Alonso Moleiro (ALN).- El Papa tiene una cuenta en la cual no se toma fotos y solo se permite reflexiones abiertas, de carácter social y espiritual. Las materias pendientes del Sumo Pontífice en el campo de la política no aparecen acá muy a la vista. El caso de Venezuela, en particular, le sigue ardiendo en el rostro.
Inobjetable. Ese es el vocablo que se aplica con mayor justeza a la cuenta personal de Twitter del argentino Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco. El Sumo Sacerdote de la Iglesia Católica, primer suramericano en ejercer la investidura, coloca cada tanto reflexiones de carácter ecuménico, aliñadas con preocupaciones sociales o ecológicas, construidas en un delicioso castellano y articuladas con un brillo personal que ha sido muy aplaudido y que le es característico.
Ser el Papa, por lo demás, lo faculta para presentar una correlación particularmente desbalanceada entre seguidores y personas que le siguen. Francisco es seguido por más de 13 millones de personas, y en este momento, en todo este mundo, está siguiendo a ocho.
Francisco ha protagonizado varias olas de popularidad y acierto, acudiendo al saludable expediente del humor en su fina retórica
El nombramiento de Francisco, un prelado jesuita con un pasado cercano a la izquierda, concretó, sin dudas, una excelente operación política para producir un necesario “aggiornamiento” entre la Iglesia y las masas de feligreses, particularmente en América Latina, muy tocadas en las últimas décadas por la emergencia de corrientes evangélicas alternas, Iglesias carismáticas y la santería. Contingentes de seres humanos que buscan corrientes espirituales alternativas para sobrellevar sus dilemas, en vista del dogmatismo interpretativo que, en ocasiones, prescribe la Iglesia Católica frente a temas cotidianos.
Francisco ha protagonizado varias olas de popularidad y acierto, acudiendo al saludable expediente del humor en su fina retórica; aproximándose de manera humilde y comprensiva hacia temas álgidos, como los derechos de los homosexuales o el divorcio; cuestionando, con esgrima verbal, parte de los cimientos económicos y la estructura de poder de la civilización actual.
El carácter pastoral es el que predomina, como cabe suponer, en la cuenta personal de Twitter del Sumo Pontífice. Esto hace posible conseguir reflexiones inscritas dentro de la misma orientación en un rango amplio de días.
¡Qué bueno es que los jóvenes sean «callejeros de la fe», felices de llevar a Jesús a cada calle, a cada rincón de la tierra!
— Papa Francisco (@Pontifex_es) 2 de julio de 2017
Es muy necesario alimentar la esperanza cristiana, esa esperanza que da una mirada nueva, capaz de descubrir y ver el bien.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) 30 de junio de 2017
Cada uno de nosotros es precioso, cada uno de nosotros es insustituible a los ojos de Dios.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) 25 de junio de 2017
De vez en cuando, Francisco introduce algunas variantes temáticas, vinculadas a la modernidad, los malestares culturales, la pobreza y la desnaturalización. Son generalidades que no dejan de presentar sus particulares precisiones.
No dejemos que las falsas sabidurías de este mundo nos desvíen; sigamos a Jesús como única guía segura que da sentido a nuestra vida.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) 22 de junio de 2017
El encuentro personal con los refugiados disipa miedos e ideologías distorsionadas, y ayuda a crecer en humanidad. @M_RSeccion
— Papa Francisco (@Pontifex_es) 20 de junio de 2017
La preocupación por la ecología es siempre también una preocupación social. Escuchemos el grito de la tierra pero también el de los pobres.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) 17 de junio de 2017
Los pecados de los seres humanos, sin embargo, muchas veces venimos a encontrarlos en la política. El Vaticano, núcleo de la Iglesia Apostólica y Romana, es la Santa Sede; pero también es un Estado independiente, sujeto político, con perfil diplomático, opiniones, funcionarios e intereses. Iguales, o al menos parecidos, al resto de los seres humanos.
En el terreno de la política, el Vaticano ha acertado y, en numerosas ocasiones, como le debe constar al propio Francisco, se ha equivocado. Podríamos convenir en que la Iglesia se comportó con acierto, por ejemplo, en el marco de la crisis polaca de Jaruzelski, el derrumbe del socialismo real y la transición nicaragüense. A veces fue muy blanda con las dictaduras de derechas; hizo concesiones innecesarias al franquismo y a las tiranías del Cono Sur.
Los desafueros de Venezuela parecen ser vistos en Roma como las travesuras de un adolescente aprendiz con su proyecto de botánica
En su cuenta de Twitter, Francisco no se fotografía. No queda constancia de las reuniones diplomáticas, los intercambios y los contactos; las reflexiones sobre padecimientos en países y circunstancias concretas.
La materia pendiente que tiene el Papa Francisco, por ahora, se llama Venezuela. Es un nudo que el máximo jerarca no ha podido desatar. No hay forma de que el Sumo Pontífice termine con la equidistancia. No hay cuestionamientos expresos al gobierno de Nicolás Maduro. Es difícil sacarlo de las reflexiones generales con talante de “hago un llamado”.
“Expreso mis condolencias a las familias que han perdido a sus hijos en las protestas. Pido el fin de la violencia y una solución pacífica y democrática a la crisis”, dijo en su última declaración. Los desafueros de Caracas parecen ser vistos en Roma como las travesuras de un adolescente aprendiz con su proyecto de botánica. A los ojos de Francisco, los chavistas son “compañeros que se equivocaron”. Francisco no se para frente a ellos como lo hace casi todo el mundo. No trata al régimen de Maduro como quien está al frente de la existencia objetiva de una dictadura.