Sergio Dahbar (ALN).- Se cumplen 200 años de la muerte de la narradora inglesa Jane Austen y la obra de la autora de ‘Orgullo y prejuicio’ sigue viva. El amor fue protagonista de sus novelas, pero ella no dejó constancia de haber amado a alguien. Apenas pasó una noche comprometida con el hermano de una amiga.
Han pasado 200 años desde la muerte de la narradora inglesa Jane Austen (1775-1817) y aún algunos críticos se preguntan cómo pudo retratar la complejidad del amor esta mujer que murió a los 41 años, víctima de tuberculosis. ¿Cómo convirtió este sentimiento en protagonista de seis novelas, sin haber amado a alguien sostenidamente en su vida? Una pregunta sin solución aparente.
Mantuvo escarceos con familiares de amigas, como Thomas Lefroy. Le gustaba este irlandés apuesto, pero él carecía de recursos y necesitaba irremediablemente una mujer adinerada. Por eso nunca llegó a proponerle matrimonio.
Austen pasó una sola noche comprometida con el hermano menor de otra amiga, el noble Harrys Bigg-Wither. Una curiosidad en su juventud, que la perturbó durante toda la noche, y que deshizo al día siguiente con un juego de palabras. Era demasiado joven y no brillaba por su inteligencia.
Austen murió soltera. En su corta existencia reiteró que era capaz de hacer cualquier cosa por un amigo. Consideraba la amistad como el mejor bálsamo contra las decepciones amorosas. Han pasado dos siglos y su prosa apasiona a los lectores.
Nada más ‘Orgullo y prejuicio’ vendió hasta la fecha 20 millones de ejemplares. Pero en vida su obra apenas recibió 12 críticas
El escritor polaco Joseph Conrad, dueño de una prosa en inglés inigualable, llegó a preguntarse qué podía interesar de las ficciones de Jane Austen, tan admirada en Inglaterra. “La misión de la novela es mostrar, hacer ver, y poco y nada veía él en Orgullo y prejuicio o Persuasión”.
Otra escritora inglesa de novelas históricas, dos veces premio Booker, Hilary Mantel, refería una curiosidad: “Me encanta Jane Austen, porque ella es astutamente práctica: se puede escuchar el ruido del dinero en cada párrafo de su literatura”. Quizás lo manifestó porque casi todos los personajes masculinos de sus novelas son ricos y ostentosos, como bien anota el periódico inglés The Guardian, en una infografía notable.
Dos percepciones de escritores que observan a Jane Austen desde la barrera. No comprenden qué puede apreciar el lector en su obra. Pero sus libros se venden todavía. Dejaron de venderse por 12 años, cuando la escritora falleció en 1817. Pero a partir de 1830 no han cesado de difundirse. Se volvió global.
Las seis novelas se han traducido a más de 40 lenguas. En el momento de crearlas no aparecían ediciones mayores de 2.000 ejemplares. Podían tardar cuatro años en venderse. En 2012 una de sus primeras ediciones se cotizó en 200.000 dólares.
Nada más Orgullo y prejuicio ha vendido hasta la fecha 20 millones de ejemplares. Pero en vida su obra apenas recibió 12 críticas. En las encuestas, los lectores recomiendan comenzar por Orgullo y prejuicio; y los críticos, como Harold Bloom, por Emma.
Los cazadores de curiosidades siempre se han preguntado por qué de las 31 adaptaciones de cine y televisión de sus novelas, en 30 las actrices escogidas para protagonizar a los personajes son más viejas que las originales. Sobresale el caso de Emma Thompson (36 años en ese momento) cuando interpretó a Elinor Dashwood (19 en la novela).
Las cartas de Jane Austen cambian su imagen
Jane Austen creó un mundo cerrado en novelas que desvelan a los románticos. Los oficios de sus personajes son escasos: sacerdotes, marinos, soldados, abogados y profesiones independientes. Los entretenimientos corresponden a la época. El baile, las excursiones y picnics, los conciertos de salón, los paseos urbanos, los juegos de mesa y alguna conversación subida de tono.
En sus novelas, donde se despliegan los azares amorosos de los protagonistas, apenas se alude al contexto político nacional o internacional. Solo se mencionan las guerras napoleónicas, la trata de esclavos o la abolición de la esclavitud en Inglaterra, en Orgullo y prejuicio, Mansfield Park, Emma y Persuasión.
Sus mujeres jóvenes, inteligentes, vivaces, animosas, sensibles; sus parientes terribles; sus apuestos patanes que no trabajan y son canallas; sus hombres dignos y reservados; y el coro de la clase media, con sus viudas entrometidas, curas persuasivos y alegres hacendados, poco o nada parecieran querer saber de los problemas que aquejan al mundo, como la Revolución Industrial, la Revolución Francesa, la Guerra de Independencia de Estados Unidos, el nacimiento del feminismo y la restauración de la monarquía en Francia.
Hasta 2011 el mundo tenía una percepción de Jane Austen moldeada por la lectura de sus novelas, y por la creación de una imagen correcta, dibujada por su familia
Hasta 2011 el mundo tenía una percepción de Jane Austen moldeada por la lectura de sus novelas, y por la creación de una imagen correcta, dibujada por su familia. Una vida perfecta.
Ese año se publicó la correspondencia completa de Jane Austen, editada por Oxford University Press, gracias a la labor de restauración de Deirdre La Faye. Esta crítica literaria, que trabaja en el British Museum, puso las cosas en orden.
Al compararla con las ediciones purificadas de los miembros de su familia, surge de manera flagrante la mojigatería de una época que no soportaba la crudeza ni la honestidad en una mujer.
Jane Austen no se priva de ningún comentario agudo sobre sus compatriotas, ni pierde la oportunidad de faltarle el respeto a las convenciones sociales que la asfixiaban. En una carta narra la visita a un colegio y comenta que “si no fuera por algunos cupidos desnudos del centro de mesa, que constituyen un excelente objeto de estudio para las muchachas, nadie sentiría el olor a instrucción en alguna parte”.
A su hermana le cuenta la escena de un baile, en donde la señorita Maitlands se mueve “con pieles marrones y una buena dosis de nariz”. A las niñas Alkinson las recuerda con su “gordura de narices cortas’’.
Son comunes en Austen frases como “las solteras tienen una incómoda tendencia a ser pobres”. Ante la guerra contra Napoleón, piensa: “Qué horrible es que haya tantas bajas. Y qué bendición que una no tenga que preocuparse por ninguna”.
En estas cartas Austen se descubre como una atenta observadora de la pequeña burguesía rural, a la que castiga con fiero humor. Iluminan una obra compleja, siempre al borde de una conmoción de sentimientos relacionados con la llegada del amor o con el descubrimiento de una tragedia. Los matrimonios por supuesto son el plato fuerte de una escritura que teje y desteje el lado amoroso de sus protagonistas. Doscientos años después, Jane Austen sigue junto a nosotros. Con enorme vitalidad.