Daniel Gómez (ALN).- El mostrador del Ministerio de Turismo venezolano lució desangelado en la feria madrileña. Las mesas destinadas a reuniones con empresarios estuvieron casi siempre vacías y los miembros de la delegación, absortos en el móvil, hacían tiempo mientras esperaban algún inversor. Mesas vacías, funcionarios ociosos y algún que otro bostezo. Así de desolador se presentaba el stand de Venezuela en la Feria Internacional de Turismo, celebrada en Madrid del 18 al 22 de enero. Sus más de 3.500 kilómetros de costa en el Caribe, algunas de las mejores playas del mundo, parques nacionales en más de un tercio de su territorio, zonas de nieve y aves de todo tipo parecen no ser suficientes para un turista que descarta al país como destino. La inseguridad es el factor que determina la decisión del visitante.
Según las últimas cifras facilitadas por el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), en 2016 se registraron 28.279 asesinatos, de los cuales 10.049 no fueron reconocidos como tales. A la inseguridad se suma la inflación, la cual supera el 750%, de acuerdo con los últimos datos del Fondo Monetario Internacional. La escasez de alimentos, según un estudio del Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores, ronda el 95%.
Al margen de los datos, son muchas las imágenes que ayudan a diagnosticar el momento que atraviesa Venezuela, un país donde algo tan sencillo como comprar productos básicos es una ardua tarea. Las colas para entrar en un supermercado pueden durar hasta un día para luego no encontrar ni leche ni huevos. Cuenta también una ciudadana de Caracas, la cual prefiere no revelar su nombre, que sacar el móvil por la calle es una temeridad: “No solo es que te lo roben, sino que además corres el riesgo de que te hagan daño”.
El stand de Venezuela fue el lugar ideal para descansar las piernas en Fitur
En Fitur, el panorama no fue mucho más halagüeño. Si por lo general era extraño encontrar asientos vacíos en los stands de los países de América Latina, los de Venezuela, sin embargo, se presentaban como un lugar ideal para descansar un rato las piernas. A lo largo de los tres días que la feria abrió sus puertas para periodistas e inversores, escasas reuniones acontecieron en unas mesas que, o estaban vacías, o eran ocupadas por funcionarios del Gobierno que mataban las horas revisando el móvil y comiendo sandwiches.
Solo el ron animó el mostrador
Más vida tuvo la barra en la que los camareros dieron a probar la exquisitez de sus rones. Allí los visitantes sí se animaron a sumergirse entre los paneles acristalados que blindaban el desabrido mostrador. Éstos no terminaban de ser opacos, pero complicaban la visión de lo que pasaba allí dentro.
La misma función tenían las personas que vigilaban la entrada del stand. Una mirada entrometida era suficiente para intimidar a cualquier curioso. Por no hablar de fotografías. Hacer el ademán de enfocar con la cámara despertaba el instinto protector de una especie de portero de seguridad que, con los brazos cruzados, absorbía los focos que apuntaban al mostrador.
En un recinto más privado dentro del stand, decorado con el mapa de Venezuela e imágenes de sus encantos naturales, aguardaba Alí Padrón, viceministro de Turismo. Pasando por alto tal panorama, no dudó en destacar lo productiva que fue para ellos la feria. Asimismo, presumió de un vuelo negociado con Turkish Airlines que conecta Caracas con Estambul y castigó a la prensa por el “linchamiento internacional” que sufre su país.
En última instancia reconoció la inseguridad que padece Venezuela. Eso sí, con matices. Declaró al diario ALnavío que “hay vecinos que están peor” y criticó que no se hable “tanto” de ellos. Para Padrón, lo único relevante en el marco de Fitur es la comodidad del turista en el país.
-¿Cuántos turistas han sido víctimas de esa delincuencia? De eso no hay datos porque no existen. Los visitantes circulan por espacios que son muy, muy seguros. ¿Quieren comprobarlo? Vengan, nosotros les invitamos.
Y así, ignorando la inflación, las colas, los robos y los homicidios, Padrón invitó a los periodistas de ALnavío a un viaje de 15 días con todos los gastos pagados a cambio de una crónica sobre la realidad turística. La misma táctica que siguió con una periodista de la Agencia EFE que le había entrevistado anteriormente.