Pedro Benítez (ALN).- Los nicaragüenses se han dado cuenta de que están bajo una dictadura consolidada sobre las tres reelecciones sucesivas, 2006, 2011 y 2016, que ratificaron a Daniel Ortega como presidente. Este, contra todo pronóstico inicial, reconstruyó su carrera política con el apoyo económico de los que fueron sus dos grandes aliados: Hugo Chávez y Muamar Gafdafi.
Luego de varias semanas de manifestaciones iniciadas el pasado 18 de abril y más de 50 fallecidos, para la mayoría de los nicaragüenses ha quedado en evidencia el rostro más siniestro del régimen impuesto por Daniel Ortega Saavedra en Nicaragua.
Las movilizaciones, fundamentalmente estudiantiles, han sido reprimidas sin ninguna consideración por parte de la Policía, la Juventud del Frente Sandinista (el partido oficial) y por grupos de motorizados, también controlados por Ortega.
La brutalidad de la represión ha sorprendido e indignado a una sociedad que creía haber dejado en el pasado la violencia como forma de dirimir los conflictos políticos. El Ejército nicaragüense, por su parte, se ha negado a participar en las acciones represivas.
Luego de varias semanas de manifestaciones, ha quedado en evidencia el rostro más siniestro del régimen impuesto por Daniel Ortega en Nicaragua
Sin embargo, esto no ha amilanado las protestas de calle que siguen siendo muy numerosas y diarias, a las que se han sumado otros sectores sociales como los campesinos del Movimiento Anticanal. En este proceso el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, se ha convertido en el crítico más connotado del estilo autoritario y represivo de Daniel Ortega (Leer más: La Iglesia Católica es el más duro adversario de Daniel Ortega).
Lo que empezó como protestas contra la reforma del sistema de pensiones se ha convertido en una lucha por la democracia y en demanda de justicia por los jóvenes asesinados.
Cómo se convirtió en dictador Daniel Ortega
Todo esto ha hecho que la sociedad nicaragüense se pregunte qué ha pasado. ¿En qué momento y de qué manera Daniel Ortega se convirtió en dictador?
Antiguos compañeros de Ortega en la revolución sandinista de 1979 que se han sumado a las protestas afirman: “Nunca pensé que Daniel se volvería como el dictador (Anastasio) Somoza. No pensé volver a ver la matanza de estudiantes”.
Pero otros como Mónica Baltodano, historiadora, comandante guerrillera en la revolución de 1979, ministra de Ortega en los 80 y exdiputada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), lo tienen más claro.
Ella recuerda que fueron los años que siguieron a la derrota electoral de 1990 ante Violeta Chamarro cuando Daniel Ortega logró el control absoluto sobre el aparato político del FSLN. Durante 16 años el sandinismo estuvo en oposición, siendo derrotado en tres elecciones presidenciales sucesivas, y sin embargo Ortega no fue desplazado como jefe del movimiento.
Un apoyo clave en esa época para el mandatario nicaragüense fue el aporte financiero que el fallecido líder libio Muamar Gadafi le dio.
“Las conexiones de Daniel Ortega con Gadafi son ampliamente conocidas en Nicaragua y el mundo. Se conoce que Gadafi financiaba hasta los gastos personales de Ortega después que este perdió las elecciones de 1990. Por los cables diplomáticos de Estados Unidos revelados por Wikileaks se conoció que el régimen libio también aportó fondos para la campaña electoral del líder sandinista en 2006”, editorializa el diario La Prensa.
Con ese dinero construyó su propia clientela política y apartó a todos los rivales y críticos dentro del Frente. Primero impuso su dictadura personal en el sandinismo y valiéndose de la legitimidad histórica de este movimiento siguió siendo un fuerte aspirante presidencial.
Al apoyo financiero de Gadafi se sumaría el del presidente venezolano Hugo Chávez a través de Petrocaribe, una vez que Ortega consiguió regresar al poder por la vía electoral en 2006.
Daniel Ortega no fue desplazado como jefe del movimiento sandinista gracias al apoyo económico recibió de Muamar Gadafi y Hugo Chávez
La “privatización” del subsidio petrolero venezolano para su manejo discrecional por parte de Ortega y del FSLN, sin que siquiera pasara por el presupuesto público del Estado, está bastante documentado y ha sido una de las críticas recurrentes por parte de la oposición nicaragüense, según recoge el Diario Las Américas (Leer más: Daniel Ortega no hizo la tarea completa antes de perder la ayuda económica del chavismo).
El régimen de Ortega
El ensayista y exembajador de Nicaragua en España en el primer gobierno sandinista de los años 80, Edmundo Jarquín, señala en el libro El régimen de Ortega (octubre de 2016) cómo este y sus allegados inmediatos hicieron uso del petróleo venezolano para “constituirse en un poderoso grupo empresarial, probablemente el que maneja mayor liquidez en Centroamérica (…) Una consecuencia inmediata ha sido (…) la compra de numerosos medios de comunicación al extremo que sobreviven muy escasos medios independientes”.
Y agrega: “La cooperación de Venezuela ha tenido enormes consecuencias en la consolidación del poder de Ortega cuyo destino, en parte significativa, está vinculada a la evolución de ese país”.
En otro capítulo de ese mismo libro el economista y diputado opositor a la Asamblea Nacional de Nicaragua Enrique Sáenz indica que: “La clave para interpretar el régimen político, económico y social impuesto por el gobierno de Ortega a lo largo de sus diez años de ejercicio reside en la cooperación petrolera venezolana”.
Sáenz explica que el primer acto de gobierno de Daniel Ortega fue incorporar a Nicaragua a la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) y a Petrocaribe. En el marco de esos acuerdos Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) se comprometía a cubrir todas las necesidades de combustible de Nicaragua a precios subsidiados: 50% de la factura a pagarse en 90 días y el 50% a un plazo de 25 años, con dos de gracia y 2% de interés.
Pero para la aplicación del convenio optaron por una curiosa modalidad: PDVSA decidió mediante transacción privada entregar el 50% de ese suministro petrolero a la Caja Rural Nacional (Caruna), una cooperativa controlada por el Frente Sandinista.
Esto le otorgó a Daniel Ortega un poder económico discrecional inmenso en Nicaragua para financiar sus políticas sociales y su maquinaria política.
Represión al estilo Maduro
En los siguientes 10 años, por medio de cuestionables maniobras legales y con otras dos claras victorias electorales Ortega impuso una dictadura en Nicaragua sin que el resto del continente se percatara y ante la pasividad de la mayoría de los nicaragüenses.
Los petrodólares venezolanos que pudo manejar sin ningún control le permitieron crear su red de clientelismo político, mientras manejaba la economía con prudencia y en cooperación con los empresarios privados.
Exdirigentes históricos del sandinismo como Jarquín y el Premio Cervantes Sergio Ramírez, quien también fuera vicepresidente de Daniel Ortega entre 1984 y 1990, tienen años alertando sobre la deriva autoritaria de su antiguo compañero de causa.
Ortega, secundado por su esposa Rosario Murillo, no ha impuesto un régimen revolucionario como en Cuba, sino que por el contrario se ha inspirado en el modelo político chavista.
De hecho, la repuesta que ha dado a las protestas estudiantiles es casi una copia calcada del manejo que el gobierno de Nicolás Maduro les dio a las manifestaciones que en Venezuela se efectuaron en su contra en 2014 y 2017.
Al igual que Maduro, las ha calificado como una maniobra desestabilizadora por parte de Estados Unidos y de ahí en adelante ha justificado cualquier exceso represivo negándole legitimidad.
Pero además, la Asamblea Nacional de Nicaragua, controlada por él, ha creado una “Comisión de la Verdad” para investigar, según afirma, las muertes registradas en la ola de protestas antigubernamentales, y ha propuesto un mecanismo de diálogo… manejado por su esposa y vicepresidenta.
Mientras tanto los medios de comunicación controlados por el Gobierno censuran la cobertura de las protestas (Leer más: Los hijos de Daniel Ortega tienen el monopolio de la televisión en Nicaragua).
Es decir, Daniel Ortega no sólo ha sido financiado por Hugo Chávez, además ha importado a Nicaragua sus métodos de control político autoritario.
Lo que ha venido ocurriendo en Nicaragua es un ejemplo claro de cómo las dictaduras a nivel mundial tienden a aliarse por la necesidad mutua de sobrevivir.