Pedro Benítez (ALN).- El presidente Donald Trump logró lo que no pudo la OPEP: poner de acuerdo a Arabia Saudita y Rusia a fin de apuntalar los precios mundiales del petróleo. Al promover (y respaldar) un acuerdo entre los mayores productores de crudo del mundo desafía todas las convicciones del libre mercado en el país emblema del libre mercado. Pero en un momento excepcional apela al pragmatismo en estado puro.
Donald Trump entró inesperadamente a interceder en la guerra de precios desatada entre Arabia Saudita y Rusia en el último mes, reeditando así una versión del acuerdo secreto al que llegaron los venezolanos Juan Pablo Pérez Alfonzo y Manuel Pérez Guerrero con el “jeque rojo” Abdullah Taraki (ministro saudí de petróleo) en el Hotel Hilton de El Cairo en 1959, compromiso del cual nació la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
El pasado jueves 2 de abril Trump escribió en su cuenta de Twitter:
“Acabo de hablar con mi amigo MBS (Príncipe Heredero) de Arabia Saudita, quien habló con el presidente Putin de Rusia, y espero que reduzcan aproximadamente 10 millones de barriles, y tal vez sustancialmente más, lo que, si sucede, será ¡EXCELENTE para la industria del petróleo y el gas!”
En el siguiente mensaje agregó: “….. Podría ser tan alto como 15 millones de barriles. ¡Buenas (GRANDES) noticias para todos!”
En la guerra del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita el más perjudicado es Maduro
Ese tuit provocó que los precios a futuro del petróleo se dispararan en un 25% hasta llegar a los 30 dólares el barril Brent.
Una semana después, contra todo pronóstico, Arabia Saudita y Rusia convinieron tentativamente reducir su producción en 10 millones de barriles por día para los meses de mayo y junio. El mayor recorte jamás acordado por los productores de petróleo del mundo.
Desde el pasado 6 de marzo estas dos potencias petroleras estaban enfrascadas en una guerra de precios que llevó la cotización mundial del barril de petróleo a 20 dólares, el más bajo desde 2002, luego de que una reunión de la OPEP en Viena terminara sin acuerdo por la negativa de Rusia a realizar un recorte, propuesto por los saudíes, del bombeo para contrarrestar así los efectos provocados por la caída de la demanda causada a su vez por los efectos de la pandemia del coronavirus.
En las siguientes semanas los países socios de la organización ni siquiera lograron ponerse de acuerdo para prolongar los recortes que vencieron el 31 de marzo, con lo cual cada país era libre de producir los volúmenes que pudiera.
Pero ahora la OPEP ha sido puesta a un lado y por primera vez por los gobernantes de Arabia Saudita y Rusia. Apoyados por el presidente de los Estados Unidos están anunciado una estrategia conjunta en el mercado mundial.
Just spoke to my friend MBS (Crown Prince) of Saudi Arabia, who spoke with President Putin of Russia, & I expect & hope that they will be cutting back approximately 10 Million Barrels, and maybe substantially more which, if it happens, will be GREAT for the oil & gas industry!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) April 2, 2020
Estas son las 3 cartas de Donald Trump
¿Cómo lo logró Trump? Pues la Casa Blanca tiene tres cartas que colocar sobre la mesa.
1-Una no petrolera que juega cuando la necesita: Estados Unidos es el aliado militar fundamental de Arabia Saudita en su disputa a muerte con Irán y resulta que Arabia Saudita, con 9 millones de barriles de producción, es de lejos el principal productor de la OPEP y el propietario del grifo petrolero del planeta.
Arabia Saudita tiene capacidad como ningún otro exportador para aumentar o reducir su bombeo de petróleo al mercado mundial a conveniencia con un impacto directo en los precios. Esto hace de ese país el dueño de la organización. Se hace lo que digan los saudíes. Los demás socios no cuentan en la práctica.
2-La otra carta norteamericana son las sanciones a la petrolera rusa Rosneft por el apoyo de Vladímir Putin a Nicolás Maduro. Se sabe que Trump ha ofrecido eliminarlas.
3-Y la tercera es la flexibilidad financiera y tecnológica de Estados Unidos. Con 15,3 millones de barriles al día en 2019 lidera la producción mundial de petróleo gracias, principalmente, a la tecnología del fracking.
EEUU tiene una situación única: es el principal productor y consumidor mundial de crudo y, aunque los hidrocarburos son una variable crucial en su economía, a diferencia de Arabia Saudita y Rusia, no es un petro-Estado. Si el precio del petróleo llegara a estar en cero por meses muchos de los productores quebrarían, sus pozos cerrarían, pero no el gobierno federal. El fisco de Estados Unidos no depende del precio del petróleo. Eso no lo pueden decir ni Putin ni el príncipe saudita Mohamed bin Salman.
Por otra parte, cuando a partir de octubre de 2014 aconteció la última caída importante de los precios mundiales del petróleo se especuló que Arabia Saudita había incrementado su bombeo al mercado con el objetivo de desalentar la creciente producción norteamericana y frenar el desarrollo del fracking. Esa tecnología había hecho posible ese incremento y precisamente era rentable por el largo ciclo de altos precios de los hidrocarburos previo.
Pero estos años de bajos precios petroleros no detuvieron el crecimiento de la producción petrolera estadounidense; por el contrario, la revolución “shale oil” llegó para quedarse y se las arregló para ajustarse al nuevo ciclo.
De modo que Estados Unidos puede aguantar una guerra de precios petroleros más que ningún otro productor mundial. Pero hoy eso implicaría una restructuración dolorosa para estados petroleros como Texas, Oklahoma y Luisiana que tradicionalmente votan por republicanos en las elecciones presidenciales. Esto es lo que Trump se quiere ahorrar en un año electoral. Ahí es donde está apuntando.
De modo que puede atribuirse (de seguro lo hará) lo que no pudo hacer la propia OPEP.
Esta es la razón por cual ha pasado de celebrar los precios bajos como una bendición para los consumidores estadounidenses a defender la industria petrolera. Los sucesivos presidentes estadounidenses han sido enemigos de la OPEP y ahora el titular del cargo pasa a alentar (aunque sea brevemente) su estrategia. Pero este es el tipo de contradicciones que a Trump le tienen sin cuidado.
Caen la demanda y el precio, baja la producción
En los hechos una alianza entre los tres principales productores mundiales de crudo liderada por él ha reemplazado a la OPEP. De los 80 millones de barriles de petróleo que se producen en todo el mundo Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos controlaban 37 millones a inicios de este año.
“Obviamente, durante muchos años, solía pensar que la OPEP era muy injusta. Odiaba a la OPEP (…) ¿Quieren saber la verdad? La odiaba porque era parcial (…) esto se rompió y fue en dirección opuesta”, dijo Donald Trump.
RT
En las próximas semanas sabremos si esta estrategia será exitosa en el sentido de evitar un colapso de los precios. Por ahora es otra de esas paradojas que los acontecimientos humanos no cesan de dar.
Al tener un sector petrolero totalmente privado el gobierno federal de Estados Unidos no tiene cómo imponer recortes a su producción doméstica. Aunque se supone que los Estados petroleros sí. Tampoco puede declarar una guerra de precios como hicieron los saudíes.
En cambio las fuerzas del mercado tienen un efecto inmediato. Al caer la demanda y el precio ha bajado la producción. Se espera que la de Estados Unidos caiga en casi 2 millones de barriles por día de aquí al próximo año. Para el empresario del sector, experto en energía y comisionado de Ferrocarriles de Texas (la agencia del Estado que regula la industria del petróleo y el gas), Ryan Sitton, el recorte de producción en Estados Unidos será más rápido y mayor.
Según distintas agencias de noticias 58 plataformas petroleras estadounidenses dejaron de operar esta semana, cayendo a 504, el nivel más bajo desde diciembre de 2016.
En la práctica en los tuits de Trump, y en los anuncios de saudíes y rusos hay más teatro que realidad. Lo que se va imponer será la lógica del mercado. No obstante, recordemos que esa ha sido la estrategia de la OPEP por décadas.
Trump está en un año electoral y según una de máximas de Maquiavelo para el Príncipe es más importante aparentar hacer que hacer.
“Tenemos una industria de energía tremendamente poderosa en este país ahora. La número uno en el mundo. Y no quiero que esos trabajos se pierdan”, afirmó Trump.