Redacción (ALN) .- El gobierno de Joe Biden se está preparando para reducir las sanciones a Venezuela para permitir que Chevron pueda reanudar el bombeo de petróleo en el país, reseñó The Wall Street Journal.
Según varias personas familiarizadas con la propuesta, se estaría allanando el camino para una posible reapertura de los mercados de EEUU y Europa a las exportaciones de petróleo de Venezuela.
A cambio del importante alivio de las sanciones, el gobierno Maduro «reanudará las conversaciones suspendidas durante mucho tiempo con la oposición del país para discutir las condiciones necesarias para celebrar elecciones presidenciales libres y justas en 2024», indicaron las fuentes.
Además, el medio apuntó que Estados Unidos, el chavismo y algunas figuras de la oposición llegaron a un acuerdo que liberaría cientos de millones de dólares en fondos estatales venezolanos congelados en bancos estadounidenses para pagar las importaciones de alimentos, medicinas y equipos para la maltrecha red eléctrica del país y sistemas de agua municipales.
Si el acuerdo se lleva a cabo y se permite que Chevron, junto con las empresas de servicios petroleros de EEUU, vuelvan a trabajar en Venezuela, solo colocaría una cantidad limitada de petróleo nuevo en el mercado mundial a corto plazo.
«Cualquier cambio en la política de EEUU que traiga de vuelta a las compañías petroleras occidentales enviaría una señal psicológica al mercado de que hay más suministro en camino», dijeron las personas.
A juicio de Francisco Monaldi, experto en energía de América Latina de la Universidad de Rice, involucrar a Venezuela podría servir como una estrategia a más largo plazo para los países de EEUU y Europa que luchan por asegurar nuevas fuentes de energía a medida que la guerra de Rusia en Ucrania se prolonga y altera los mercados de materias primas.
“Si los precios [del petróleo] bajan, todo esto podría cambiar (…) pero por ahora, esta es su obsesión”, expresó.
El acuerdo entre Estados Unidos y Venezuela, cuyos términos se espera que sean reforzados a finales de este mes, es la última señal de que Washington está dispuesto a terminar una campaña de presión contra el régimen de Maduro, que heredó de la administración Trump.