Rafael Alba (ALN).- Vivendi aspira obtener más de 10.000 millones de euros por la venta de una participación del 50% de su discográfica. Los nuevos lanzamientos de Alejandro Sanz y Luis Fonsi son dos argumentos de peso en las valoraciones de los analistas financieros sobre la rentabilidad futura de Universal.
Siempre a la caza de nuevos y boyantes negocios, la leyenda sugiere que los banqueros de Wall Street nunca duermen, porque su la adicción al dinero les quita el sueño. Y, desde luego, nada mejor que la lluvia de comisiones que cae tras una operación corporativa milmillonaria para superar el mono, al menos temporalmente. Todo vale: las salidas a Bolsa, las fusiones, las adquisiciones y también, cómo no, la búsqueda de socios con liquidez suficiente que quieran adquirir una participación significativa en un negocio rentable. Pues bien, dentro de esta última categoría brilla con luz propia, desde hace algún tiempo, la venta del 50% del capital de Universal Music Group, que quieren llevar a cabo este mismo año los responsables de Vivendi, la gran compañía francesa presidida por Vincent Bolloré. Sobre todo, porque en poco tiempo, la valoración de la major discográfica casi se ha duplicado y, tras los últimos acontecimientos, algunos expertos han empezado a hablar de cifras más que voluminosas. Unas estimaciones que podrían suponer para el grupo galo beneficios extraordinarios de casi 10.000 millones de euros, si se confirman las últimas tasaciones disponibles.
Dentro de esta última categoría brilla con luz propia, desde hace algún tiempo, la venta del 50% del capital de Universal Music Group, que quieren llevar a cabo este mismo año los responsables de Vivendi, la gran compañía francesa presidida por Vincent Bolloré. Sobre todo, porque en poco tiempo, la valoración de la major discográfica casi se ha duplicado
Y han sido muchas y muy variadas las valoraciones de la compañía realizadas por los grandes bancos de inversión de Wall Street que se han dado a conocer desde que el pasado mes de septiembre se produjo la confirmación oficial de que Vivendi iba sacar a la venta el 50% del capital de Universal. Si las ordenamos de menor a mayor el listado resultante quedaría, más o menos, como sigue, el banco suizo UBS resultaría el más moderado al situar el dictamen en 22.000 millones de euros y tras él estarían Goldman Sachs que sube la cifra hasta 22.700 millones de euros, BNP Paribas que apuesta por 25.000 millones de euros y Deustche Bank y Morgan Stanley, en la parte más alta de la horquilla con una estimación de 25.705 millones de euros en ambos casos. Pero los expertos de Morgan han ido más lejos incluso. En su informe aseguran que en el plazo de una década Universal puede llegar a valer unos 38.000 millones de euros siempre que en ese tiempo las plataformas de streaming capten 700 millones de nuevos clientes de pago.
Es cierto que en toda esta literatura financiera hay siempre mucho interés de parte, porque los intermediarios quieren capturar al cliente y, a la vez, establecer un suelo de precios, en este caso cercano a los 20.000 millones de euros. Una cifra para abrir la previsible subasta que se establecerá de inmediato, en cuanto desde París, Bolloré y el consejo de Vivendi den el pistoletazo de salida. Algo que, según todo parece indicar, sucederá muy pronto. Otra deriva que puede empujar al alza el precio de la filial discográfica del gran grupo multimedia francés es la posible pelea entre los compradores interesados por hacerse con esta codiciada pieza de caza mayor. El 50% de Universal puede ser un complemento interesante para muchas compañías. La compañía puede ser una opción de crecimiento lógico para grandes tecnológicas como Facebook y Google, que completarían con la compra el desembarco en el negocio de la música grabada, o Apple que potenciaría así su plataforma de streaming Apple Music, para ganarle la partida a Spotify. Pero también podría entrar en los planes de futuro de los gigantes del comercio electrónico online como Amazon o Alibaba.
Sir Lucian Grainge
Lo cierto es que la operación se realizará más pronto que tarde. Vivendi necesita esa liquidez, para animar la cotización de sus acciones que se dejaron casi un 7% del valor de mercado el pasado año. En estos momentos, Bolloré y su equipo están en una situación delicada porque la suma del valor que los analistas estimas para las distintas divisiones del grupo multimedia supera a la capitalización bursátil del conjunto, varada por debajo de los 30.000 millones de euros desde hace tiempo. Por eso les vendría bien hacer caja con la venta del 50% de Universal, pero no quieren desprenderse por completo de la joya de la corona ni entregar a un tercero la gestión de una compañía tan rentable y complicada. Aunque no parece que ningún comprador potencial de la mitad del capital de la major vaya a plantearse moverle la silla a Sir Lucian Grainge, el poderoso ejecutivo británico que llegó a la cima de la compañía hace ocho años, en plena crisis, y que desde entonces, ha logrado situar a la filial discográfica de Vivendi como líder mundial indiscutible del sector. Más bien al contrario. El movimiento quizá aporte más independencia aún a Grainge, que persiste en la estrategia de ceder poder y capacidad de gestión a especialistas en distintos géneros y crecer por medio de alianzas con líderes sectoriales.
No parece que ningún comprador potencial de la mitad del capital de la major vaya a plantearse moverle la silla a Sir Lucian Grainge, el poderoso ejecutivo británico que llegó a la cima de la compañía hace ocho años, en plena crisis, y que desde entonces, ha logrado situar a la filial discográfica de Vivendi como líder mundial indiscutible del sector
Así, los sellos integrados en la casa matriz, y las divisiones territoriales, gozan de un grado de autogobierno razonable. Una estrategia de la que este ejecutivo y su corte presumieron sin problemas el pasado 9 de febrero en Los Ángeles, en una multitudinaria cita previa a los premios Grammy, en la que la major exhibió su poderío y la diversificación estilística y territorial de su catálogo con las actuaciones de artistas tan diversos como J. Balvin, Post Malone, Blackpink, 2 Chainz o Greta Van Fleet. Allí Grainge aseguró que la discográfica iba a batir unos cuantos récords económicos a medio plazo. Y en ello está. Para empezar, la gran ganadora de la gala fue Kacey Musgraves, una joven artista country que ha renovado el género y que trabaja con la filial de Universal en Nashville, un imperio sectorial que agrupa sellos tan conocidos e independientes a su manera como MCA o Lost Highway, que han mantenido su personalidad, más o menos, a pesar de que sus promotores trabajan ahora cobijados bajo el paraguas de un macroimperio discográfico con matrícula francesa.
Pero eso es sólo una minucia. En 2018, Universal consiguió muchos otros hitos, menos glamorosos pero con más sustancia, entre ellos ser la compañía con la que trabajaron ocho de los 10 artistas que mayores ventas alcanzaron en EEUU considerando la suma de las unidades físicas y el streaming. Un mercado donde la empresa ha llegado a acaparar un 40% de cuota, gracias al éxito de cantantes multivendedores como el canadiense Drake, indiscutible número uno global, junto a otros cracks del estilo de Eminem, J. Cole, Kendrick Lamar y Post Malone. Pero, incluso en España, es fácil visualizar el dominio alcanzado por los artistas de este sello. Baste decir que en esta discográfica militan todos los ‘triunfitos’ de las últimas dos ediciones, con Amaia y Aitana a la cabeza, y también, entre otros, Alejandro Sanz y Manuel Carrasco, los dos grandes baladistas llenaestadios que arrasan en las últimas temporadas. ¿Se puede pedir más? Tal vez les falten Pablo Alborán, Rozalén, C. Tangana y Rosalía, pero aun así se las apañan más que bien para moverse siempre dos pasos por delante de Sony y Warner, sus grandes competidoras.
Los ingresos por streaming
Con todos estos antecedentes había una gran expectación en el mercado bursátil y en la industria por conocer los resultados que Universal consiguió en 2018. Y que, de momento, debido a que la compañía es, como contábamos antes, una filial de Vivendi, aparecen integrados en las cuentas de esta multinacional francesa que se hicieron públicas el pasado 14 de febrero. Según estos datos, los ingresos generados por la discográfica el pasado ejercicio ascendieron a 6.023 millones de euros, lo que supone un aumento del 10% con respecto al año anterior. La mayor parte de esta cifra, en la que también suman otros negocios como el editorial o la venta de merchandising, corresponde, por supuesto, a la comercialización de música grabada, que aportó 4.828 millones de euros, un 9,8% más. Y, como era de esperar, en este guarismo aumenta el peso de las ganancias conseguidas gracias al streaming (2.596 millones de euros, un 37,3% de aumento), mientras que se mantiene el lento pero inexorable declive de las ventas de los formatos físicos que a lo largo de 2018 experimentaron un descenso de 16,1% hasta quedarse en sólo 949 millones de euros.
En España, es fácil visualizar el dominio alcanzado por los artistas de este sello. Baste decir que en esta discográfica militan todos los triunfitos de las últimas dos ediciones, con Amaia y Aitana a la cabeza, y también, entre otros, Alejandro Sanz y Manuel Carrasco, los dos grandes baladistas llenaestadios que arrasan en las últimas temporadas
Y aún a riesgo de resultar reiterativos, tenemos que volver a señalar la importancia que la música latina ha adquirido en la estrategia corporativa de esta poderosa major. Según las cuentas oficiales de Vivendi, de las que venimos hablando en este artículo, el pasado año, los ingresos obtenidos por el negocio de la música grabada de Universal en Latinoamérica aumentaron un 14,5% con respecto al ejercicio anterior, lo que convierte a este territorio en el de mayor crecimiento en los últimos 365 días. El guarismo casi triplica el escaso 5,5% de subida que se registró en los mercados europeos. Aunque para no perder la perspectiva hay que señalar también que en valor absoluto, los ingresos que aporta el subcontinente a la cuenta de resultados -155 millones de euros- son, por ejemplo, sólo alrededor del 10% de los que la compañía obtiene en el Viejo Continente -1.580 millones de euros-. Y, por supuesto, el territorio más importante es EEUU, donde se han obtenido 2.224 millones de euros, cerca del 50% de los ingresos totales. Además, este área fue la tercera con mejores datos de crecimiento para la empresa en 2018, con un porcentaje del 11,5%. Y en estos guarismos también se recogen los frutos del auge imparable que parece experimentar la música cantada en castellano.
Quizá por eso, entre las fortalezas que la compañía señala a los analistas como armas principales para mejorar estos números excepcionales en el presente ejercicio está el lanzamiento de los nuevos discos de Alejandro Sanz y Luis Fonsi, dos artistas a los que los ejecutivos de Universal sitúan en el mismo plano que a Ariana Grande, por ejemplo, en lo referente a la capacidad de generar ingresos crecientes en todos los mercados mundiales. Y eso que en 2018 no ha habido ningún artista latino entre los cinco grandes vendedores de la empresa, un cuadro de honor en el que Fonsi, gracias al insuperable Despacito, sí consiguió colarse el año anterior. En el último ejercicio, el artista más rentable de Universal fue Drake, seguido por Post Malone y la banda sonora de Ha nacido una estrella, en lo que puede ser un espectacular regreso de la ya madura Lady Gaga al centro del escenario. En cuarto lugar figuran los incombustibles The Beatles, en una nueva demostración de la acertada comercialización de su catálogo inmortal que hacen desde hace un tiempo los actuales gestores. Y en el quinto, el malogrado rapero de Florida XXXTentación, asesinado el pasado mes de junio, cuando tenía sólo 20 años de edad. Otra leyenda del pop malograda, cuya corta vida no fue precisamente muy ejemplar. Toda una constelación de estrellas que por sí solas justifican esos 10.000 millones de euros que Bolloré espera llevarse al bolsillo en los próximos meses. O eso parecen pensar las mentes más sesudas de Wall Street.