Elizabeth Fuentes (ALN).- Vinos azules, con meteoritos, Tempranillos elaborados con uvas “albinas” y tintos que se pueden tomar fríos aspiran a competir con la cerveza en verano. Estas son algunas de las raras variedades que destacan en la producción de España, Argentina y Chile, y que permiten a los curiosos probar algo muy distinto.
De todo hay en la viña del Señor. Y sobre todo en los viñedos que buscan seducir a los clientes en medio de un verano excesivamente caliente, donde la cerveza amenaza con reducir sus ganancias. De allí que florezca la elaboración de vinos blancos elaborados con uvas Tempranillo o vinos añejados con un meteorito y hasta pintados de azul con la cáscara de la uva.
Los precios y la elaboración varían de bodega en bodega y de país en país, y cada uno suele tener una historia que un buen vendedor de vinos podría narrar para convencer al cliente.
El vino azul no tiene colorantes artificiales
En España, por ejemplo, elaboran el vino blanco Clípeo con uvas “albinas”, lo que produce un Tempranillo blanco, una rareza que procede de la mutación genética de una cepa única de Tempranillo tinto hallada en Murillo de Río Leza, en la Rioja Alta. Para los entendidos, el Clípeo 100% Tempranillo Blanco es una travesura que eleva el concepto de blanco de Rioja. “El tempranillo blanco cautiva por sus delicadas sensaciones… ha tenido una crianza de siete meses en depósitos de acero. En vista presenta un brillante color amarillo pajizo. En nariz, aromas a piña, cítricos y manzana verde, y en boca es ácido, fresco y glicérido”, aseguran los fabricantes.
La anécdota refiere que los productores, cada vez que descubrían las uvas verdes entre el viñedo de cepas rojas, las cortaban y desechaban. Pero al año siguiente, volvían a aparecer. Y así fue como descubrieron que se trataba de lo que hoy llaman uvas “albinas”, las cuales proceden de uvas rojas pero con dos genes mutados, por lo que no contienen a los responsables de la pigmentación.
Algo un poco más arriesgado fue la elaboración de un vino color azul llevado a cabo por viñedos de Zaragoza, La Rioja, Castilla-La Mancha y León, que bajo la marca Gik lanzaron el año pasado. El color se obtuvo por la mezcla de uvas rojas y blancas más el colorante natural antocianina, que está en la piel de la uva, lo que generó ese extraño color zafiro. En la producción colaboraron “personas creativas que se dedican a la música, el arte o el diseño, que no tienen experiencia en el vino y buscan innovar”, señalan los voceros de la bebida, elaborada obviamente para el público juvenil con la intención, como aseguran, de darle un giro total al verano.
Para no quedarse atrás, en Barcelona prometen tres vinos con miras al caliente verano de este año. “Son muy especiales”, aseguran los expertos de Barcelonavinos.com, intentando detener el descenso en las ventas de vino durante la época de calor. “Hemos encontrado para este verano tres vinos muy especiales que servirán para que sigas disfrutando de la bebida de los dioses pero un poco más fresca de lo habitual… vinos de corte moderno, originales, creados por vitivinicultores inquietos”.
Y recomiendan en consecuencia, el Musikanto 2016, un rosado elaborado de manera natural por el más prolífico de los vitivinicultores alicantinos, Rafa Bernabé. “Es pura Garnacha mediterránea criada durante cuatro meses en tinajas de barro sin apenas intervención del bodeguero. Es un vino rosado con estructura de tinto”.
El otro que recomiendan es el UBE Miraflores 2016, un blanco singular “de los más raros y originales con los que te vas a encontrar. Detrás de este experimento cuasi científico-antropológico está Ramiro Ibáñez, que ha creado la gama UBE para recuperar la antigua forma de elaboración de los vinos sanluqueños cuando se hacían sin fortificar con alcohol añadido. Para ello lo ha criado durante ocho meses en botas jerezanas”.
Y culmina su recomendación con el Quite 2015, “una maravilla más creada por la vitivinicultora gaditana Verónica Ortega, con una crianza de solo ocho meses repartidos entre barricas de roble francés usadas y vasijas de barro cocido de 800 litros. Lo más importante: es un vino ligero que podremos enfriar más de la cuenta para combatir los rigores del verano”.
Suramérica ofrece lo suyo
La bodega Séptima, en Mendoza, Argentina, conducida enológicamente por Paula Borgo, lanzó su nueva línea Confiado, compuesta por tres vinos que, como asegura la casa, “no son vinos racionales, son más emocionales. Son los vinos que teníamos ganas de hacer… queríamos presentar vinos distintos; queríamos jugar el partido de la innovación, mostrando nuestra parte rockera, nuestra parte loca”.
Esta nueva serie Confiado está conformada por tres etiquetas: Confiado Pinot Noir Blanco 2016, “un vino realmente diferente, raro, de esos que juegan su propio partido y no tienen un espejo donde reflejarse, requieren ser degustados con la mente abierta, sin prejuicios y sin preconceptos. Claramente, se trata de un ‘vino de debate’. Porque a ciegas, muy difícilmente alguien pueda distinguir que se está ante un blanco elaborado con Pinot Noir”, asegura Borgo.
Barcelona elabora un vino tinto para tomar muy frío
A este le sigue el Confiado Malbec – Gewürztraminer 2016, un Malbec que “fue fermentado con un 5% de uva blanca… Se lo podría definir como la sal en la comida… un vino de fluir delgado, de extrema frescura, con taninos firmes pero delicados y que premian con esa textura granulosa hacia el final que hoy más que un estilo es casi una declaración política”. Y cierra la oferta con el Malbec Indígena 2015, “un Malbec minimalista con estirpe suficiente como para defenderse solo”.
Aunque si se trata de competir en rareza, el premio se lo debería llevar el científico escocés Ian Hutcheon, establecido en Chile hace 14 años, y quien creó una fórmula cósmica única: vino con meteorito. Gracias a un amigo coleccionista de meteoritos en Estados Unidos, Hutcheon consiguió un trozo de 4.500 millones de años, el cual combinó con un Cabernet para crear el Cabernet Meteorito 2010.
Hutcheon, amante de la astronomía, es gerente general de la Viña Tremonte en San Vicente de Tagua, de donde tomó su Cabernet para mezclarlo con el meteorito. “El meteorito que usamos se formó junto con el nacimiento del sistema solar, por lo que el vino es bastante emotivo y tiene mucha historia”, contó a la prensa. “La verdad es que al principio la idea no partió con fines comerciales, sino que era para darle algo entretenido a la gente que viniera al Observatorio de Tagua Tagua… que degustaran el vino y pudieran llevarse una botella, pero fue tanto el éxito que algunos importadores nos buscaron para comprar el producto, por lo que haremos una primera exportación a Brasil”.