(EFE).- El año en el que se cumplen 25 de su debut como futbolista del primer equipo del Barcelona, Xavi Hernández levantó su primera Liga como técnico del club de su vida, el gran objetivo de la temporada con el que el ahora entrenador azulgrana consigue estabilidad mientras acaba de cimentar un proyecto en construcción.
Tras la conquista en enero de la Supercopa de España, el egarense levantó su segundo título dirigiendo la nave azulgrana, a la que se subió el 6 noviembre de 2021 en sustitución del neerlandés Ronald Koeman.
554 días después de aterrizar en el banquillo del Camp Nou, el primer equipo azulgrana volvió a cantar el alirón, algo que el Barça no conseguía desde la temporada 2018-19 con Ernesto Valverde en el banquillo.
XAVI, CRECIENDO DESDE LA SOLIDEZ DEFENSIVA
Y lo hizo con autoridad, sin casi fisuras en defensa -su equipo ha encajado 13 tantos en 34 jornadas-, sacando rédito a las once victorias por 1-0 contabilizadas hasta la fecha en el campeonato liguero y a los 64 goles, lejos de los 90 que la escuadra barcelonista anotó para levantar el título hace cuatro cursos.
Malos tiempos para la lírica sin Leo Messi en el primer equipo y en un momento de urgencias para la entidad. Quizá por ello, el Barça de Xavi se ha abrazado a la seguridad que da el pragmatismo para amarrar un título tan ansiado como necesario para una masa social sedienta de alegrías.
«La gente en el Camp Nou o por la calle es consciente de las dificultades que tenemos económicas e institucionales. Si ganamos la Liga no será la hostia, será la rehostia», aseguraba Xavi pocas semanas antes de asegurarse matemáticamente el título.
Xavi no llegará a los 100 puntos, pero se acercará. En el currículum de su novena Liga -la primera como técnico- podrá decir que conquistó el título matemáticamente con cuatro jornadas de margen tras sumar 27 victorias, 4 empates y 3 derrotas.
UN CAMINO CON CONTRATIEMPOS
Pero el camino hasta el título fue más tortuoso de lo que dejan entrever los datos. Además del terremoto institucional que significó el estallido del ‘caso Negreira’, Xavi ha tenido que lidiar con la decepción de quedar apeado de los octavos de final de la Liga de Campeones por segundo año consecutivo.
A ello se han sumado las lesiones musculares de puntales del primer equipo a lo largo de la temporada. La baja de Ronald Araujo -uno de los líderes de la plantilla- condicionó la defensa en el primer tramo de la temporada, mientras que talento ofensivo menguó con las ausencias de Pedro González ‘Pedri’ y Ousmane Dembélé entre enero y abril.
Pero cuando consiguió dar con la tecla táctica, su equipo empezó a gobernar LaLiga con puño de hierro. Empezó con el ‘rock & roll’ sin control que le daba jugar con dos extremos -habitualmente Raphinha y Dembélé- y el goleador Robert Lewandowski para acabar encontrando el equilibrio con la melodía tranquila del cuarteto de centrocampistas formado por Busquets, De Jong, Pedri y Gavi.
Desde el orden y con un Marc-André ter Stegen soberbio bajo palos, el Barça de Xavi ha crecido en España. El próximo gran objetivo es que también compita en Europa. Pero eso será el próximo curso. De momento, uno de los hijos pródigos del barcelonismo compra tiempo con el título de la regularidad a la espera de sumar más talento para la causa.