Redacción (ALN).- José Daniel Simancas Rodríguez pasó preso 15 días en la base naval de Guantánamo en Cuba. Durante ese tiempo, aseguró haber vivido un verdadero infierno del que pensó no salir.
Simancas llegó de forma ilegal a Estados Unidos en mayo de 2024 a través de la peligrosa selva del Darién. Antes había vivido en Ecuador, donde dice que estuvo hasta 2022. Luego pasó temporadas en Panamá, Costa Rica y México mientras seguía su rumbo al norte. Todo este trayecto tenía como objetivo encontrar una mejor condición de vida, reseña CNN.
El joven de 30 años contó esperaba trabajar como obrero o maestro de obra. Sin embargo, cuando llegó a Estados Unidos se sintió tratado “como un delincuente sin pruebas”. Simancas Rodríguez estuvo ocho días en una prisión federal y luego en el Centro de detención del Servicio de Inmigración estadounidense ubicado en El Paso, Texas, donde permaneció nueve meses esperando su deportación. Hasta que con esposas en los pies y en las manos, amarrado pierna a pierna con otros detenidos, al venezolano lo subieron a un avión. Allí le dijeron que iría a Miami, algo que no creyó, así que viajó entre dudas. Horas después, cuando aterrizaron, los pasajeros de ese vuelo fueron trasladados a un autobús con las ventanas tapadas por bolsas. Para entonces ya sospechaba dónde había llegado: a Guantánamo.
En su celda había una sábana y una almohada, casi no le daban comida y estaba completamente aislado, contó a CNN. El único sonido que lo acompañó fue el de los gritos de los otros presos. La experiencia fue tan terrible que llegó a pensar en suicidarse.
En medio del encierro pensó que jamás volvería a ver a sus hijos. “Ya me había rendido completamente”, recuerda.
“La tortura es eso, el encierro. No estás vivo, tú estás ahí y no estás vivo, donde no sabes si es de día, de noche, no sabes en realidad el tiempo, estás comiendo mal, cada día que estás ahí te vas muriendo poquito a poco. Lloré cada día durante esos 15 días”.