Pedro Benítez (ALN).- Incapaz de cumplir sus obligaciones externas a tiempo, deteniendo arbitrariamente a ejecutivos de la banca privada y en medio del colapso económico y de servicios básicos del país el régimen de Nicolás Maduro retrotrae a Venezuela a la época caótica y bárbara de 1900.
Este fin de semana una imagen circuló profusamente entre los venezolanos usuarios de las redes sociales. Corresponde a 1900, cuando un grupo de banqueros de Caracas fue aprehendido por el dictador de turno, el general Cipriano Castro, y obligado a recorrer varias calles de la ciudad rumbo a la tenebrosa cárcel de La Rotunda, otrora reclusorio de los enemigos políticos del régimen de turno.
Ocurría que Castro, que había llegado al poder el año anterior luego de la enésima revolución armada que asoló al país en el siglo XIX, encontró las finanzas públicas arruinadas; inestable aún su gobierno y decidido a aplastar las potenciales revueltas de los caudillos que dominaban el territorio decidió incrementar bruscamente los gastos militares.
Ante la insuficiencia de ingresos inmediatos optó por solicitar un préstamo a los banqueros caraqueños de la época. Según narran los cronistas de la época estos convinieron en el empréstito, que el desordenado y disoluto Castro gastó muy rápidamente. Ante la exigencia oficial de un nuevo crédito los banqueros se negaron.
La decisión del hombre fuerte era clara: tenían que darle el dinero por las buenas o por las malas
Pero la decisión del hombre fuerte era clara: tenían que darle el dinero por las buenas o por las malas. De modo que ordenó arrestarlos y de paso humillarlos públicamente. Con tales argumentos las cajas fuertes de los bancos se abrieron y los banqueros venezolanos recibieron una cruda lección de lo que el poder arbitrario puede hacer.
A la larga los hombres de negocios dedicados a las finanzas aprendieron que en Venezuela bajo gobiernos autoritarios no valía el Estado de derecho sino la cercanía con el déspota de ocasión. Eso tuvo consecuencias nefastas para el desarrollo nacional. Posteriormente, la izquierda venezolana (y luego chavista) elevaría a Cipriano Castro al santoral revolucionario, no sólo por ese incidente, sino porque poco después suspendería el pago de la deuda externa y las potencias europeas de la época en represalia bloquearon los puertos venezolanos en 1902.
Ese primer Castro antiimperialista se salvó de un desastre mayor por la intervención de Estados Unidos, por entonces potencia emergente decidida a impedir que otros poderes le disputaran su hegemonía en el Caribe.
De Cipriano Castro a Banesco
117 años después, en la noche del pasado miércoles 2 de mayo, 11 altos ejecutivos de Banesco (dos de ellos con nacionalidad española) fueron convocados por la Superintendencia de Instituciones del Sector Bancario (Sudeban) a una reunión. Allí funcionarios armados de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) los conminaron a acompañarlos sin fórmula de juicio.
Aunque la cuenta de Twitter de Banesco desmentía el hecho con la probable intención de no alarmar, lo cierto es que sus directivos fueron víctimas de una arbitraria celada.
En estos momentos nuestro Presidente Oscar Doval, junto a otros ejecutivos, está rindiendo declaraciones ante el DGCIM. Estamos tranquilos porque todas nuestras actuaciones siempre están ajustadas a derecho y legalidad.
No es cierto que estén detenidos.— Banesco Banco Universal (@Banesco) 3 de mayo de 2018
Al día siguiente el fiscal general designado por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) Tarek William Saab, comunicó las órdenes de aprehensión.
Hace pocas horas los periodistas venezolanos Nelson Bocaranda y Alberto Federico Ravell denunciaron las vejaciones y amenazas contra estos ejecutivos.
En el «INFORME BANESCO» en manos de las embajadas (mas de una docena hasta este mediodia) aparece que «a los detenidos los obligaron a ejercicios militares de alta intensidad y a corear canciones en «honor a Chávez y la revolución». Mañana debe haber pronunciamientos externos.
— Nelson Bocaranda S. (@nelsonbocaranda) 7 de mayo de 2018
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Los detenidos por el caso banesco han sufrido todo tipo de jvejámenes en el DGCIM. A los hombres le cortaron pelo al rape, los uniiformaron de presos y los tuvieron sentados en sillas viendo a la pared toda la noche.— Alberto Ravell (@AlbertoRavell) 7 de mayo de 2018
2.
A los hombres los amenazaron con matarlos.A las damas de Banesco las enviaron al INOF y en el traslado las amenazaron con violaciones por parte de las reclusas.— Alberto Ravell (@AlbertoRavell) 7 de mayo de 2018
Esta actitud, reñida con el Estado de derecho y el más elemental respeto a los derechos humanos, es el mismo tipo de humillaciones a las que son sometidos los presos políticos en Venezuela desde hace años y que tan profusamente han sido denunciadas por el mundo.
Es muy probable que, como ha ocurrido en todos los casos anteriores, el gobierno de Nicolás Maduro y el fiscal Saab no hagan ningún esfuerzo por desmentir estas denuncias. Por el contrario, harán lo posible para que se sepan. No sólo por infundir miedo, sino además para seguir inoculando las dosis necesarias de odio que impidan la construcción de una salida política a la crisis venezolana y de paso, ofrecer un trofeo a las bases más radicalizadas como parte de su guion sobre la guerra económica.
En la absoluta indefensión de los venezolanos, sin importar su condición económica, está una de las explicaciones del proceso de destrucción que el país ha padecido en todos los órdenes.
El pasado 16 de abril dos trabajadores de la empresa Chevron fueron arrestados por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) al negarse a firmar un supuesto contrato de suministros con sobreprecio, y acusados de “traición a la patria”. Chevron, que con 42% es socia con PDVSA en la empresa mixta PetroPiar, optó por sacar a parte de su personal del país.
La consecuencia inmediata será acelerar todavía más el desplome de la producción petrolera venezolana, que no ha caído más gracias, precisamente, a estas empresas privadas.
La corporación estadounidense buscó a Alí Moshiri, expresidente para Venezuela y exdirector para América Latina y África, a fin de que hiciera gestiones ante las autoridades chavistas para liberar a sus empleados, tal como hoy lo hace Juan Carlos Escotet por los ejecutivos de Banesco.
Banesco se había convertido en los últimos meses en la principal institución mediante la cual los venezolanos emigrados envían las cada vez más numerosas remesas en dólares a sus familiares dentro de Venezuela
No obstante, voceros del sindicato petrolero oficialista señalan, contra toda evidencia disponible, a las empresas transnacionales socias de PDVSA como corresponsables de la caída de la producción petrolera en una maniobra orientada, afirman, a la privatización de la industria; de la misma forma, desde los medios de comunicación controlados o afines al chavismo acusan a la banca privada, y en particular a Banesco, de manipular el dólar negro y agudizar la dificultades económicas como parte de una conspiración.
Un dato adicional: Banesco se había convertido en los últimos meses en la principal institución mediante la cual los venezolanos emigrados envían las cada vez más numerosas remesas en dólares a sus familiares dentro de Venezuela. Recientes declaraciones del vicepresidente ejecutivo Tareck El Aisami indican el interés del Gobierno por controlar directamente ese flujo de divisas.
Dominación primitiva y depredadora
Sin embargo, por ahora son las tensiones políticas derivadas de la persecución al sector privado lo que el régimen chavista-madurista alienta y manipula en su beneficio en tiempos de dificultades y lo que tan ruinoso ha resultado para Venezuela.
La consecuencia en la práctica es instaurar el mismo tipo de dominación primitiva y de depredadora que Venezuela creyó haber dejado en el pasado. Así como Daniel Ortega emulando a Anastasio Somoza, o los hermanos Fidel y Raúl Castro a Rafael Leónidas Trujillo. Las revoluciones socialistas del Caribe hispano han terminado siempre repitiendo lo peor del pasado.