Reinaldo Iturbe (ALN).- Lo peor de las crisis en Venezuela ya pasó. Lo peor de la crisis política y también de la crisis económica. Y es que según el último estudio publicado por la Universidad Católica Andrés Bello, lo que se ve en el horizonte en el lapso entre 2022 y 2023 es crecimiento de la economía y disminución de la inflación.
Aunque se ha ralentizado el crecimiento producto de restricciones de recursos fiscales (uno de los dolores de cabeza de Nicolás Maduro es el flujo de caja), durante el período que va desde el segundo trimestre de 2021 al mismo período de 2022, hay un incremento en la producción privada de 64%. También hay una mejoría en los ingresos en la industria: el personal obrero experimentó mejoría en 65%, pasando a ganar 90,9 dólares mensuales a 150 dólares mensuales.
«Hay una mejora relativa del nivel de actividad económica que no puede pasar desapercibido», señala el informe, que en el aspecto financiero general, recuerda los tres aspectos clave de la política monetaria restrictiva de Nicolás Maduro vía encaje legal, las inyecciones de divisas por parte del Banco Central de Venezuela para evitar la corrección del tipo de cambio, y la caída de la intermediación bancaria.
Para los economistas de la UCAB, la economía cerró 2021 con un desempeño positivo de 5,4% y una inflación de 686,4%. Al cierre de 2022, el PIB crecerá 7,2% con inflación de 125,4%, mientras que al cierre de 2023, el PIB crecerá 4,4% y la variación de precios cerrará en 79,2%.
Dicho de otro modo: pese a que los niveles de pobreza general son superiores a 90 puntos, la inflación se ha venido yendo a pique de manera sistemática desde que el gobierno de Nicolás Maduro abrió las puertas a la dolarización. De allí que la UCAB pronostique una inflación de dos dígitos en 2023.
«Es crucial la reducción de los niveles de inflación, la cual mina las contraprestaciones de los ingresos laborales en términos reales, lo que ha redundado en el aumento de los niveles de desaliento laboral e inactividad. La reducción de la inflación y el reajuste de las remuneraciones en términos reales podrían frenar el aumento de los niveles de pobreza y desigualdad y generarían las condiciones de estabilidad del sistema de presión necesaria para promover la inversión y por ende, la generación de puestos de trabajos formales. Una política activa materia de trabajo, entre otras, sería el fomento de programas de formación y capacitación técnica articulando gente del sector público, privado y las universidades, que permita disminuir la brecha entre los perfiles de puestos de trabajo demandados por las empresas y las capacidades de la mano de obra desempleada o inactiva. En definitiva, son múltiples y variados de los problemas que el sector público deben encarar materia de estabilización macroeconómica», se lee al cierre del informe, que deja ver un 80,8% de la fuerza laboral en la informalidad, frente a un 19,2% de empleos formales, otro de los desafíos que enfrenta Nicolás Maduro: la infornalidad aumentó 10 puntos entre 2020 y 2021.
Pese a que todavía hay una prevalencia de datos malos (pobreza, informalidad laboral, desintermediación bancaria, escasez de dinero fresco para impulsar una política fiscal expansiva), los indicadores del PIB y la inflación hablan de ciertos avances en la política económica de Nicolás Maduro, quien ya se alista para las elecciones presidenciales de 2024 y le urge un cuadro macroeconómico estable, factor que como ya es bien sabido, moviliza votos.