Antonio José Chinchetru (ALN).- Desde mausoleos y tumbas de Estado a sepulcros con nombres falsos. Los dictadores de España, América Latina y el Caribe han tenido destinos muy diferentes tras su muerte. El tipo de entierro y los honores recibidos tienen mucho que ver con el hecho de si seguían o no en el poder en el momento de fallecer.
El Real Decreto Ley aprobado por el gobierno de Pedro Sánchez para sacar los restos mortales de Francisco Franco del Valle de los Caídos ha puesto de actualidad el debate sobre las tumbas de dictadores. Abundan en Iberoamérica, puesto que son muchos los autócratas que han gobernado en la región. ALnavío repasa dónde y cómo han sido enterrados los que gobernaron entre 1975 (año de la muerte de Franco) y la actualidad. El destino es muy diferente, desde un mausoleo de Estado hasta fosas con nombres falsos y entierros en el extranjero. Casi todos murieron en sus propios países. Las excepciones son Hugo Chávez, Anastasio Somoza Debayle y Alfredo Stroessner.
Franco murió el 20 de noviembre de 1975 sin haber dejado el poder. El Gobierno decidió en aquel momento enterrarle en la Basílica del Valle de los Caídos. El dictador en ningún momento había expresado su voluntad de que fuera así. Cuando ordenó la construcción del lugar lo hizo con la voluntad declarada de ayudar a la reconciliación y con las instrucciones de que sólo pudieran reposar ahí los cuerpos de fallecidos de ambos bandos en la Guerra Civil.
La mayor parte de los dictadores que ha habido en América Latina y el Caribe desde 1975 sobrevivieron a los regímenes que crearon o encabezaron en algún momento. Y eso se refleja a la hora de ser enterrados. Los sepelios con honras de Estado y en lugares preferentes se reservan a los autócratas que fallecen en el poder o lo mantienen de forma indirecta a través de su familia u otras personas de confianza. Es el caso de Hugo Chávez en Venezuela y Fidel Castro en Cuba.
Chávez es el único autócrata de América Latina y el Caribe que cuenta con un mausoleo de Estado
Los restos de Chávez se encuentran en el Cuartel de la Montaña, que acogía el Museo Histórico Militar de Caracas. El lugar fue reacondicionado en 2013, cuando falleció en Cuba el predecesor de Nicolás Maduro, para convertirse en mausoleo del presidente fallecido y museo dedicado a su memoria. El venezolano es así el único autócrata de América Latina y el Caribe que cuenta con un mausoleo de Estado.
No lo tiene ni tan siquiera Fidel Castro. Tras su fallecimiento en 2016, cuando era presidente de Cuba Raúl Castro, sus restos fueron cremados y conducidos en un largo recorrido por tierra desde La Habana hasta Santiago de Cuba. Las cenizas se encuentran en el interior de una gran roca colocada en el Cementerio de Santa Ifigenia.
Tumbas con nombres falsos y sepulcros en el exilio
El resto de los dictadores de la región fallecieron apartados del poder. Algunos incluso en el exilio o cumpliendo penas de prisión. Eso también se refleja en sus entierros. Los casos más extremos son los de Argentina, Nicaragua y Paraguay.
En Argentina la opción ha sido la discreción y la tumba sin nombre, o con nombre falso
En Argentina la opción ha sido la discreción y la tumba sin nombre, o con nombre falso. Ese ha sido el destino de al menos tres de los sucesivos presidentes de facto que tuvo el país en la dictadura militar que se prolongó entre 1976 y 1986. Jorge Rafael Videla (fallecido en 2013) está enterrado, bajo una lápida en la que figura como “Familia Olmos”, en el cementerio de El Pilar, al norte de Buenos Aires. Una ley de 2009 impedía un sepelio en el Panteón Militar en Chacarita, el mayor cementerio porteño.
Roberto Viola (muerto en 1994) y Fortunato Galtieri (fallecido en 2003) sí fueron enterrados, como otros mil uniformados argentinos, en el Panteón Militar. Del primero se desconoce el lugar exacto de la tumba, puesto que sus restos reposan con un nombre falso. Del segundo, se sabe que su hermana decidió sacar el cuerpo del lugar para proceder a la cremación.
Anastasio Somoza Debayle fue el último miembro de su familia en ejercer como dictador en Nicaragua. Dejó el cargo y salió al exilio en 1979, tras lo que fue asesinado en Paraguay un año después. Está enterrado en Miami (EEUU). Las autoridades estadounidenses lo permitieron después de que la viuda, Hope Portocarrero, lo solicitara por ser ella estadounidense.
Alfredo Stroessner, de Paraguay, es otro de los dictadores muertos en el exilio. Tras gobernar con mano de hierro de 1954 hasta su derrocamiento en 1989, falleció en Brasil en 2006. Su cuerpo está enterrado en el cementerio La Paz de Brasilia.
La familia de Augusto Pinochet no logró que el exdictador de Chile fuera enterrado con honores de Estado tras morir en 2006. Sus restos se encuentran en una capilla privada en la quinta familiar de Los Bolos, en Valparaíso.
Antonio Noriega, quien fue dictador de Panamá de 1983 a 1989, murió en 2017. Sus restos fueron incinerados en una funeraria privada, sin que haya transcendido qué ha hecho la familia con las cenizas.
Juan María Bordaberry, que tras haber sido presidente constitucional de Uruguay ejerció como dictador entre 1973 y 1976, falleció en 2011. Fue enterrado sin honores en un cementerio privado. Similar destino tuvo el resto de los presidentes que se sucedieron en la dictadura hasta 1985: Alberto Demicheli, Aparicio Méndez y Gregorio Álvarez.
Entierros con honores pero sin tumba de Estado
En Bolivia, Hugo Banzer está enterrado desde su fallecimiento en 2002 en un panteón familiar en el Cementerio General de Santa Cruz. Fue enterrado con honores de Estado. Su caso es particular, puesto que fue dictador entre 1971 y 1978 pero gobernó tras ganar unas elecciones con posterioridad, entre 1971 y 1978.
Los dos últimos presidentes de la dictadura que vivió Brasil entre 1964 y 1985 fueron enterrados con honores militares en camposantos de Río de Janeiro. La tumba de Ernesto Geisel (fallecido en 1996) está en el cementerio de São João Batista y la de João Baptista Figueiredo (muerto tres años después), en el de Caju.