Daniel Gómez (ALN).- Desde México, Carlos Slim apostó por el negocio inmobiliario en España y acertó. También el banquero venezolano Juan Carlos Escotet, quien hizo lo propio con la banca. Un negocio en el que fracasaron otras grandes fortunas, como el colombiano Jaime Gilinski, el mexicano Antonio del Valle y el chileno Andrónico Luksic.
Carlos Slim, Jaime Gilinski, Andrónico Luksic y Juan Carlos Escotet. Son algunos de los inversores latinoamericanos que han apostado por España en los últimos años. Grandes patrimonios que han querido sacar partido de la recuperación económica. Una apuesta que a algunos les salió bien. Pero a otros no tanto.
El ejemplo del éxito es Carlos Slim. El magnate mexicano no es el hombre más rico de Latinoamérica por casualidad. Tiene el don de la oportunidad. Y quedó demostrado en España cuando tomó posiciones en inmobiliaria y construcción, dos de los sectores más castigados por la crisis de 2008. Ambos tocaron fondo, pero era cuestión de tiempo para que salieran del abismo. Y fue el tiempo lo que supo medir Slim para triunfar con esta apuesta.
En 2015, entró en el accionariado de la inmobiliaria Realia al comprar el 30% de los títulos. En paralelo, se adentró en el grupo constructor FCC, propietario de otro 30% de Realia. Con el 60% de la inmobiliaria, se lanzó por el 60% de la constructora en el verano de 2016, algo que consiguió a través de una oferta pública de adquisición.
Con Slim al mando, estas dos empresas, asfixiadas por las deudas y con alto riesgo de entrar en quiebra, no sólo se recuperaron sino que miran al futuro con altas perspectivas. Realia estudia relanzar el negocio inmobiliario con la venta de 20 nuevas promociones de viviendas y FCC abandonó los números rojos, como se desprende del informe de resultados de los nueve primeros meses del año. Todo ello mientras gana presencia en América Latina gracias a los contratos logrados en México y Panamá.
Sólo Escotet triunfó en la banca española
El banquero venezolano Juan Carlos Escotet aplicó una fórmula parecida a la de Slim. La prueba de que le ha ido bien está en la revista Forbes. Desde que se hizo con el banco español Abanca en 2013 ha triplicado su fortuna: de 1.400 millones de dólares (1.188 millones de euros) a 4.000 millones de dólares (3.394 millones de euros) en la actualidad.
Escotet compró Abanca por 1.530 millones de dólares (1.300 millones de euros) a través de Banco Etcheverría, filial de Banesco, grupo financiero que el empresario controla en Venezuela.
Por aquel entonces, 2013, Abanca debía dinero tanto a las autoridades europeas como a las españolas tras el rescate de 2008. Dejó de ser así en febrero de 2017. Con el pago al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob), la entidad saldó todas las deudas para mirar hacia el futuro. Un futuro que apunta hacia lo global después de la sede que el grupo abrió en Madrid, las compras realizadas en Portugal y el posicionamiento estratégico hecho en México y Brasil.
Con la operación en Abanca, Escotet destacó como comprador. Quizá el mejor en la banca española en estos momentos. Los números están ahí. Su renovada fortuna le permitió superar a otros magnates latinoamericanos que apostaron por el sector en España, pero que no tuvieron suerte invirtiendo.
Así le ocurrió, por ejemplo, al colombiano Jaime Gilinski, cuya fortuna en estos momentos es de 3.500 millones de dólares (2.979 millones de euros), según Forbes. El banquero, que tiene fuertes negocios en Colombia y Panamá, trató de hacer lo mismo en España.
En 2013, accedió al accionariado de Banco Sabadell inyectando 694 millones de dólares (650 millones de euros). El objetivo era una expansión por América Latina similar a la conseguida por BBVA y Santander. Para ello, pretendió fusionar Sabadell con la entidad que preside en Colombia, GNB Sudameris.
Rodríguez-Pina: “La actitud de estos inversores [Del Valle y Gilinski] nunca ha sido de reproche”
La oportunidad se presentaba única para Sabadell. Pero el consejo de dirección nunca vio la jugada con buenos ojos. Tampoco llegó a buen puerto la fusión que Gilinski planteó con Banco Popular. Todo esto disgustó al empresario, por lo que, en noviembre de 2016, abandonó su aventura bancaria en España.
De un modo más repentino terminó el periplo del mexicano Antonio del Valle y el chileno Andrónico Luksic. Ambos conformaban el clan latinoamericano de Banco Popular. En conjunto, ambos poseían el 7% de las acciones de la institución (4% Del Valle y 3% Luksic).
El simbólico euro por el que Banco Santander compró Popular tiró a la papelera los 107 millones de dólares (90 millones de euros) que la familia chilena Luksic invirtió en Popular. Y también los 648 millones de dólares (550 millones de euros) del grupo mexicano encabezado por el magnate Antonio del Valle.
Pese a las desventuras, “la actitud de estos inversores nunca ha sido de reproche”. Lo dijo al diario Expansión Antonio Rodríguez-Pina, presidente de Deutsche Bank en España, entidad que animó a apostar por el país a inversores latinoamericanos como Del Valle y Gilinski.