Ysrrael Camero (ALN).- El eje del debate político español se encuentra hoy colocado en Madrid. La estrategia desarrollada por Isabel Díaz Ayuso para alcanzar una victoria del Partido Popular en las elecciones autonómicas del 4 de mayo está teniendo impacto en todo el sistema. Sin embargo, la concentración del voto conservador en los populares está interpelando toda la estrategia nacional de Pablo Casado para moverse hacia el centro.
El reciente barómetro del CIS pronostica que el resultado electoral del 4 de mayo podría derivar en un bloqueo para la formación de gobierno en la Comunidad de Madrid. De acuerdo a lo publicado por la institución, que dirige José Félix Tezanos, el Partido Popular (PP) concentraría el voto de las derechas, desplazando a Ciudadanos fuera de la Asamblea de Madrid. Sin embargo la concentración del voto conservador podría estar afectando incluso a Vox, que reduce su peso político. Este desplazamiento puede provocar un efecto paradójico, que la suma de los escaños del PP y de Vox no sea suficiente para formar gobierno.
El Partido Popular sería la organización más votada, alcanzando el 39,2% de los votos, con lo que proyectaría obtener 59 escaños en el Parlamento autonómico. El crecimiento del voto popular golpearía a Vox, que apenas superaría el mínimo reglamentario para tener representación, quedándose con 5,4% de los votos, y nueve diputados. Asimismo Ciudadanos se quedaría sin representación al sumar apenas 4,4% de los votos.
A la concentración del electorado conservador se correspondería una mayor dispersión de las izquierdas. El PSOE obtendría 25,3% de los votos, lo que podría traducirse en 38 diputados, mientras que Más Madrid, con 14,8%, tendría una representación de 20 escaños. Unidas Podemos, con Pablo Iglesias a la cabeza, fracasa en su objetivo de polarizar a su alrededor la campaña madrileña, con lo que apenas obtendría 8,7% de apoyo electoral, quedándose con 10 diputados.
De esta manera, ninguno de los dos bloques podría obtener los 69 diputados necesarios para formar gobierno. Sin embargo, uno de cada cinco madrileños, un 20%, aún no ha decidido el destino de su voto, lo que es un porcentaje muy alto a efectos de un resultado tan reñido.
Al parecer una de las claves está en la movilización hacia el voto en los distintos barrios de Madrid. En aquellos barrios donde predomina el electorado conservador el porcentaje de participación ha sido significativamente más alto que en aquellos donde triunfan los partidos de izquierda. Eso ha sido clave para las recurrentes victorias de la derecha desde los años 90, y es una tendencia que intentan revertir las distintas organizaciones progresistas.
Sin embargo, la tendencia debería beneficiar al PP, ya que la decisión de convertir a Isabel Díaz Ayuso en el tema clave de la campaña de sus adversarios generalmente es contraproducente, al contribuir a un mayor posicionamiento del contrincante que de la opción propia. Esa estrategia para luchar contra liderazgos populistas y personalistas ha demostrado ser fallida.
La escalada nacional
Los principales partidos han contribuido a la escalada nacional del proceso electoral madrileño. Ayuso evita polarizar con Ángel Gabilondo, el líder mejor valorado, prefiriendo hacerlo contra Iglesias y Pedro Sánchez. Tomando en cuenta que Pablo Iglesias es quien genera mayor rechazo esta decisión tiene lógica táctica.
El uso del slogan “comunismo o libertad”, el reto personal de Díaz Ayuso contra Pedro Sánchez, “nos vemos en las urnas”, y su renuencia a hablar de Gabilondo y a referirse a cualquier elemento de gestión local o de los problemas de los madrileños, reflejan una decisión estratégica, nacionalizar el debate.
A pesar de que la campaña del PSOE, así como la de Más Madrid, se concentra en los temas de la ciudadanía, atacando la gestión autonómica de Ayuso, que es su debilidad, también ha empleado la escalada nacional y la lógica polarizadora, inescapable, proyectando una inmensa lona donde se muestra la posibilidad de “un gobierno de la foto de Colón”, en caso de que una victoria de Ayuso conduzca a un pacto PP-Vox.
Casado interpelado, Iglesias desplazado
La lectura española de las tendencias que se desarrollan en Madrid podría traducirse en la ratificación del desplazamiento de Pablo Iglesias y de Unidas Podemos a la periferia del sistema político, restringiendo su espacio al que históricamente tuvo Izquierda Unida.
Pero una segunda traducción interpela al liderazgo de Pablo Casado dentro del electorado conservador. Madrid es la vitrina principal del Partido Popular en España, lo que sería ratificado con la victoria de Isabel Díaz Ayuso. Pero la estrategia de concentración del voto que ha desplegado camina en sentido inverso a la que Casado impulsa para las próximas elecciones generales.
La disputa por el liderazgo de los populares en Madrid quedaría zanjada a través de la victoria de Ayuso, pero podría desplazarse al liderazgo nacional. La moderación de José Luis Martínez-Almeida y el giro al centro de Casado quedarían descolocados con el efecto Ayuso sobre la dinámica de las derechas.
La conformación de una coalición entre PP y Vox, que sigue siendo probable de acuerdo a lo que muestra la mayoría de las encuestas, se realizaría entonces a través de un desplazamiento del PP a la derecha, con una política agresiva de confrontación, concentrando el voto conservador a través de un discurso de miedo “al comunismo”.
Esta dinámica presenta dificultades para trasladarse a otras comunidades. En Andalucía y Murcia podría beneficiar aún más a los populares, pero en Cataluña, en el País Vasco, e incluso en Galicia sería mucho menos efectiva.
La política moderada y amplia con la que Alberto Núñez-Feijóo gobierna Galicia se ha proyectado como alternativa centrista en momentos en que Casado promovía radicalidad. Es un esquema funcional, poco permeable a la dinámica impulsada por Ayuso. Por otro lado, como hemos mencionado, la relación con los nacionalismos periféricos en el País Vasco y en Cataluña no ha sido resuelta de manera efectiva por los populares. Allí la estrategia de Casado de girar al centro podría tener un recorrido de mayor alcance, mientras que la radicalización desplaza al PP a un nicho electoralmente periférico donde domina Vox.
De esta manera, la victoria probable de Isabel Díaz Ayuso en Madrid interpelaría la estrategia de Pablo Casado. Pero un retorno a la estrategia de radicalización podría tener un efecto paradójico: por un lado, bloquearía el sorpasso con que Vox amenaza al PP, mientras que, al mismo tiempo, haría menos probable una victoria popular en unas próximas elecciones generales, al colocarse en la periferia de comunidades autonómicas clave. En manos de ese 20% de indecisos podría estar la resolución del futuro a mediano plazo de España.