Redacción (ALN).- La renovación de la licencia de operaciones para la petrolera estadounidense Chevron, así como el aumento de su bombeo en el país caribeño, están «en el congelador», de acuerdo con un reporte de la Voz de América.
Sin embargo, el trabajo reconoce que el Gobierno de Joe Biden podría extender el permiso de operaciones a Chevron «en cualquier momento», en vista de la necesidad de estabilizar el mercado petrolero mundial, en confusión tras la invasión rusa en Ucrania, un extremo que ha llevado a Estados Unidos a iniciar un acercamiento con el chavismo venezolano.
«La petrolera Chevron, la última compañía estadounidense que permanece en Venezuela, está preparándose para volver a extraer petróleo en Venezuela si EE. UU. emite una licencia a su favor. Ejecutivos de Chevron se han reunido con funcionarios del gobiernos estadounidense, exponiendo argumentos a favor de que se concedan mayores permisos a la empresa para operar en el país suramericano, según reportes en medios», dice el reporte de la Voz de América.
Lea a continuación la nota íntegra:
El gobierno de Joe Biden podría firmar en cualquier momento una nueva licencia para aliviar las restricciones de las operaciones de la compañía petrolera estadounidense en el país suramericano. Chevron dice a la VOA que son “una presencia constructiva” en Venezuela.
La compañía estadounidense Chevron podría ayudar a reemplazar la demanda de petróleo que Rusia importaba de Venezuela si Estados Unidos expandiera la licencia que le permite operar en Rusia a pesar de las sanciones, aseguran expertos.
La petrolera Chevron, la última compañía estadounidense que permanece en Venezuela, está preparándose para volver a extraer petróleo en Venezuela si EE. UU. emite una licencia a su favor. Ejecutivos de Chevron se han reunido con funcionarios del gobiernos estadounidense, exponiendo argumentos a favor de que se concedan mayores permisos a la empresa para operar en el país suramericano, según reportes en medios.
Oferta «en el congelador»
La libertad de operaciones y el eventual aumento de la producción de hasta 800.000 barriles por día de parte de Chevron no depende exclusivamente de las buenas voluntades de la empresa estadounidense y del gobierno de Nicolás Maduro, advierte Antonio De La Cruz, especialista venezolano en economía y petróleo.
La principal limitante son las sanciones económicas aplicadas por el gobierno del expresidente Donald Trump en 2019 contra la industria petrolera local. Para destrabarlas, ocurrió hace días una reunión clave entre Mike Wirth, director general de la compañía estadounidense, y la secretaria de Energía del gobierno de Joe Biden, Jennifer Granholm, informó el diario The Wall Street Journal.
“No han ocurrido reuniones ‘cara a cara’ entre Chevron y el régimen de Maduro. Sería sancionada”, explica el experto a la Voz de América. La oferta a Biden para que acepte aliviar las sanciones es que Chevron Venezuela pueda suplir parte de la demanda de 700.000 barriles por día que EE. UU. importaba de Rusia, que prevé recortar desde finales de abril como consecuencia de la guerra.
En el 2019, antes de que se impusieran sanciones a la exportación de crudo venezolano por parte de Chevron, los proyectos conjuntos de la petrolera estatal PDVSA y la empresa estadounidense producían entre 150.000 y 200.000 barriles de petróleo diarios. Entonces Venezuela, en total, exportaba unos 440.000 barriles de petróleo al día hacia refinerías de EE. UU, según una fuente con conocimiento de la industria.
De emitir una sanción que permita a Chevron operar de nuevo en Venezuela, la empresa podría contribuir a que se incremente la producción actual de crudo en Venezuela. “Podríamos aumentar la producción; sería un impacto gradual. No sería como encender un interruptor, pero se podría definitivamente hacer”, aseguró la fuente.
Chevron trabaja en Venezuela desde hace más de 90 años. La empresa tiene cuatro proyectos que trabaja en conjunto con la petrolera estatal, PDVSA: Petropiar, en la faja del Orinoco, del que tienen un 30% de interés; Petroboscan, en el campo de crudo de Boscán, del que tienen 39,2%; Petroindependiente, en el lago de Maracaibo, del que tienen un 25,2% y Petroindependencia, también en la faja del Orinoco, del que tienen un 34%, de acuerdo con un informe que la compañía entregó a la Comisión de Comercio Federal de EE. UU. (FTC).
Chevron cuenta con una licencia que le permite realizar operaciones mínimas de mantenimiento en Venezuela y ha acumulado una deuda de alrededor de 2.000 millones de dólares, al seguir en ese país sin poder realizar sus operaciones de extracción y exportación de crudo.
Un portavoz de la empresa declinó hacer comentarios sobre las conversaciones con Washington, asegurando que la petrolera “no comenta sobre rumores o especulaciones”.
“Continuamos llevando a cabo nuestro negocio en cumplimiento con el actual esquema de sanciones proporcionado por OFAC (Oficina de Control de Activos del Departamento de Tesoro)”, dijo Ray Fohr, portavoz de Chevron a laVoz de América en un email. “Somos una presencia constructiva en Venezuela, donde tenemos inversiones y una gran fuerza de trabajo que depende de nuestra presencia”, agregó.
Propuesta en Miraflores
La propuesta ya llegó al Palacio de Miraflores mediante voceros del gobierno de Biden, entre ellos el asesor Juan González y el embajador James Story, apuntó De La Cruz, con base en reportes de la prensa y denuncias políticas en EE. UU. En reunión directa con Nicolás Maduro, el sábado 5 de marzo, se planteó esa posibilidad.
“Chevron está produciendo unos 120.000 o 130.000 barriles al día. Puede llevarlos a 400.000 barriles y los otros 400.000 (para sumar 800.000) es producción que le daría PDVSA para su comercialización”, explicó el experto.
Un portavoz del Departamento de Estado dijo a la VOA que no adelantará acciones en relación sobre sanciones, pero que EE. UU. ha “dejado claro que revisaría algunas políticas de sanciones si las partes en Venezuela llegan a un progreso significativo en las negociaciones en México”.
Otra condición determinante que se negocia es que la petrolera estadounidense asuma la mayoría accionaria de las llamadas empresas mixtas de la industria. Actualmente, el Estado reserva la mayoría accionaria para sí. El chavismo, que controla el Parlamento venezolano, necesitaría reformar la Ley de Hidrocarburos para permitirlo.
Según De La Cruz, los aliados de Maduro están dispuesto a cambiar la ley, pero un sector “fundamentalista” del partido oficial, el PSUV, está poco o nada contento con la idea de modificarla.
La decisión final dependerá del mercado y, especialmente, de si Europa decide prescindir absolutamente del crudo, el gas y sus derivados de Rusia. Ese tema se tratará en encuentros de alto nivel, que incluyen al presidente Joe Biden.
Alemania es uno de los países que opina que esos recortes “no beneficiarían a nadie” y provocarían la pérdida de centenares de miles de puestos de trabajo.
El mandatario estadounidense anunció el jueves pasado un endurecimiento de las sanciones económicas contra el gobierno de Putin.
Las presiones políticas en EE. UU. contra las reuniones originalmente secretas entre voceros de Washington y el propio Maduro han ralentizado el tema de Chevron, detalla De La Cruz. “Está en el congelador, ahorita”, acota.
Añade, sin embargo, que la Casa Blanca puede descongelar expeditamente la propuesta, mediante una nueva licencia. “Se la pudiera dar mañana”, indica.
De Moscú a Washington
Geoff Ramsey, director para Venezuela del centro de pensamiento estadounidense Washington Office On Latin America (WOLA), recuerda que la alianza energética entre Rusia y Venezuela se ha afianzado en años recientes justamente a raíz de las sanciones económicas de Estados Unidos.
Reportes de la prensa indican que Venezuela, incluso, ha recibido pagos en cuentas del gobierno ruso por sus despachos clandestinos de petróleo. “Es una dinámica no explícita. Venezuela tiene dificultad de transferir esos fondos” a causa de las sanciones al Kremlin por su guerra en Ucrania, señala Ramsey.
El gobierno de Putin ha dispuesto su mercado para comercializar el petróleo venezolano desde las restricciones de los tiempos de Trump. Ramsey subraya, sin embargo, “la tradición histórica” de los vínculos comerciales de Washington y Caracas, que datan de muchas décadas antes de la irrupción del chavismo.
EE.UU. era el principal comprador de petróleo de Venezuela. En 2016, incluso con Hugo Chávez en la presidencia, el país suramericano exportaba 65% de sus cerca de 2,5 millones de barriles de crudo a la nación norteamericana.
Esa dinámica cambió drásticamente por disputas políticas, con Washington denunciando restricciones democráticas y Caracas, intentos de desestabilización y golpes de Estado presuntamente fraguados desde los gobiernos del Norte.
Venezuela pasó de producir 3,2 millones de barriles de crudo por día en 1998 a solo 788.000 en febrero de este año, según cifras oficiales reportadas a la Organización de Países Exportadores de Petróleo.
La oposición al chavismo afirma que el desplome responde a una mala gestión, corrupción, expropiación de empresas del sector y falta de mantenimiento de la infraestructura por parte de los gobiernos de Hugo Chávez y Maduro. El poder ejecutivo actual atribuye la crisis a sabotajes y a las sanciones impuestas desde 2017 por la Casa Blanca.
Ramsey recalca que la mayoría de las refinerías estadounidenses del Golfo de México se diseñaron específicamente para refinar crudo venezolano. El “interés” de Maduro tras la reunión con voceros de Biden fue evidente, dice.
El presidente venezolano, sin embargo, “parece no estar dispuesto a abandonar totalmente su proyecto autoritario, ni está totalmente dispuesto a ceder a las condiciones de Estados Unidos en este acercamiento”, asegura a la VOA.
Maduro, a su entender, evalúa actualmente las ofertas de su alianza con Rusia y la eventual recomposición de las relaciones con Estados Unidos.
“El gobierno de Maduro ha sido obligado a vender su petróleo con un fuerte descuento a Rusia. Un efecto no previsto en las sanciones seguramente ha sido el acercamiento entre Caracas y Moscú”, enfatiza Ramsey.
El directivo de WOLA advierte que Maduro puede usar sus vínculos con Rusia como “chantaje” para tratar de convencer a Estados Unidos de que es de mutuo interés el restablecimiento de relaciones comerciales entre ambas naciones.
Por Gustavo Ocando y Alejandra Arredondo / VOA.