Pedro Benítez (ALN).- Nicolás Maduro y su más estrecho grupo de colaboradores son virtualmente prisioneros en los 916.445 kilómetros cuadrados del territorio de Venezuela. Ningún otro grupo gobernante del continente americano se ha encontrado en los tiempos modernos en esta situación, que sólo tiene precedente en el aislamiento en el cual cayó el sanguinario e impredecible dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo a partir de 1960.
La accidentada Cumbre de Lima efectuada los días 13 y 14 de abril pasados hizo evidente el aislamiento diplomático y físico del presidente Nicolás Maduro. Los únicos tres países que todavía le reciben en la región son Cuba (destino habitual), Bolivia y Nicaragua (Leer más: Nicolás Maduro ya es el malquerido de Latinoamérica).
La crisis en este último país probablemente agrave la situación, no porque su aliado Daniel Ortega no quiera acogerlo en visita de Estado sino porque no le conviene dadas las protestas en diversas ciudades nicaragüenses donde las comparaciones con lo ocurrido hace un año en Venezuela han salido a relucir.
En el caso de Bolivia la presencia de Maduro también puede ser incómoda para su colega Evo Morales, acusado de tendencias autoritarias desde que decidió imponer la reelección presidencial, pese a la limitación que establece la Constitución boliviana y al referendo en 2016.
De resto, la mayoría de los gobiernos del continente ha optado por tratar a Maduro como un presidente paria; los que no, se han inclinado por mantener una prudente distancia, como es el caso, por cierto, del presidente de El Salvador, el izquierdista Salvador Sánchez Cerén.
La accidentada Cumbre de Lima efectuada los días 13 y 14 de abril pasados hizo evidente el aislamiento diplomático y físico del presidente Nicolás Maduro
La Cumbre en Panamá en abril de 2015 fue la última reunión de Maduro con sus pares americanos, ocasión en la cual 26 presidentes y expresidentes criticaron su deriva autoritaria.
En septiembre de 2015 fue su última participación en una apertura del periodo de sesiones de la Asamblea de General de Naciones Unidas (ONU). Y no porque no sea un mandatario dado a los viajes. De hecho, los primeros dos años en el cargo se caracterizaron por continuas y prolongadas giras presidenciales, acompañado con frecuencia por una amplia comitiva de colaboradores y familiares (Leer más: El superviajero Nicolás Maduro ya no tiene quien le reciba con los brazos abiertos).
Como canciller del expresidente Hugo Chávez entre 2006 y 2012 la situación era diametralmente distinta. Esa fue la época en la cual era recibido con las puertas abiertas por todos los países de la región. La buena química con las expresidentas de Argentina y Brasil, Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff, fue un argumento esgrimido para justificar su designación como sucesor de Chávez.
La actividad atendiendo los diversos organismos internacionales que el Gobierno chavista había promovido, como el ALBA, Unasur y la Celac, era constante.
En julio de 2009 acompañó en un publicitado viaje desde Managua hacia la frontera hondureña al expresidente Manuel Zelaya en el intento de este por retomar el poder en Honduras.
Pero el desempeño internacional de Maduro como presidente ha sido muy distinto a cuando fue canciller, y además con tendencia a la baja.
Con el cada vez mayor aislamiento político y diplomático de Latinoamérica ha ido enfocando sus relaciones hacia otras áreas del mundo.
Así, para compensar las cosas promovió y organizó en septiembre de 2016 una reunión del Movimiento de Países No Alineados en la isla de Margarita, parte del estado insular de Nueva Esparta. De las 137 delegaciones que se hicieron presentes sólo asistieron siete presidentes, ocho primeros ministros y ocho vicepresidentes.
Fue su último encuentro de alto nivel con jefes de Estado y de Gobierno. Desde entonces ha hecho del Aeropuerto Internacional Houari Boumedienne de Argel una frecuente parada técnica en sus desplazamientos hacia Asia Central y Rusia, siempre evitando cuidadosamente las rutas europeas. En 2017 pasó por allí en tres ocasiones en un mes cuando intentaba que Vladimir Putin le recibiera en Moscú.
De esa visita Maduro sólo obtuvo una foto con el mandatario ruso y un trato frío por parte de su anfitrión (Leer más: Hasta ahora Nicolás Maduro sólo obtiene una foto de Vladimir Putin).
Cuba sigue siendo el aliado incondicional
Incluso los encuentros binacionales que los presidentes de Colombia y Venezuela han realizado tradicionalmente desde los años 30 del siglo pasado se encuentran suspendidos. Si a eso se suma el distanciamiento con el Gobierno de Brasil y el conflicto territorial con Guyana, Maduro está aislado políticamente de los países fronterizos. Algo inédito en la historia venezolana.
Pero ese aislamiento incluye también a los funcionarios de su régimen. Las sucesivas sanciones personales a miembros del gobierno de Maduro, así como investigaciones sobre corrupción, violaciones a los derechos humanos -impulsadas entre otros por Luisa Ortega Díaz (la fiscal designada por mayoría chavista)- y otros ilícitos han hecho de la movilidad por aeropuertos del mundo una cuestión de riesgo de libertad personal para ellos.
Cuba sigue siendo el aliado incondicional de Maduro. No por casualidad fue el primer mandatario en viajar a La Habana para felicitar al nuevo presidente cubano
Aunque por ahora parece que pesan más la censura política de los gobiernos de América y Europa, el presumible cuestionamiento de la prensa y de la diáspora venezolana.
Significativa es la gira internacional que actualmente realiza la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, explicando las supuestas garantías que el sistema electoral venezolano ofrece de cara a los cuestionados comicios convocados para el próximo 20 de mayo. Entre los países incluidos en sus escalas se incluyen Túnez y Etiopía, donde promueve la observación internacional del proceso por parte de la Unión Africana.
Desde las sanciones económicas y el aislamiento diplomático que la Organización de Estados Americanos (OEA) impuso a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana a raíz del atentado contra el presidente venezolano Rómulo Betancourt en 1960, ningún otro gobernante de la región se había visto sometido a una situación parecida a la que hoy afronta Nicolás Maduro, con la probable excepción del militar haitiano Raoul Cédras que derrocó al presidente Jean-Bertrand Aristide en 1991.
Por supuesto, Cuba sigue siendo el aliado incondicional de Maduro. No por casualidad fue el primer mandatario en viajar a La Habana para felicitar al nuevo presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, tal como el diario Gramma informó en su principal titular.