los concursantes de OT juntos. Y aunque ahora las cosas quizá sean distintas, hace un par de veranos, la popularidad de Amaia era, como mínimo, similar a la que ahora tiene Rosalía. Así que, hagan sus cuentas y saquen sus conclusiones. Yo, por mi parte, prefiero guardarme para mí las mías. Por lo que pueda pasar.