Pedro Benítez (ALN).- Hace 22 meses la cadena de televisión internacional del gobierno ruso RT, con el respaldo de sus redes sociales, amplificó, promovió y justificó la violenta ola de protestas contra los gobiernos de Lenín Moreno, Sebastián Piñera e Iván Duque que se desarrollaron en Ecuador, Chile y Colombia respectivamente, durante los meses de octubre y noviembre de 2019. Ahora que Rusia es sacudida por una cadena de manifestaciones mucho más pacíficas que aquellas, el presidente ruso Vladimir Putin le exige al resto del mundo un trato distinto al que aplica su propio aparato de comunicación a todo aquel gobierno que no le simpatiza.
El presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, está recibiendo una cucharada de su propia medicina. No es una dosis muy grande, pero es algo. La detención del opositor ruso Alexei Navalny provocó este fin de semana una ola de manifestaciones en 100 ciudades del gigantesco país euroasiático con más de 3.400 detenidos (entre ellos 1.360 en Moscú y 523 en San Petersburgo), según han informado agencias de noticias europeas.
Por lo visto, Navalny no improvisó el regreso a su país, dejando pocas cosas sin planificar. Acompañó su retorno con un trabajo audiovisual muy bien realizado que denuncia la presunta corrupción y opulenta vida del mandatario ruso, y que ha sido visto por millones de sus compatriotas.
Además, los seguidores de Navalny están demostrando una sorprendente capacidad de organización, obviamente facilitada por su manejo de las redes sociales y las comunicaciones digitales. Pero también han puesto en evidencia que el control de Putin sobre su país no es tan perfecto como la imagen que le vende al resto del planeta.
Este es el mayor desafío de calle al poder de Putin desde que sucedió a Boris Yeltsin el 1ero de enero del año 2000. Una muestra de cómo hasta la aparentemente más sólida de las autocracias puede recibir una inesperada sacudida. En esto la historia de Rusia durante los últimos 103 años tiene varios ejemplos dignos de estudio.
Putin ha respondido al desafío diciendo que “así no se hace política”. En un comunicado oficial María Zajárova, portavoz de su Cancillería, afirmó: “Se expresó a Estados Unidos una firme protesta por la propagación en las redes sociales y en sus cuentas de internet, por parte de la Embajada estadounidense, de publicaciones en apoyo de las manifestaciones ilegales en una serie de ciudades rusas”.
También advirtió que su gobierno “estudiará el comportamiento de las grandes plataformas estadounidenses de internet a la hora de propagar noticias falsas sobre las protestas no autorizadas”.
Es decir, el presidente Putin no quiere que se le dé el mismo trato que su extenso y bien financiado aparato comunicacional le ha dado a otros países, y no sólo a los del área inmediata de su influencia.
La línea editorial de RT
Recordemos. En los meses de octubre y noviembre de 2019 una ola de protestas muy violentas sacudió a Ecuador, Colombia y Chile. El medio de comunicación que las amplificó fue la cadena de televisión RT en Español (antigua Russia Today). Con el respaldo de sus redes sociales transmitió casi minuto a minuto los incidentes que se desarrollaban en las ciudades capitales de estos tres países latinoamericanos con una línea editorial bastante clara. Los respectivos gobiernos estaban a punto de caer barridos por la furia popular antes los “paquetazos”, “las políticas neoliberales” y las “tremendas desigualdades sociales”.
Las transmisiones diarias de los acontecimientos en pleno desarrollo iban acompañadas con la presentación de “analistas” (siempre de la izquierda radical hispanoamericana) que abonaban a la línea editorial de RT.
Si la cadena rusa no llamó a derrocar a esos gobiernos estuvo cerca. Al menos esa fue la opinión de los voceros del presidente ecuatoriano Lenín Moreno cuando este logró superar la crisis.
Su ministra del Interior, María Paula Romo, señaló directamente a RT cuando afirmó: “Llama la atención que una protesta haya sido transmitida en vivo por el canal público del gobierno ruso”.
Agregó la ministra que “un nivel parecido de intensidad y de violencia al que se enfrentó en las calles del país también se enfrentó en la comunicación”, como “el ataque en redes sociales” y “la cantidad de información falsa”.
Durante aquellos días el expresidente Rafael Correa, con su propio espacio en RT (Conversando con Correa), tuvo un papel estelar celebrando la caída inminente de quien fuera su vicepresidente.
En el peor momento de las protestas el presidente Moreno evacuó Quito, capital de Ecuador, junto con todo su gabinete, permaneciendo unos días en Guayaquil.
No es de elucubrar demasiado si se afirma que de haber caído Lenín Moreno (o Sebastián Piñera o Iván Duque) se hubiera calificado el hecho de justa insurrección popular y no de golpe de Estado. Como sí se hizo en el caso de Evo Morales en Bolivia justamente aquel noviembre, cuando su caída fue la culminación de 21 días de protestas populares.
La política del doble rasero
En este caso la línea editorial de RT en Español fue totalmente distinta. La política del doble rasero. Lo que es bueno para unos, no puede ser bueno para los otros.
Los que salieron a protestar (violentamente) contra los presidentes Moreno, Piñera y Duque eran luchadores sociales. Los que hicieron exactamente lo mismo contra Morales eran fascistas, racistas, agentes del imperialismo estadounidense, etc.
Sin embargo, el cierre convulso de ese 2019 suramericano (cayó Evo y no los otros) fue una muestra de que la estrategia de influencia global de Putin está lejos de ser infalible. 22 meses después de aquellos sucesos le toca a él una pequeña dosis de lo que promovió en tierras tan lejanas a Rusia.
Ahora se queja de la “injerencia extranjera” en los asuntos internos rusos cuando él mismo la practica a diario en casi todos los países latinoamericanos, empezando por Venezuela.
Putin ha optado por proyectar a Rusia como una potencia, pero no aportando positivamente a la estabilidad del resto del mundo sino promoviendo la desestabilización de países con los cuales Rusia nunca ha tenido conflicto alguno. En el parte de guerra comunicacional global nadie es inocente. Menos si su plan personal es perpetuarse en el poder.
Como se sabe el poder ciega, y el poder absoluto ciega absolutamente. De modo que es posible que el exagente de la KGB haya olvidado que una de las razones de la caída del imperio soviético fue el gigantesco drenaje de recursos en que incurrieron sus gobernantes en el resto del mundo. Recursos que hubieran sido mejor invertidos en el bienestar de sus propios ciudadanos. No obstante, la historia suele repetirse porque se olvida rápidamente.