María Rodríguez (ALN).- El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, cumplió una promesa fácil: favorecer la venta de armas a través de un decreto. Le queda una difícil, reducir la violencia. ¿Lo cumplirá? Expertos consultados por ALnavío insisten en que armar a la población civil no es garantía de mayor seguridad. Al contrario. Y más en una sociedad violenta, donde cada siete horas se produce un homicidio. Califican de “error” y de medida nada inteligente este decreto de Bolsonaro.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, cumplió una de las promesas que más repitió en la campaña electoral: facilitar la venta de armas. Lo ha hecho a través de un decreto que relaja las condiciones para la compra, el registro y la tenencia de armas de fuego por parte de civiles. Bolsonaro justifica la medida para “salvaguardar el derecho a la legítima defensa”. Ahora bien, “con el decreto de armas Bolsonaro cumplió la promesa fácil, la difícil es reducir la violencia”, dice a ALnavío Anna Ayuso, investigadora del Centro de Información y Documentación Internacional de Barcelona (Cidob).
“Realmente lo difícil es reducir las tasas de mortalidad, que son altísimas. Y ahí, las promesas que ha hecho de más policía, más ejército y tirar a matar, eso normalmente no disminuye los homicidios, sino que hace que aumenten”, insiste Ayuso.
Una opinión que comparten más expertos consultados por este diario. Todos coinciden en que armar a la población civil no da más seguridad, sino que agrava (o puede agravar) la violencia. Y no porque la violencia en sí esté ligada a las armas de fuego. Existe también sin ellas. “Pero si en una sociedad ya de por sí violenta, añades a la ecuación las armas, aumentas la peligrosidad y la mortalidad”, aclara Erika Rodríguez, miembro de la Red de Politólogas de América Latina y profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.
En 2017 Brasil batió récord de homicidios. Según el Fórum Brasileño de Seguridad Pública, se perpetraron 63.880, 3% más que un año antes. Es decir, 175 muertes diarias. Siete por hora. Y dos de cada tres por armas de fuego.
Brasil es el único gran exportador de armas de América Latina
Para Laura Tedesco, miembro de la Red de Politólogas de América Latina, experta en liderazgo político y en violencia urbana, la medida de Bolsonaro “es un error en un país de violencia creciente, en una sociedad polarizada, con grandes desigualdades. Es añadir más pólvora”. Dice que tampoco ayudará a Latinoamérica porque “todo lo que pase en Brasil -incluido si siguen aumentando los niveles de violencia- impactará en la región. “Al final es la militarización de la seguridad pública. Es llevarnos 20 años atrás”, subraya Tedesco.
Tampoco aprueba esta medida Rafael Martínez, catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Barcelona e investigador de Cidob. “No es una medida inteligente. Me preocupa porque está bastante demostrado que más armas equivale a más homicidios. Es importar un problema, aunque sea absolutamente coherente con lo prometido en campaña”, subraya Martínez.
Para justificar este decreto, Bolsonaro se aferra a un referéndum celebrado en Brasil en 2005, cuando gobernaba Luiz Inácio Lula da Silva. Ahí se preguntó a los brasileños si el comercio de armas de fuego y munición debía prohibirse en el país. 63,94% dijo que no, casi 60 millones de brasileños.
No obstante, la opinión de la sociedad brasileña sobre esta cuestión ha evolucionado. Según una reciente encuesta de Datafolha recogida por el diario O Globo, 68% de los brasileños no quiere que se flexibilicen las restricciones vigentes a la compraventa de armas. Sólo 37% aprueba que la posesión de armas sea un derecho para los ciudadanos.
Pero eso a Bolsonaro parece que le da igual. Lo llevaba en el programa y quería cumplirlo. Una fórmula para “fortalecer su liderazgo” entre los partidarios del presidente, apunta Ayuso.
El decreto permite que una persona pueda comprar hasta cuatro armas. El registro ya no requerirá una autorización policial y la licencia se ampliará de tres a cinco años. A los que tengan el registro caducado se les renovará automáticamente por cinco años más. Eso sí, se mantiene que el portador debe tener más de 25 años, un empleo “lícito”, una dirección disponible, no tener antecedentes penales ni impedimentos físicos o psicológicos para adquirir una pistola.
Impacto económico
El decreto de armas de Bolsonaro constata la sintonía con Donald Trump también en el ámbito armamentístico. Pero “no es un elemento determinante para su relación”, apunta Martínez. A fin de cuentas, esta medida tiene un mayor impacto en el ámbito interno que en el internacional, subraya Ayuso.
El efecto Bolsonaro resucita en Bolsa a una empresa de armas caída en desgracia
En concreto en la industria armamentística, la brasileña y la extranjera, que ya se frotan las manos. Desde que se supo que Bolsonaro pretendía flexibilizar el porte de armas las acciones de Taurus no pararon de crecer. Se trata de una empresa con 79 años de historia dedicada a la venta de armas y que llevaba dando pérdidas desde 2013.
Pero la alegría bursátil para Taurus acabó tras el decreto de Bolsonaro. Los títulos cayeron 21% este martes. ¿Por qué? La aguda caída responde a “una posible apertura del mercado de producción de armas en Brasil”, según explicó a EFE Rafael Passos, analista de Guide Investimentos. Es decir, la entrada de capital y de empresas extranjeras para llevarse un trozo del pastel.
Un gran exportador de armas
La venta internacional de material bélico es un negocio básicamente estadounidense y europeo en el que China (y Rusia) cuentan también con un importante papel. Los países del resto del mundo apenas participan como proveedores en este negocio. Brasil es el único de América Latina que figura entre los 25 grandes exportadores de armamento, con una cuota de mercado de 0,2% entre 2013 y 2017, una décima menos de la que tuvo en los cinco años anteriores, según los datos del Stockholm International Peace Research Institute (Sipri). Estas ventas lo sitúan en el puesto 24 a nivel mundial.
En los últimos cinco años, Brasil exportó armamento por valor de 279 millones de dólares, según el Sipri. Esto representa 70 millones de dólares menos que en el quinquenio anterior. La caída está relacionada con la importante reducción de importaciones de material bélico registrada en el conjunto de América, que fue de 29%. Ningún país latinoamericano figura entre los que adquirieron armas brasileñas desde 2013, mientras que entre 2008 y 2012 varias naciones de la región se contaban entre sus principales clientes.