Reinaldo Iturbe (ALN).- El dirigente opositor exiliado en Italia, Américo De Grazia, anunció su candidatura a las próximas elecciones regionales, un hecho que fue duramente criticado por Juan Guaidó. Y mientras en la coalición dominante de las fuerzas democráticas reeditan y relanzan pactos a la velocidad de la luz, también crecen los inconformes con rutas que no conducen a nada.
La oposición venezolana se hunde entre conflictos internos, pactos de unidad que son derivados de otros pactos harto conocidos y fracasados, y la tortuosa labor de encontrar la fórmula para hacer frente a las megaelecciones regionales y locales que ha planteado el chavismo gobernante al cierre de 2021.
Juan Guaidó reafirmó el miércoles un pacto con el Frente Amplio para la reorganización de la maltrecha unidad opositora, en un ambiente de públicas disputas con los dirigentes dentro y fuera de Venezuela que han criticado la “inercia” de las fuerzas democráticas, cuestionando a Guaidó sobre la extensión ad infinitum de su mandato como “presidente encargado”, una instancia que inició el 23 de enero de 2019 bajo la promesa de corto plazo del “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”, una fórmula (llamada “mantra” en Caracas) que evidentemente ha fracasado.
Las aspiraciones individuales a ocupar cargos de gobernadores y alcaldes se han multiplicado vertiginosamente en los últimos días. En forma velada, dirigentes de Primero Justicia operan con el fin de mantener en su poder históricos bastiones opositores. La tolda emitió un comunicado el martes en el que pide “ayuda” a la comunidad internacional para que pueda producirse una negociación efectiva que conduzca a una elección para revocar el mandato de Nicolás Maduro en 2022, previsto en la Constitución y de ingratos recuerdos para la oposición, cuando intentó revocar a Hugo Chávez en 2004.
Pero los grandes partidos no son los únicos que han iniciado tienda aparte de la ruta de inmovilidad que ha planteado Guaidó. El opositor en el exilio, Américo De Grazia, militante de un pequeño partido denominado La Causa Radical, y cuya línea siempre ha estado apegada a la de Guaidó, acaba de anunciar su candidatura a la Gobernación del estado Bolívar, pese a estar en el grupo de exdiputados a los que la Contraloría General de Venezuela, controlada por Maduro, inhabilitó políticamente.
De Grazia se queja amargamente en privado de la inexistencia de una dirigencia opositora con plan de acción a nivel nacional. Plantea que el combate contra Maduro debe darse en todos los frentes, y que la construcción de la ruta electoral no es un asunto que podrá resolver Estados Unidos.
– ¿Con cuál tarjeta piensas ir? -le preguntó públicamente Guaidó a De Grazia en Twitter, una red social frecuentemente usada por opositores para ventilar sus desacuerdos internos.
Guaidó hizo la pregunta a propósito del tema que ha sido un quebradero de cabeza en la precaria unidad. Las tarjetas de los principales partidos de oposición han sido secuestradas por el gobierno a través de exmilitantes de esas toldas abiertamente complotados con el chavismo.
La oposición estudiaba la posibilidad, como alternativa, de participar con una tarjeta única. Cualquier tarjeta. Pero una sola. Sin embargo, una fuente consultada por ALnavío en Caracas y que ha participado en el proceso de negociaciones para adoptar una tarjeta, se limitó a decir que el proceso “va muy mal” porque “no ha avanzado”, sin añadir detalles.
De manera tal que en Venezuela el panorama para los próximos meses puede tornarse mucho peor para la oposición de lo que originalmente anticipaban analistas tanto en Caracas como en el exterior: sin unidad monolítica, con el liderazgo de Guaidó debilitado y con Maduro aprovechando las sanciones de Estados Unidos para fortalecerse a lo interno con políticas macroeconómicas alternativas al rentismo petrolero, la luz todavía no se ve al final del túnel.