Juan Carlos Zapata (ALN).- Unas décimas de ventaja. Un triunfo más que ajustado de Evo Morales deja a Bolivia en condiciones de inestabilidad. Y eso que Evo Morales se ofrecía como el candidato de la estabilidad. Ni con el ventajismo evidente al que echó mano durante la campaña electoral, el mandatario logró imponerse sobre el expresidente Carlos Mesa.
El proceso resulta completamente empañado en Bolivia. Pasó una vez en Venezuela. Cuando se enfrentaron Gonzalo Barrios por el partido gobernante, Acción Democrática, y Rafael Caldera, del partido opositor, Socialcristiano Copei. La victoria fue estrecha para Caldera. Desde el poder pudo haberse dado vuelta al resultado. Era lo que le aconsejaban a Barrios, pero este prefirió una derrota digna, así lo dijo, a una victoria sembrada de dudas. El país respiró. Era diciembre de 1968 y ahí comenzó la alternabilidad democrática en Venezuela que tantos logros produjo durante décadas. La alternabilidad permitió que Hugo Chávez llegara al poder aunque después acabara con ella.
Evo Morales ha perdido una gran oportunidad. La había perdido en el referendo de febrero de 2016. Fue derrotado. De manera clara el pueblo boliviano le negaba el derecho a una cuarta reelección. Pero el Tribunal Electoral, un año después, le abrió la puerta a seguir aspirando. Y aquí están los resultados. Perdió aquella vez la oportunidad de mostrarse como el estadista que sentaba las bases para la alternabilidad. Pudo haberse retirado dejando una obra hecha, dejando un país en progreso, dejando unas instituciones firmes. Un partido, el MAS, en condiciones de seguir disputando el gobierno y el poder. Sin embargo, pudieron más las ambiciones del caudillo. Y los cantos de aquellos que decían, en Bolivia, en América, en Europa, que era un líder imprescindible. Y los líderes imprescindibles no abandonan el poder. Porque son necesarios para los pueblos.
Esos eran los argumentos de sus asesores y simpatizantes en España, dirigentes de Podemos, o de Izquierda Unida. Eran los argumentos del correísmo de Ecuador. Eran los argumentos del castrismo en Cuba. Eran los argumentos del kirchnerismo en Argentina. Eran los argumentos del chavismo, aunque más tarde el mismo Evo Morales se fue distanciando del fracaso de Nicolás Maduro y le recomendaba a Maduro abrir los espacios para una nueva elección presidencial en Venezuela. Recomendaba lo que en el fondo no quería y no quiere. Porque el chavismo -y Evo Morales es chavista-, y el bolivarianismo -porque Evo Morales es bolivariano-, y el castrismo -porque Evo Morales es castrista- no están hechos para ni practican la alternabilidad en el poder. No practican la democracia.
El milagro de Bolivia es Evo Morales y un vicepresidente que el chavismo nunca tuvo
Hay que señalar, sin embargo, que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, es de los que más tarde afirmó que un problema de la izquierda en América Latina es que no ha sabido pactar un proyecto de país con la oposición. Dice Iglesias en el libro Nudo España: “Esto supone asumir que, en condiciones de democracia procedimental, no puedes ganar las elecciones siempre. Llegará un momento en que pierdas, y sería absurdo que todo lo que has logrado en los últimos diez, quince o veinte años se venga abajo de un plumazo porque entre otro Gobierno”.
Evo Morales ha optado por la vía contraria. Evo Morales se saltó la Constitución para aspirar a un nuevo mandato. Y Evo Morales se está saltando la voluntad popular. Iglesias señala que los proyectos de país deben “trascender a gobernantes específicos”. Evo Morales no se ha percatado de ello. Evo Morales quiere seguir en el poder no porque los otros dicen que es imprescindible sino porque él está convencido de ello. Como se lo creían Hugo Chávez y Fidel Castro y hasta el propio Nicolás Maduro.
Evo Morales todavía no puede cantar victoria
El Tribunal Electoral ha dictaminado una ventaja de 14 décimas con el fin de que Evo Morales evite contarse en una segunda vuelta contra el expresidente Carlos Mesa. No llegó al 50% de los votos. Y aun peor. No hay claridad en que le haya sacado la ventaja de los 10 puntos a Mesa. Las décimas son un guarismo de aire, de espuma, de humo. Una puñalada de desconfianza. Este lunes en la noche un empresario cercano a Evo Morales le decía al diario ALnavío que no le convenía el balotaje. Porque lo podía perder. Estaba claro que el que iba a sumar en la nueva cita electoral pactada para diciembre era Mesa y no Morales. Con el 95% del escrutinio, la autoridad electoral lanzó este resultado: un 46,86% frente a un 36,72%. Es decir, 14 décimas de ventaja para completar los 10 puntos de diferencia que dan derecho a ganar en primera vuelta en caso de alcanzar el 40% de los votos totales. ¿Quién lo cree? Quien lo cree después que:
El escrutinio fue interrumpido por horas.
Se ganó tiempo para buscar la ventaja en las áreas rurales.
Una ventaja que no existe.
Porque ya se ve que ni el voto rural le fue favorable de manera contundente.
Ahora la observación internacional ha expresado sus dudas en la transparencia del proceso. Ahora hay protestas en la calle. Ahora Mesa no reconoce el resultado, y con razón, ha dicho que se ha cometido fraude. Ahora se confirman los temores del propio Evo Morales que al cierre de la campaña hablaba de golpe de Estado. No era un golpe de Estado. Era un golpe de votos el que esperaba y no le daba garantías de ganar en primera vuelta. Ahora Evo Morales, que pregonaba ser el candidato de la estabilidad, introduce a Bolivia en un periodo de inestabilidad. La región se contagia.