Por Juan Carlos Zapata.- Alberto Fernández está rodeado. Asume la presidencia de Argentina acosado por problemas de alto riesgo interno y por un entorno internacional que le demanda foco y dedicación. El peronista no tiene un camino fácil.
Es Juan Luis Cebrián, exdirector del diario El país quien apunta que este martes -mañana- asume Alberto Fernández la presidencia de Argentina y lo hace “en un entorno complejo”. Pero es más que eso. Es difícil. Es complicado. Es de alto riesgo. Alberto Fernández tiene a favor, y así lo anota Cebrián en un análisis que titula El macho Camacho y el polvorín de América Latina, es que es un “hombre pragmático y un intelectual, condiciones ambas no tan frecuentes en nuestros mandatarios”.
Lo está demostrando Alberto Fernández con el tema del FMI y la deuda que hereda del gobierno de Mauricio Macri, y lo ha demostrado en los mensajes que ha enviado hacia los empresarios locales y las multinacionales de España con presencia en Argentina. Ya lo había adelantado el diario ALnavío, que Alberto Fernández, en la oportunidad que visitó Madrid, siendo candidato, ofreció garantías, pragmatismo y moderación a los líderes empresariales con los que se reunió. Cebrián confirma la especie cuando afirma que fue testigo del encuentro con los líderes de las empresas del Ibex35 de la Bolsa de Madrid, y allí palpó “la voluntad común de buscar puntos de encuentro que favorezcan a un tiempo el crecimiento económico del país, la retribución de la renta y los intereses de los inversores”.
Estoy muy contento de haber compartido la homilía de hoy en la Basílica de Luján con @mauriciomacri y dirigentes políticos de diversos espacios.
La Argentina que viene necesita del trabajo conjunto de todos. Para eso debemos ponerle fin a esa grieta que tanto daño nos ha hecho. pic.twitter.com/5KQiFTX4E7
— Alberto Fernández (@alferdez) December 8, 2019
Con ese pragmatismo tiene que abordar Alberto Fernández el problema interno que es explosivo en lo social, la pobreza supera el 40%; que es complicado en lo político, ya que el macrismo será una fuerza opositora robusta; y de alto riesgo en lo financiero y en lo económico, pues tiene por delante, y en este punto ha colocado el foco inmediato, un reperfil de la deuda que contrajo Macri con el FMI; deuda que el nuevo presidente no repudia pero, dice, que Argentina no puede pagar y que más bien la tienen que ayudar a crecer, a poner la economía en marcha, y a exportar más. Si no hay exportaciones no hay dólares. Si no hay dólares, la situación interna no mejorará. Los Kirchner tuvieron la ayuda de Venezuela. Pero ahora Venezuela está en ruinas. Hacia allá la condujeron las políticas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Cebrián anota el entorno internacional. “Complejo”. Y ese entorno tiene que ver con:
Las protestas en Ecuador.
Las protestas en Chile.
Las protestas en Colombia
La crisis en Bolivia.
La pugna entre Parlamento y Ejecutivo en Perú.
El estancamiento de la crisis en Venezuela.
La derrota del Frente Amplio en Uruguay.
Las tendencias neofascistas en Brasil.
Y la recesión económica en México.
Si se analizara caso por caso, el balance sería aun peor. Y de ello parece estar consciente Alberto Fernández cuando lo primero que hace es forjar una alianza con México pues entiende que no puede confiar en el Brasil de Jair Bolsonaro, hasta ahora el socio clave de Argentina. Y el cuadro luce todavía más complicado cuando está obligado a definir el trato que debe darle al régimen de Maduro. No cree que sea una dictadura pero tampoco una democracia plena. Considera que es un autoritarismo. ¿Y a partir de esto qué? ¿Cuál será la postura definitiva hacia Maduro? Por lo pronto ya descartó la propuesta de éste de forjar un frente ideológico en la región. La complicación no queda allí, si se analiza que en los casos de Ecuador y Chile, Alberto Fernández ha sido un crítico de los presidentes Lenín Moreno y Sebastián Piñera, y crítico del modelo chileno. Respecto a Bolivia, tiene el desafío de reconocer al gobierno interino de Jeanine Añez o de darle acogida a Evo Morales, tal como se ha adelantado. Defensor de la gestión de Morales, del ejemplo que Morales supone para la región, afirma que este fue objeto de un golpe de Estado que lo obligó a renunciar e irse de Bolivia.
Todo este entorno le demandará esfuerzo y atención. Porque una frase cabe para definir el panorama. Alberto Fernández está rodeado. Pues más allá se encuentran los Estados Unidos y Donald Trump. Es cierto, ya habló con Trump por teléfono, y la conversación discurrió en términos positivos. Esto antes de que Trump revelara medidas de alza de aranceles para Argentina y Brasil. Y antes de que los analistas comenzaran a hablar de que la administración Trump se quedó sin rumbo en América Latina. Alberto Fernández, igual que Andrés Manuel López Obrador, no parece dispuesto a cazar pelea alguna con Trump. Tampoco puede. Lo que él llama la “crisis de la deuda” que le deja Macri, lo obliga a un pragmatismo mayor.
Es ese pragmatismo el que rescata Cebrián cuando afirma que “el peronismo no solo tiene muchas caras y facetas sino también muchas vidas, y esta nueva que mañana comienza se debe al esfuerzo unificador de todas sus facciones que ha llevado a cabo el nuevo presidente”. De modo que la realidad interna y externa pondrán a prueba esa capacidad pragmática de Alberto Fernández que obró el milagro de entenderse con Cristina Fernández, su antigua enemiga y ahora su nueva mejor amiga.