Leticia Núñez (ALN).- Iván Duque, apoyado por el expresidente Álvaro Uribe, es el único candidato a la Presidencia de Colombia que quiere cambiar los acuerdos firmados con las FARC. No la totalidad, sino algunos aspectos. ¿A qué responde esta postura? Por un lado, está la ideología. La línea que le ha marcado el propio Uribe, gran abanderado del ‘no’ al pacto con la antigua guerrilla. Y, por otro lado, también hay ciertas dosis de electoralismo. Aunque gane los comicios, Duque no tendrá mayoría en el Congreso, lo que le limitará el margen de maniobra.
Iván Duque es el favorito en todas las encuestas para sustituir a Juan Manuel Santos en la Presidencia de Colombia. El candidato de Centro Democrático, el partido fundado por el expresidente Álvaro Uribe, ha anunciado que si gana las elecciones –la primera vuelta se celebra este domingo- modificará algunos aspectos de los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC). Pero, ¿realmente podrá? ¿O es sólo una promesa electoral? ¿A qué responden estas pretensiones?
Según Rogelio Núñez, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), la posición de Duque mezcla la esencia del uribismo con algunas dosis de electoralismo. “Estoy absolutamente convencido de que corresponde al uribismo. Pero cumplir la agenda uribista va a ser complicado en lo que respecta a la paz. Con lo cual, responde también a una cuestión electoral”, tal como explica al diario ALnavío.
Núñez subraya que ningún partido tendrá mayoría en el Congreso, lo que obligará a Duque, en caso de llegar al poder, a pactar. “Y pactar va a suponer renunciar a determinadas cosas”, dice el experto.
En este sentido, augura que el candidato uribista podría tener que llegar a acuerdos con Cambio Radical, cuyas posturas sobre los acuerdos de paz son más moderadas. Quizá también con el Partido Liberal, que ha sido parte de las negociaciones con las FARC. Por tanto, Núñez advierte: “El margen de maniobra del nuevo presidente va a estar muy acotado”.
“El margen de maniobra del nuevo presidente va a estar muy acotado”, advierte Núñez
El experto descarta que el atrevimiento de Duque –es el único candidato que quiere modificar el acuerdo de paz- tenga que ver con la juventud. Sería un presidente muy joven. De 41 años. Y asumiría una Colombia en un momento complejo por el narcotráfico, la producción récord de cocaína y la crisis venezolana.
“Es más un tema ideológico que de juventud. Muchas veces para conseguir la paz hay que transigir con ruedas de molino, pero es verdad que hay una parte muy importante de la población, y eso el uribismo lo encarna muy bien, que no está dispuesta a pasar por determinadas cosas”, destaca Núñez (Ver más: ¿Puede un presidente muy joven gobernar la compleja Colombia?).
Más allá de equilibrios políticos, el mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, recordó la semana pasada en un acto celebrado en Madrid que gane quien gane los comicios tendrá que continuar con los acuerdos de paz puesto que así lo establece la Corte Constitucional. “En un fallo histórico dictaminó que ningún gobierno en los próximos tres periodos podrá emitir ningún decreto que vaya en contra de lo firmado. Los acuerdos son irreversibles. No importa quién llegue al poder. Tendrá que continuarlos”, zanjó al respecto (Ver más: Para Juan Manuel Santos la paz se ha impuesto al fantasma del chavismo).
Duque es consciente de que el proceso de paz es irreversible y de que no es posible desmontarlo por completo. Pero sí quiere realizar modificaciones en algunos aspectos. “Dentro de la agenda del uribismo está cambiar determinadas cuestiones, pero no significa derribarlo todo. Eso está absolutamente descartado”, sostiene Núñez, recordando que el expresidente Uribe siempre fue crítico con el proceso de paz y que, de hecho, encabezó el voto del ‘no’ en el plebiscito que terminó ganando.
Los planes de Duque
El propio Duque detalló a ALnavío, en una entrevista realizada el pasado enero con motivo de su viaje a Madrid, los cuatro apartados que pretende cambiar. En primer lugar, defendió que hay que garantizar que “el narcotráfico no sea un delito amnistiable”. En segundo lugar, que la sustitución y la erradicación de cultivos dedicados a la producción de cocaína sean “obligatorias y no voluntarias”.
Asimismo, manifestó: “La existencia de armas y dinero de las FARC escondidos tiene que implicar que los cabecillas pierdan todos los beneficios”. El cuarto punto es todo lo que tiene que ver con la Justicia Especial para la Paz y la configuración de la impunidad. “De no tener proporcionalidad, de permitir la elegibilidad política de criminales de lesa humanidad, se debe revisar”, dijo.
Preguntado por si llegaría a plantear la ilegalización de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, el partido de las FARC, si no se cumplen los acuerdos, Duque dijo que no. “Que las FARC se desmovilicen y tengan un partido político, y que en este participen personas que no tengan responsabilidad de crímenes de lesa humanidad, se puede aceptar. Lo que no se puede aceptar es que en nombre de la democracia haya criminales de lesa humanidad haciendo política sin haber cumplido con sus penas, haber dicho toda la verdad y haber reparado a las víctimas”, manifestó (Ver más: Iván Duque: “No se puede aceptar que haya criminales de lesa humanidad haciendo política”).
“Volver atrás tendría graves implicaciones”
Vistas las propuestas del conservador, son múltiples las voces que advierten que determinados cambios acarrearán importantes consecuencias. Una de ellas es la de Rodrigo Londoño, alias Timochenko. En una entrevista concedida a Radio Nacional de España (RNE), el último comandante en jefe de las extintas FARC señaló que “volver atrás tendría graves implicaciones”.
“Si no se considera delito político al tráfico de drogas, toda la plana mayor de la guerrilla tendría que ser juzgada”
Londoño dijo que “sólo” le pide al nuevo presidente de Colombia que respete los acuerdos. “Debe comprometerse con lo firmado por el presidente Santos. Va encaminado a sentar las bases para que los próximos dirigentes del país comiencen a resolver los grandes problemas que afectan a la mayoría y a resolver las causas que generaron tan largo conflicto social y armado en nuestro país”, afirmó a RNE.
Preguntado por los planes de Duque y si estaría dispuesto a renegociar algún cambio, Londoño contestó: “¿Va a hacer quedar a Colombia como un país paria ante el mundo, ante la comunidad internacional? Lo que se hizo fue sumamente serio, fue un proceso de seis años de mucha conversación y mucho diálogo y desde su inicio fue acompañado y estimulado por la comunidad internacional”.
Una postura que respalda el investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos. “Algunas propuestas de cambio conllevarían serias alteraciones, que muy difícilmente la antigua guerrilla podría aceptar”. Núñez dice que el asunto más espinoso es el que vincula el tráfico de drogas como delito político, “suponiendo que el tráfico de drogas estaba destinado a conseguir financiación militar para el conflicto”, explica.
“Si no se considera delito político al tráfico de drogas, toda la plana mayor de la guerrilla tendría que ser juzgada y encarcelada; por tanto, perderían los privilegios que han conseguido gracias a la justicia transicional”, agrega.
Sobre este asunto también habló Santos en una entrevista con el periódico El Mundo de España. Preguntado por el ascenso de Timochenko, el presidente respondió: “Usted quiere ver a Timochenko como el capo de una mafia. Pero no lo es. Es el jefe de una guerrilla que se dedicó a financiarse con el narcotráfico. Son cosas distintas. Ahí usted y yo tenemos una diferencia de fondo: usted considera que todo lo que las FARC han hecho es consecuencia de que son una mafia de narcotraficantes. Y no es así”.