Pedro Benítez (ALN).- Lo que en Venezuela parecía impensable está ocurriendo. A excepción de Rusia en 1993 nunca un importante exportador de hidrocarburos había caído en hiperinflación, y jamás un país miembro de la OPEP. Pese a que el precio mundial del petróleo está subiendo la economía del país suramericano no para de caer con una tasa de inflación totalmente fuera de control. La causa: la industria petrolera venezolana entró en barrena.
Durante muchos años los economistas venezolanos dieron por sentado que pese a los excesos económicos perpetrados por las administraciones de los presidentes Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Venezuela no caería en hiperinflación.
Las nacionalizaciones, expropiaciones, subsidios generalizados, controles y desorden fiscal, alejarían la inversión privada y finalmente arruinarían al país, pero se veía muy poco probable que se diera un proceso de descontrol de precios similar al de Zimbabue o los que padecieron algunas naciones de Latinoamérica en las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado.
Esta idea tenía un motivo muy creíble: Venezuela era un país petrolero. A excepción de Rusia en 1993 nunca un importante exportador de hidrocarburos ha caído en hiperinflación. No obstante, el socialismo chavista lo consiguió.
La actual crisis de Venezuela no comenzó por la caída de los precios del petróleo. Empezó antes de esa caída
Cuando entre 1985 y 1993 una serie de economías latinoamericanas cayó en procesos hiperinflacionarios se destacaron dos excepciones: México y Venezuela (pese a que también estaban altamente endeudados). La razón consistió en que sus respectivos fiscos nacionales tenían un ingreso asegurado, por medio de la renta petrolera, independiente de lo que ocurriera con la actividad productiva interna, algo de lo que no disponían otros países como Argentina, Brasil, Perú y Bolivia.
Aunque los 80 fueron años de bajos precios del petróleo, México y Venezuela recibieron unos 15.000 millones de dólares anuales por sus exportaciones petroleras.
Ciertamente esos ingresos no les alcanzaban, razón por la cual hubo fuertes devaluaciones, inflación, recesión y aumento de la pobreza. Pero el petróleo fue el factor que les evitó el colapso fiscal que en otros casos derivó en hiperinflación.
México llegó a tener una inflación de dos dígitos anuales y su tasa más alta fue de 159% en 1987. Por su parte las tasas de inflación más altas de Venezuela fueron de 81% en 1989 y 103% en 1996.
Para naciones acostumbradas a la estabilidad esas cifras implicaron toda una catástrofe. Pero muy lejos de los 1.722%, 2.775% y 7.650% de Perú en 1988, 1989 y 1990 respectivamente.
Ni de los 1.972% y 2.477% de Brasil en 1989 y 1993; o 4.924% y 1.344% de Argentina en 1989 y 1990. Por supuesto muy lejos del 8.170% de Bolivia en 1985.
Ni del 508% de inflación en Chile en 1973, que no cayó en hiperinflación, pero estuvo muy cerca. El seguro de vida eran las exportaciones de petróleo que alimentaban las arcas fiscales.
De hecho, ninguno de los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de la cual Venezuela fue fundadora en 1960, ha caído nunca en hiperinflación. Con notables excepciones, no son ejemplo de economías exitosas, pero se han ahorrado esos procesos de descontrol de precios como el que hoy padece Venezuela (Leer más: Nicolás Maduro no encuentra cómo detener la inflación en Venezuela).
Durante cinco décadas (1931 a 1983) el país suramericano experimentó una sola devaluación de su signo monetario, en 1960. Lo que hizo del bolívar una de las monedas más estables del mundo. Y desde la década de los 50 su renta per cápita superó a la rica Argentina. Eso se debió fundamentalmente al oro negro.
Luego vinieron los años de inestabilidad económica en los cuales se acuñó una frase que describía la percepción del público sobre la realidad del país: “En Venezuela no hay malos o buenos gobiernos; hay altos o bajos precios del petróleo”.
Efectivamente, una bajada en la cotización de los hidrocarburos condenaba al partido de gobierno a la derrota electoral. Mientras que una subida de este arreglaba las cuentas fiscales por arte de magia. La mejor noticia para un presidente era una guerra en el Medio Oriente.
Desde fines de 2016 la cotización del crudo venezolano pasó de 24 dólares por barril a los 60 dólares de hoy en día, sin que eso tenga ningún efecto benéfico en la economía
Esta variable podría resumir la historia económica de Venezuela hasta el último boom del 2003 al 2008, del cual el expresidente Hugo Chávez fue el principal beneficiario político. Pero hasta allí, porque desde entonces ha ocurrido algo inédito.
Tras una breve caída de la cotización mundial del barril de petróleo en 2009, los precios se recuperaron fuertemente en 2010 y se mantuvieron por encima de los 100 dólares hasta 2014. Durante ese tiempo Venezuela estuvo en recesión tres años (de 2009 a 2010 y en 2014) y tuvo la mayor inflación del mundo. Además, todos los indicadores sociales que había mejorado de manera importante durante la primera etapa del auge se estancaron y desde octubre de 2012 empezaron a caer rápidamente.
Crisis en la industria petrolera
Y luego, contrariamente a lo que se repite con insistencia dentro y fuera de Venezuela, la actual crisis no comenzó por la caída de los precios del petróleo. En realidad empezó antes de esa caída.
Esto es muy importante tenerlo presente pues indica que un cambio muy profundo ha ocurrido en el país.
Siendo Nicolás Maduro presidente encargado se devaluó el bolívar en febrero de 2013, cuando el barril de crudo venezolano se cotizaba en 104 dólares. De ese momento en adelante el derrumbe de la moneda nacional ha sido imparable (Leer más: Así el chavismo pulverizó en una década el poder de la moneda en Venezuela).
En 2014 el PIB venezolano se contrajo en -4,5%. Ese año el promedio de exportación del barril de petróleo del país fue de 94 dólares. La caída de los precios mundiales de los hidrocarburos a fines de este año y durante 2015 y 2016 agravó un proceso que en perspectiva lucia inevitable.
Mientras que el precio del barril de petróleo sube, la tasa de inflación hace lo mismo, trepando a la increíble cifra de 50% mensual desde septiembre pasado
Pero no sólo eso, y este es el dato más revelador: Desde fines de 2016 la cotización del crudo venezolano pasó de 24 dólares por barril a los 60 dólares de hoy en día, sin que eso tenga ningún efecto benéfico en la economía, por el contrario su descenso parece no tener fondo.
Mientras que el precio del barril de petróleo sube, la tasa de inflación hace lo mismo trepando a la increíble cifra de 50% mensual desde septiembre pasado.
¿Qué está ocurriendo? Pues la producción petrolera venezolana está colapsando. Según varios economistas y expertos petroleros venezolanos, hoy la producción de crudo del país es la mitad de 1998.
La industria de hidrocarburos del país está en medio de una alarmante crisis. Hace 20 años exportaba gasolina y otros productos refinados, hoy los importa con un costo terrible para una sociedad que necesita desesperadamente divisas fuertes. Las refinerías tienen serios problemas de operatividad desde hace años y los pozos están declinando por falta de inversión y mantenimiento adecuado.
Fue durante el gobierno del expresidente Hugo Chávez cuando Venezuela pasó de ser un país dependiente del petróleo a depender del precio del petróleo. Hoy por primera vez en la historia aunque el precio suba los ingresos del país no mejoran. Allí está la clave de lo que ocurre en Venezuela y de su inminente desenlace económico y político.