Pedro Benítez (ALN).- El manual de procedimientos del régimen castrista recomienda que cuando el asesorado se encuentre en situación de debilidad, debe exhibir la mayor dureza y arbitrariedad posibles a fin de desorientar al adversario.
El pasado 5 de febrero, el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, anunció la inminente presentación de una propuesta de cronograma electoral presidencial ante el Consejo Nacional Electoral (CNE), como respuesta a las advertencias efectuadas por funcionarios de la administración Biden, según las cuales, si el gobierno venezolano no levanta las inhabilitaciones políticas e incumple los Acuerdos de Barbados no se renovará en abril las licencias que han aliviado las sanciones comerciales y financieras. “Ahórrense el lapso, yankees de mierda”; “Kirby, métete tu ultimátum por donde te quepa”.
Sin embargo, luego de casi diez días de consultas, no se ha anunciado cronograma alguno. Ciertas sugerencias o insidias surgidas desde el sector oficialista apuntan insistentemente hacia mayo o abril como meses propicios para la elección presidencial, tal como ocurrió hace seis años. Es decir, de manera incierta el Gobierno se mantiene en los lapsos acordados en Barbados. En el borde, pero sin salirse; todavía.
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Estirar la liga sin romperla, justo en el momento el cual pone todo de su parte a fin de recordarle al resto del mundo que es un régimen arbitrario, que maneja la Justicia como la de da la gana y que se sostiene por medio del miedo y la represión. A juzgar por las palabras del Fiscal General, Rocío San Miguel ya ha sido enjuiciada y condenada, y cualquiera que dude del procedimiento empleado en su contra se hace sospechoso. Para que no queden dudas de la determinación se le da 72 horas para salir del país a todo el personal de la oficina de Derechos Humanos de la Naciones Unidas, sólo por criticar lo que no necesita anteojos.
¿Romper los Acuerdos de Barbados?
Cabe, entonces, hacerse la siguiente pregunta: ¿Por qué el Gobierno no le da de una vez una patada a la mesa y rompe con los Acuerdos de Barbados? La respuesta puede ser muy sencilla: porque se está negociando o se espera seguir negociando.
Lo que ocurre es que el poder chavista actúa como la conocida fábula en la cual el escorpión no puede evitar picar a la rana que lo ha salvado. Es prisionero de sí mismo. Su “estilo” de negociación es ese; si no me dan lo que yo quiero, me voy a radicalizar y ya van a ver lo que soy capaz de hacer con este pobre país.
Parece evidente que Nicolás Maduro (el más interesado en todo esto) calculó que la gente de Biden no haría de la “extraña” inhabilitación de María Corina Machado, efectuada (supuestamente) por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), un punto crucial y las licencias otorgadas en octubre, en ocasión de la firma de los acuerdos, no serían retiradas. Cosa juzgada y pasar a otro tema.
Pero, por lo visto, no ha sido así.
Rocío San Miguel y María Corina Machado
Maduro y compañía pretenden que el resto del mundo admitan sus arbitrariedades así no más. Los casos de Rocío San Miguel y María Corina Machado se parecen en una cosa: son juicios sumarios sin derecho a la defensa.
En un momento en el cual parecen decididos a volar todos los puentes, y más allá del indignante abuso de poder y de la evidente violación de todos derechos humanos más básicos, no hay que perder de vista que hasta hace apenas dos meses mucha gente, dentro y fuera de Venezuela, llegó a creer seriamente que la escalada con Guyana terminaría en algún tipo de incidente militar que sirviera de pretexto para suspender el proceso electoral. Y aquí estamos, esperando el cronograma.
Por cierto, no está de más recordar, que todo el proceso que culminó en la primaria del 22 de octubre ocurrió bajo una espada de Damocles. Y si nos vamos más atrás en el tiempo, ya se ha olvidado el generalizado temor de que la instalación de la Constituyente de 2017 fuera la oportunidad en la cual se cerraría definitivamente cualquier resquicio constitucional que permitiera un cambio democrático en el país. Pese a todo, eso tampoco ha ocurrido.
Por supuesto, no hay que subestimar el mensaje que se envía con la detención de Rocío San Miguel y su familia, ni desestimar cualquier posible escenario autoritario por una razón fundamental: por primera vez en 25 años el campo democrático venezolano llega a un año electoral con una candidatura presidencial que arranca con una abrumadora ventaja sobre el oficialismo. Eso es algo para lo que el grupo en el poder no estaba preparado. Estamos ante una situación inédita para todos.
Si la dejan inscribirse se acaba el juego
Es de conocimiento prácticamente universal en Venezuela que si María Corina Machado llegara a concretar su postulación ganaría de calle la elección presidencial. Ya no se trata de si es o no la mejor candidata, o si tiene o no arrastre popular. En Miraflores saben que si la dejan inscribir se acaba el juego.
De modo que el Gobierno necesita sacarla del camino (la cuestión no es solo inhabilitarla, sino anular su liderazgo) a fin de mejorar su propia posición negociadora ante Estados Unidos y la Unión Europea. A eso responde toda la campaña de descalificaciones, bulos, desorientación e intrigas en su contra. La semana pasada se decía que Estados Unidos la había entregado, la versión que corre en esta es que la MUD y Gerardo Blyde la entregaron en Barbados. No obstante, todos los intentos realizados en ese sentido han fracasado.
No es cierto que el poder chavista sea infalible y todas sus jugadas sean genialmente pensadas y mejor ejecutadas. Tiene de su lado, eso sí, la boca del fusil. Esa es su gran ventaja. Pero Maduro está metido en un dilema; no está seguro de contar con la fuerza suficiente para atravesar nuevamente el desierto del aislamiento internacional y la ilegitimidad interna, razón por la cual desea una elección que sea “presentable” ante su gente, ante la FANB y de cara al exterior. Pero resulta ser que la apertura electoral controlada le está costando la re-reeleción. Cualquiera de esas dos opciones son malas para él; sabe que puertas adentro del chavismo muchos esperan la oportunidad para sacárselo de encima.
Un costo elevado
También debe saber que la ruptura definitiva de los Acuerdos de Barbados tendría un costo muy elevado para los factores que se encuentran dentro o cerca del Gobierno. Muchos de los que hoy se toman la foto en los actos que convoca se bajarían del autobús.
Por lo tanto, sería muy tonto por parte de la oposición en general, y de la Plataforma Unitaria (PU) en particular, prestarse a la campaña que busca precipitar la sustitución de su candidata, sobre todo cuando ni siquiera hay un cronograma electoral aprobado por el CNE. María Corina Machado es hoy por hoy la carta ganadora de la oposición, entregarla a cambio de nada no tiene ningún sentido.
Es más, dar la pelea por la candidatura de ella puede terminar siendo la garantía de que, en la eventualidad de su inevitable reemplazo, el siguiente candidato a postular no sea inhabilitado a su vez. El cambio democrático en Venezuela es un maratón con obstáculos.
En medio de la incertidumbre, la oposición tiene que aferrarse con todo lo que pueda a los Acuerdos de Barbados y a su candidata.
Este no es el momento de la sustitución, sino apoyar la negociación.