Caleb Zuleta (ALN).- El coronavirus ya llegó a América Latina. Los países toman medidas para evitar la propagación. La pandemia hace estragos en Europa. Impactó a China y también se metió en los Estados Unidos. El mal está hecho. La economía mundial ya no crecerá como estaba previsto. Este analista del FMI apunta cómo va a afectar la pandemia a los países de América Latina.
Alejandro Werner es director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional. Es este técnico del FMI, exbanquero y exviceministro de Hacienda de México, quien prevé en un análisis publicado en la web oficial del organismo, lo que puede sucederle a las economías de América Latina en el entorno de esta crisis generada por el coronavirus. De manera general, señala que “los países con infraestructuras sanitarias deficientes y limitado margen de maniobra fiscal para ampliar los servicios de salud pública y respaldar a los sectores y los hogares afectados se verían sometidos a una presión significativa”. No lo dice, pero sin duda, este es el caso de Venezuela.
Apunta el experto que América del Sur “se enfrentará a una caída del ingreso por exportación, debido tanto al retroceso de los precios de las materias primas como a la reducción de los volúmenes de exportación, sobre todo a China, Europa y Estados Unidos, que son importantes socios comerciales”.
“La prioridad número uno es garantizar que se puedan afrontar los gastos sanitarios inmediatos a fin de proteger la salud de la población, cuidar a los enfermos y frenar la propagación del virus. En los países donde los sistemas de atención de la salud adolecen de limitaciones, es preciso que la comunidad internacional intervenga para ayudar a evitar una crisis humanitaria”.
Por otro lado, señala que “la fuerte caída de los precios del petróleo golpeará con especial fuerza a los países exportadores”. No lo dice, pero evidentemente Venezuela, México, Brasil, Ecuador, resultarán seriamente afectados.
También señala que “el endurecimiento de las condiciones financieras afectará negativamente a las economías grandes e integradas financieramente y a las que sufren vulnerabilidades subyacentes. Las medidas de contención adoptadas en varios países reducirán la actividad económica en los sectores de los servicios y la manufactura durante el próximo trimestre por lo menos, previéndose un repunte una vez que la pandemia esté contenida”.
En cuanto a América Central y México, señala que “la desaceleración de la actividad económica estadounidense recortará el comercio internacional, la inversión extranjera directa, los flujos turísticos y las remesas. Las principales exportaciones agrícolas (café, azúcar, plátano), así como las corrientes comerciales a través del canal de Panamá, también podrían verse negativamente afectadas por la caída de la demanda mundial. Los estallidos locales presionarán la actividad económica en el próximo trimestre y agravarán condiciones empresariales de por sí inciertas (especialmente en México)”.
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En cuanto al Caribe, apunta que “la menor demanda de turismo debido a las restricciones a los viajes y el «factor miedo» -aun cuando el estallido retroceda- lastrarán mucho la actividad económica. Las exportaciones de materias primas también sufrirán un fuerte impacto y es probable que la reducción de las remesas exacerbe la tensión económica”.
Werner propone un conjunto de políticas económicas prioritarias para enfrentar la situación. Señala que “la prioridad número uno es garantizar que se puedan afrontar los gastos sanitarios inmediatos a fin de proteger la salud de la población, cuidar a los enfermos y frenar la propagación del virus. En los países donde los sistemas de atención de la salud adolecen de limitaciones, es preciso que la comunidad internacional intervenga para ayudar a evitar una crisis humanitaria”.
Propone que “será crucial que se adopten medidas focalizadas en el plano fiscal, monetario y los mercados financieros a fin de mitigar el impacto económico del virus. Los gobiernos deben recurrir a transferencias monetarias, subsidios salariales y medidas de alivio tributario para ayudar a los hogares y empresas afectados a hacer frente a esta interrupción repentina y temporaria de la producción”.
Por otro lado, “los bancos centrales deberían seguir más de cerca la evolución de los acontecimientos, elaborar planes de contingencia y estar listos para suministrar abundante liquidez a las instituciones financieras, sobre todo préstamos a las pequeñas y medianas empresas, que pueden estar menos preparadas para resistir disrupciones prolongadas. En algunos casos, y de manera temporal, puede ser aconsejable la tolerancia en la aplicación de las normas”.
También explica que en “la medida en que exista margen de maniobra para desplegarlo, un estímulo monetario y fiscal de base más amplia podría apuntalar la confianza y estimular la demanda agregada, pero tiene más probabilidades de ser útil una vez que comience a normalizarse la operativa de las empresas. Dadas las extensas vinculaciones económicas transfronterizas, son claras las razones para actuar frente a la epidemia de manera coordinada a escala mundial”.
Reconoce que “los países están comenzando a tomar medidas de política económica encaminadas en esa dirección. Por ejemplo, en muchos países, entre ellos Argentina, Brasil, Colombia y Perú, se están movilizando fondos adicionales para gastos en atención de la salud. Asimismo, el 17 de marzo Brasil anunció un plan económico de emergencia orientado a dar apoyo a los sectores socialmente vulnerables, mantener el empleo y combatir la pandemia”.
Recuerda que el FMI está listo para apoyar iniciativas, y cómo de hecho, el organismo anunció un conjunto de servicios e instrumentos financieros en tal sentido.