Pedro Benítez (ALN).- Si lo que ha venido denunciando desde hace meses el secretario general del Partido Comunista de Venezuela (PCV), el diputado Óscar Figuera, es cierto, esa organización política sería la única identificada así que en toda América es sometida hoy a hostigamiento por parte del gobierno de su país. Desde el fin de las dictaduras militares de derecha en Latinoamérica en los años ochenta del siglo pasado la persecución legal contra los partidos comunistas del continente cesó; salvando el caso de México, donde se fusionó en el actual PRD, en todos estos, incluyendo Estados Unidos, se presentan sin obstáculos con sus símbolos y color característico compitiendo solos o en coaliciones en los correspondientes procesos electorales y efectuado sus actividades de proselitismo de manera abierta. La excepción es Venezuela.
Concretamente, Figuera señala que el PCV está siendo objeto de “un plan de agresión, asalto y usurpación” desde el Estado/PSUV que estaría preparando “un Congreso fraudulento” a fin de tomar el control del mismo. En ese sentido los medios de comunicación oficiales le dieron cobertura a un evento efectuado el pasado 21 de mayo en el Teatro Bolívar de Caracas que la dirección del PCV califica como “falso congreso” de sus bases que tiene el propósito de “justificar” la inminente intervención judicial de la organización mediante una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), imponiéndole así una nueva directiva. Es decir, el mismo procedimiento que se ha usado contra otros partidos opositores desde hace varios años. Otra innovación que el chavismo gobernante ha aportado a los esquemas autoritarios modernos; ¿Para qué poner fuera de ley o proscribir a un partido político si puedes usurparlo?
Solidaridad
En respuesta, este fin de semana pasado, el partido del gallo rojo difundió por medio de sus redes sociales un comunicado donde recibe la solidaridad de otros 50 partidos comunistas de todo el mundo entre los que se cuentan los de Albania, Bélgica, Alemania, España, Grecia y Brasil. Incluso, el año pasado sus representantes presentaron su caso en un evento internacional efectuado en Cuba, donde abogaron ante sus camaradas gobernantes de la isla, aliados a su vez de Nicolás Maduro.
“En Venezuela no hay socialismo»
Lo cierto es que de un tiempo a esta parte el PCV se ha convertido en la piedra en el zapato del proyecto político que detenta el poder en Venezuela. Pequeño, pero simbólico; dogmático y rebelde a las vez; con 90 años de accidentada existencia es el decano de los partidos políticos del país. Se las ha arreglado para sobrevivir a todos los gobiernos que en el pasado le persiguieron o a los que combatió, incluyendo a Hugo Chávez, que intentó inútilmente absorberlo dentro del PSUV por allá en el 2008. Cree que ahora puede hacer los mismo ante Maduro al que abiertamente desafió cuando en 2020 decidió romper con la alianza oficialista, de la que era parte desde 1998 alegando que: “en Venezuela no hay socialismo, lo que hay es capitalismo dependiente y rentista que está en crisis profunda”.
En las elecciones parlamentarias de ese año el PCV, enfrentando todo tipo de dificultades, encabezó la lista de los partidos filo chavistas rebeldes de la línea oficial que armaron la Alternativa Popular Revolucionaria. Los resultados electorales de este reto fueron bastante magros pues no apareció un masivo voto chavista de protesta en contra de Maduro y esa base electoral siguió encuadrada en el PSUV.
El Partido Comunista de Venezuela contra el chavismo: David contra Goliat
Sin embargo, y como evidente castigo (porque casualidades no hay), sus candidatos y dirigentes recibieron el 50% de todas las inhabilitaciones que dictó la Contraloría General de la República en 2021. Por su parte, se pueden calificar como de celebres las confrontaciones dialécticas que contra la línea oficial ha protagonizado en solitario Oscar Figuera desde las bancas de la Asamblea Nacional en las cual es el único diputado comunista. En otro giro un tanto inesperado de la historia el pequeño PCV ha terminado por enfrentarse al abrumador ventajismo chavismo gobernante. David contra Goliat.
En el discurso del PSUV todos sus adversarios son (y deben ser) la derecha, en sus diversas graduaciones, extrema, ultra y sin el prefijo. De modo que el Partido/Estado venezolano (es decir, el oficialismo) no puede admitir que el PCV, con todo el peso simbólico que tienen sus siglas, sea oposición. Después de todo es poco creíble afirmar que el partido que ha sido el guardián de la concepción materialista de la historia sea ahora de derecha.
Maduro no acepta la competencia del Partido Comunista de Venezuela
Sin embargo, hay una razón más de fondo: Maduro no acepta y no puede aceptar una alternativa que le compita a su izquierda. Buena parte de su poder se sustenta en el hecho de que él tiene el monopolio indiscutido del chavismo. Y así como no se permiten disensiones ni debates dentro del PSUV, muchos menos se consienten disidencias desde afuera.
Razón por la cual, desde hace bastante tiempo, se ha impedido sistemáticamente que cualquier grupo del autodenominado chavismo crítico (o no madurista), o que haya pertenecido a la alianza oficialista, pueda tener registro ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) siendo esos sectores, además, objeto “de las estrategias que el gobierno había implementado contra sus opositores: campañas de criminalización y desprestigio; víctimas de reformas jurídicas que limitaron su derecho a la libre asociación y reunión y, finalmente, acoso, persecución, violaciones a su integridad física y detenciones”, tal como la organización defensora de los Derechos Humanos, Provea, constató en por los menos dos informes en los años 2018 y 2020.
Te puedes ir, pero no competir
Cualquier grupo o dirigente que quiera protestar contra las prácticas de imposición interna del PSUV presentando candidaturas disidentes, la tiene, por decirlo amablemente, muy difícil. Desde Marea Socialista, a la que no se le permitió registrarse como grupo electoral ante el CNE, hasta Aporrea a la que le bloquearon su página web. A medida que la disidencia del chavismo se acentuó con ello lo hizo la represión del aparato del Estado contra la misma, incluyendo grupos como la Plataforma Contra el Arco Minero del Orinoco y la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución.
En resumen, te puedes ir del partido oficial pero no le puedes competir. Es una sentencia de muerte política.
Pero esa “política” no se ha limitado a disidentes del PSUV, sino que ha incluido a partidos aliados como Patria Para Todos (PPT) y Tupamaro mediante el procedimiento expedito de la intervención judicial por parte del TSJ.
Sin embargo, con el PCV las cosas son algo diferentes pues se trata de una organización con una identidad propia muy fuerte. Si algo pone en evidencia las particularidades autoritarias del régimen político imperante en el país es la persecución a su izquierda y, en particular, el hostigamiento contra los camaradas venezolanos a los que difícilmente se les puede asignar el remoquete de oposición fascista pagada por el imperialismo. Aunque de todas maneras esa acusación se les hace.
Ruptura del juego dialéctico
El PCV le rompe el juego dialéctico al oficialismo y pese que hasta ahora no ha podido capitalizar de manera significativa el presunto descontento de las bases chavistas, es evidente que en el alto Gobierno se teme que eso pueda ocurrir en algún momento. Uno nunca sabe por dónde saltará la liebre.
Por cierto, desde la dirección del PSUV, que se caracteriza por cualquier cosa menos por practicar la democracia interna, se señala a la dirección del PCV por supuestamente no efectuar sus plenos internos ni consultar a sus bases. Una demostración bastante curiosa de ignorancia sobre el funcionamiento de los partidos comunistas.
Aunque podemos apostar que el Partido Comunista de Venezuela, así lo intervengan judicialmente, sobrevivirá a esto, por lo pronto ha caído, junto con el resto de la despreciada oposición venezolana en el mismo pozo de persecución y hostigamiento autoritario. A todos los críticos y disidentes del chavismo gobernante los une la misma causa, quieran o no. Después de todo la “revolución” se ha terminado tragando a sus hijos y a sus progenitores.